Donde fueres, tacto para brigadieres
-Buenas tardes, quería saber un poco de qué se trata este curso...
-¿Es usted militar?
-Soy descendiente de militares...
-Me temo que el curso esté dirigido únicamente a personas militares
-Comprendo, lo que pasa es que yo soy profesor de alemán
-¡Hubiera empezado por ahí! Un profesor de alemán civil es más sargento que un general argentino, así como un locutor de la BBC es más amariconado que una travesti correntina
-¿Cuál es el curso más acelerado que tienen?
-Le cuento: tenemos un curso constante que va a la velocidad de la luz, pero el método es audiovisual y el sonido queda a veces un poco rezagado, es un temita que tenemos que terminar de ensamblar...
-No, bueno, razonablemente acelerado
-Tres meses
-¿En tres meses los alumnos obedecen?
-Señor: el curso de diplomacia para generales está dirigido a usted. En tres meses usted estará oficialmente certificado como incapaz de formular una órden de manera alguna que no suene a invitación sugerente...¿le molestaría aguardarme un minuto?
-No, en absoluto
-¿Comprende mi punto? ¿Qué hubiera pasado si le decía ¡esperáme acá, no te movás o te rompo la cabeza!?
-Entiendo
-¿Puedo preguntarle cómo es que llegó a nosotros?
-Ví la propaganda del sargento que tiene el distinguido honor de convidar orgullosamente a los atinados conscriptos a la pronta consecución de cien lagartijas en caso de así considerarlo oportuno...
-¿Y cuál es el tipo de directivas en las que usted diría tiene más dificultades de incontinencia deseperada?
-Bueno, cuando no hacen la tarea...
-¿Los reta a sus alumnos?
-No, no, tampoco soy un salvaje, no los reto, no. Me acuesto sobre el escritorio en posición fetal y empiezo a decir "Soy un bebe, carezco de brazos y piernas, no puedo hacer la tarea, necesito a mi mami". Empleo la fina ironía...
-¿Con qué resultados?
-Las más de las veces deciden dejar de aprender alemán. Pero se disculpan ¿eh?. Comprenden que la lascitud, la falta de sacrificio y el desgobierno de las pasiones debilitadoras provino de ellos...
-¿A qué velocidad enseña usted alemán?
-Normalmente a no menos de 40 km/h, vale decir entre 60 y 85 la hora cátedra de 90 minutos a 50 m sobre el nivel del mar
-¿Lo siguen bien sus alumnos?
-En la mayoría de los casos yo he notado esta tendencia moderna a preferir los métodos demagógicos en los que el docente condesciende a tratarlos como si fueran pares y dice "el compañero" en lugar de "el alumno" y "la próxima reunión" en lugar de "la próxima clase". Como si sin malestar se pudiera incorporar conocimiento...
-¿Utiliza la técnica inductiva?
-¡Por supuesto! Mis alumnos reciben la ejercitación sin instrucciones previas y llegan solos a la regla gramatical, tal como lo prescribe el abordaje comunicacional, por inducción.
-Le pido que vaya incorporando un "le pido" como encabezamiento de toda sugerencia. Le pdio que me comente: ¿hay algo que le criticaría a esta metodología?
-Bueno, como usted habrá notado esto genera en el alumno la sensación de que el lenguaje es un objeto de estudio científico y no una arbitraria comunión de sonidos sancionada convencionalmente. Padecen de la irracional creencia en la racionalidad idiomática. Además se vuelcan a la metafísica: inventan etimologías al estilo de HeiL-degger, separan con un guión a Eduardo Sacheri de Campanella. Deducen que "argument" es argumento y "to discuss" discutir. Practican la asociación libre. Ya nadie enseña como aprendieron alemán nuestros próceres, San Martín y Belgrano: de memoria, a los latigazos limpios.
-Bueno, le voy a confesar algo: nosotros somos de la vieja guardia encubierta. No por nada nos subsidia el gobierno. Cristina también cree en el modelo de "esto es así porrque te lo digo yo", lo que pasa es que así formulado no es "parlamentariamente correcto"
-¿Y cómo hago para obligar a los chicos a que se aprendan las desinencias?
-Se lo vamos a enseñar. ¿Oyó hablar alguna vez de la ilusión de alternativas o es usted un increíble ignorante?
-Oí, sí, ahora que me lo dice, me suena...
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