Seducción comparada Argentina-Alemania

 Una  comparación entre el levante en Argentina y Alemania (por Belén Francese, especial para el Frankfurter Allgemeiner)


El varòn argentino alega ser poseedor de un aparato uritogenital ùnico en el tiempo y especialmente en el espacio.

La mujer, tras romperse el alma por ostentar un cuerpo ideal y colocarse letreros luminosos en sus curvas, alega ser una desvaída figura inadvertible y susurra al varòn "no creì que te hubieras fijado en mì". Èsta es una ìndole de doble discurso (vestirse impactantemente y fingirse impactada ) que ningùn alemàn conoce.

En caso de enfrentarse a ella, el alemàn opta por negar uno de los dos sentidos. Por desgracia (Derridà y la puta que te pariò) suele primar lo discursivo a lo visual: por despampitanante que sea la seductora si afirma no pensar en absoluto en sexo y sòlo querer ser buenos amigos, el alemàn acatará.

(la prueba de que el alemàn NO goza de un oìdo privilegiado es el èxito descomunal de David Hasselhof como cantante, fenòmeno sòlo comparable a Natalia Oreiro en Israel)

Irònicamente un alemàn oye a la irresistible arrebatadora decir que no va a pasar nada esta noche entre nosotros, con la ceguera de Borges, mientras que un argentino la mirarìa con la sordera de Beethoven.

Serìa ingenuo afirmar que lo visual entraña una menor profundidad que lo auditivo, dado que podemos ver un exquisito Rembrandt despuès de ver diamantes y la casa de Anna Frank oyendo una chillona cumbia villera.

Sin embargo "una imàgen vale mil palabras" es un concepto que se comunica no con imàgenes, sino con palabras.

las caracterìsticas de lo visible y lo auditivo son homologables a las de la belleza y la inteligencia.

No podemos decir que la inteligencia sea siempre màs profunda que la belleza. Serìa tal vez bello en razòn de su simplicidad sentenciar tan brevemente una acabada definiciòn de ambas virtudes pero poco inteligente en virtud de su sinrazòn.

La hermosura de Marilyn pudo haber inspirado a la inteligencia de Arthur Miller quien ciertamente se mostrò màs superficial que ella en su elecciòn de objeto.

Siendo epìtetos màs que sustancias lo poco que podemos decir es que la inteligencia así como lo auditivo es sucesiva.

La belleza asì como lo visual es inmediata.

No podemos decir que todo hablar sea profundo, pero los alemanes no han cultivado poesìa de la pura forma y su audibilidad siempre implica, siquiera equivocada, alguna inteligencia.

Entre tantìsimas cualidades màs propias de la muerte que de la vida, los alemanes no dejan de cultivar con la pureza y el absoluto, el silencio.

Las argentinas saben congènitamente que hay màs nervios òpticos que auditivos, olfativos, tàctiles y del gusto sumados.

El alemàn tiene casi un ùnico traje toda su vida: es robusto y antiestètico como todas sus maquinarias. Tambièn es robusto y antiestètico lo que dice.

(El argentino no dice nada, pero ¡què lindo que lo dice!)

La incapacidad argentina para dejar de ser superficial sòlo es comparable con la impotencia alemana para derogar su ley de gravedad. "Profundidad" y "superficialidad" suelen considerarse epìtetos laudatorios a peyorativos, como si decir que una silla està hecha de madera fuera un juicio de valor: no hay que juzgar superficialmente la superficialidad. Para el argentino, la religiòn de la liviandad inopinadamente omnipresente hace sentir su peso, ninguna convicciòn logra enraizarse. Pongamos un ejemplo: al argentino lo convence la teoría del libre mercado. No por razones profundas, sino por examinar con una frase por espacio de tres minutos la cuestiòn.

Le dura diez años la convicciòn.

Ahora es el turno de otros diez años de intervenciòn estatal.

La soluciòn a un problema ocasionado por la superficialidad le parece al argentino que tambièn debe pasar por un maquillaje exterior: no es menos superficial la soluciòn.

En Alemania pueden asignarle un albergue universitario compartido a un becado argentino donde una teutona se desvista ìntegramente cum grano salis sin que implique esto sugerencia lùbrica alguna.

(¿por què nadie se excita en un campo nudista, por què a los saudìes les calientan partes no erògenas que obligan insòlitamente a tapar?: porque el significado, el subtitulado y no la percepciòn en bruto determinan el sex appeal, lo que nos pone cachondos serìa un constructo...)

En la Argentina la mujer, como los yudokas, utiliza la fuerza de su oponente. Como lo formulara Tolstoi, aburrirse es "desear desear": la mujer argentina no desea groseramente al hombre, sino que desea el deseo del hombre: desea ser deseada por èl y sòlo este estìmulo (deseo macho) despierta la respuesta (deseo hembra).

No cabe por ende hablar de "quìmica" o "electricidad", sino de estricta mecànica.

Asì instituìda la dinàmica de la divisiòn del trabajo erotìque, con la irremisible prolijidad del tango, la mujer se entrona como suculenta fruta, que no sòlo finge no actuar, sino que ademàs finge no desear, no disfrutar ni soñar con la perspectiva de ser mordida, olisqueada, tanteada, paladeada, saboreada, exprimida, fagocitada, deglutida, succionada, lamida, chupeteada, metabolizada.

El deseo, que en todo mamìfero hembra es màs fuerte, se ve asì compelido a constreñirse y adopta la forma de la fantasìa de la violaciòn.

La pasividad como estratagema de seducciòn sueña con ser percudida, sacudida, violentada, sarandeada, agitada, agredida, avasallada, accionada, movida, arrancada, podada, desasida de su inasible inanidad.

No sòlo por pasividad sucede este fenòmeno: por el establecimiento provisorio de una prohibiciòn que ansìa ser transgredida.

Nada de esto acaece en Alemania. Allì una mujer que desea tener sexo con nosotros lo comunica con el lenguaje universal del tacto: nos agarra el ganso.

La timidez puede ser encantadora en un varòn en Alemania pero es la roja màscara de la muerte (sexual) en Argentina, mientras que la timidez femenina o su debida simulaciòn es obligatoria en Argentina, siendo el indicador de vida cèlibe germànica.

En Alemania la mujer desprovee al arte de seducir de su elemento entrañable que remite a las tiernas urdimbres del cuento infantil, ese estadìo de la niñez en que un pàrvulo conoce la cìnica realidad de lo que no existe y sin embargo hace de cuenta que sí.

Lo que tiene de niño entonces la mujer en Alemania, es la irracionalidad cruda: sus impulsos incontinentes, su exigencia de ser violadas.

Toda la ironìa que usò Freud para escribir antes de emigrar respondiendo al pedido de documentar que lo trataron bien "Recomiendo a todos el trato con la Gestapo" se desvanece en la supuesta ùnica pregunta que jamàs pudo contestarse, "¿què quieren las mujeres?".

Si hubiera recordado la ligereza de las formulaciones perifràsticas en lugar de las ligerezas del inconstante deseo femenino hubiera dicho: ¿que NO quieren las mujeres?.

Porque no es precisamente falta de apetito o anemia el problema libidinal màs frecuente, sino la necesidad de comer algo dulce mientras estàn sirviendo el antipasto o el impulso irresistible de escaparse al baño con el helado mientras estàn comiendo el pollo.

(Con un agravante: a veces

en el colmo

de la perversa

inversiòn de la

carga de la prueba, se

le reprocha al helado no tener las

proteìnas del pollo).

Freudianas congènitas, las argentinas son màquinas de civilizar y sofisticar el salvaje y duro deseo lùbrico: la cumpulsiòn a la còpula es tomada como materia prima o primer peldaño para el podio esencial de la dilaciòn no espacial, sino temporal (y eso que fin en griego se dice "TELOS"!).

Compàrese el futbol argentino y el alemàn. En Alemania pasan por la calle mujeres flaquitas que estàn como un tren, con las gambardellis bronceadas, tetas que gestàlticamente son màs que el todo y un culo al que sòlo le falta hablar con tanta asiduidad como sus futbolistas realizan sombreritos, voleas, rabonas, caños, goles olìmpicos y chilenas. Es mucho màs lindo de ver un partido de futbol argentino o una hinchada argentina (todavìa hay muchas hinchadas que lo son naturalmente sin operar). Pero eso es en la esfera del fetiche de la promesa y del deseo: en la consumación, Alemania siempre nos elimina en semifinales.

Compàrese la conducta en el extranjero: si algo comparten argentinos y alemanes es su sensaciòn de pertenecer al pueblo màs superior.

En Argentina un alemàn tira basura a la calle, cruza en rojo, coimea a un policìa y se muestra como un infante cuyos padres abandonaron la casa a su merced.

En Alemania un argentino no tarda a su vez en burlar controles no preparados para expertos trànsfugas: en el extranjero un alemàn se sentirà levemente un explorador caucasiano en Àfrica; en el extranjero un argentino se sentirà levemente un africano que se curtiò en la jungla, que atravesò las doce pruebas de Hèrcules, que comiò carne humana y que, en suma, se enfrenta al juego de niños de convivir con los amanerados expertos locales.

El erotismo es un espejo del alma, un reflejo y una sombra de otras actividades màs decisivas: en la Argentina la comida es un tema de un espesor inconmensurable. El paìs vive de la exportaciòn de alimentos.

La comida es una metàfora de tantas alocuciones verbales argentinas que sòlo podemos mencionar una parte tan ìnfima como un comino:

para decir que no se deben fomentar los romances en àmbitos laborales el argentino dice "donde se come no se caga": si el lector duda respecto de què se sindica a la execrencia, debe recordar que no està en Alemania, ergo: es el trabajo la real cagada.

para desambiguar tomemos el ponderativo encomio de conductor de tevè a futbolista noviando con una modelo fisicalista que cree en la supersticiòn urbana de las piernas musculosas: "miren el bomboncito que se està comiendo".

{cf. Ramon Diaz: "No puede entrar todo el plantel, no soy Silvia Suller"}

El leitmotiv "En Argentina nadie pasa hambre" pasò a significar "se pasaràn drogas y armas por la frontera, pero el hambre llegò para quedarse".

"No tiene lo que llevarse a la boca" es una de esas expresiones que uno llenarìa sexualmente (como "la sin hueso"), pero aluden a la ingesta.

En cambio apariencias gastronòmicas como "hacer cucharita" sì son sexuales (y el aceite hirviendo y el cacerolazo son polìticas).

"Comer" es un verbo demasiado explìcito para significar algo relacionado con la alimentaciòn. Pese a que España està perdiendo la metàfora, Argentina siempre conserva su riqueza cultural (y andate a la concha de tu hermana no es otra cosa que una metàfora).

Comer por lo tanto puede ser reflexivamente errar (un gol), preferir objetos de deseo del propio sexo (se la lastra), gastar mucho dinero (se comieron los ahorros del abuelo de toda la vida en una semana en Disney), saltearse un pàrrafo, no articular un fonema (se come las heces)etc.

"Tragar" puede significar una de las actuales divisorias de aguas para determinar cuàn gauchita es una compañera, pero tambièn ser aplicada y estudiosa; sufrir el termostato (chupar frìo), etc.

Subraye el lector los verbos morfològicamente emparentados con el morfi:

"Hitler fue fagocitado por la propia dinàmica del movimiento que iniciò", "Los hermanos sean unidos(...) los devoran los de afuera", "Dejame terminar de masticarlo y te mando un msj d txt", "todavìa lo estoy digiriendo", "se la tuvo que comer doblada", "està rumiando la venganza", "los muchachos sindicales queremos una mordida de la torta jubilatoria", "me desayunè que Gerardo Romano matò una tortuga marina en extinciòn en la lancha de Norman Briski recièn hoy".

"Cagar", no en menor medida, si bien algunos eufemismos como "ir de cuerpo" lo morigeren, abarca cometer errores, estafar, temer, ser infiel, embromar y "cagador" y "cagòn" difieren tanto como "comilòn" de "comensal".

Octavio Paz en "la llama doble" asegura que el acto sexual nunca es puramente sexual y que el ser humano incluso mastrubàndose nunca està solo: copula con ìncubos y sùcubos.

¿Podemos afirmar que la defecaciòn misma rara vez es pura de posiciòn?. Generalmente acompañamos la ceremonia con alguna lectura..

Los bàrbaros creìan que comiendo un oso adquirìan su fuerza: los alemanes, que comiendo cereales y yogures lograràn la inmortalidad.

Al argentino la inmortalidad le interesa menos que aquella otra categoría kantiana: le interesa dominar el espacio, esto es, ser flaco.

Para ocupar màs espacios en los medios-si es que esos fueran sus fines-hay que ocupar menos espacios en los confines y utilizar talles medios: para salir en revistas bidimensionales es necesario abolir la propia tridimensionalidad.

En esto hay un puente de oro, porque hay una disciplina. Todos los pecados capitales son un chiste ahora, menos la gula. Salvo que dejar gruesa a una dama es en Argentina motivo de beneplácito non plus ultra, mientras que la concepción alemana de la concepción es "piedad hacia los que no sufrieron nacer, dejèmoslos sin vida". El alemàn es en esencia estoico y no hedònico (Epicuro era apolìneo, el alemàn es desenfrenadamente riguroso, dionisìamcamente probo).

Su superyoico sentido del deber-palabra dèbil: su superyoico sentido del "tener que"-le impide disfrutar no de la vida, sino de una autoconciencia gozosa. En medio de la basura el argentino se siente un pecador record y (no literalmente) pagarìa por repetir el infinito placer que le da robar algo.

El alemàn recibe el placer como parte de un plan general abnegado...

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