Donald Sutherland


El genial Donald Sutherland fue muy ilusionado a ponerse en la piel de Giacomo Casanova. Sus "Memorias", como a la mayoría de la humanidad, le parecían un himno al disfrute de la vida con todas sus dimensiones sensoriales, las escarpadas alturas del intelecto abstracto y las astutas salidas chispeantes de la viveza callejera.
Fellini le explicó que por contrato, por insistencia, por ver el negocio, su productor insistió en que haga esa película. Solamente anunciar "Fellini: Casanova" era una tanga multimillonaria. Así que lo tenía que hacer, qué porquería, ese Narciso incapaz de amar, ese coleccionista maquinal e infantil, vamos a hacerlo pomada, vamos a mostrar su verdadera esencia.
Ariel Dorfman reconoce que si bien era un norteamericano, en esa película no fue colonialista sino verdaderamente majestuoso, hasta "imperial" (en "Para leer al Sutherland Donald").
La novia de Chomsky se rehusó a seguir respondiendo lo que dio en llamar "preguntas estúpidas" y ni confirmó ni negó la muerte de Donald Sutherland, por cuanto conviene llamarnos a prudencia y esperar unos días antes de un texto elegíaco profuso.
Quise recordarlo con esa película en particular porque para muchos de nosotros Doland Sutherland no puede ser mensurado como mero actor, como si fríamente coleccionara actores nuestra pueril vanidad.

Para muchos de nosotros es un pedazo de nuestra vida: ese "pedazo de mi vida" que era-según numerosas amantes-el propio Casanova... 

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