La herrada escalada espacial


 La escasa difusión del episodio hípico ocasionado por un hijo de mil madres de cascos ligeros no puede sorprendernos a quienes asistimos alelados a la nula prensa que se le dio a la escalada de competencias por la carrera espacial tras el Apollo XI: ningún diario informó que la URSS con su nave Bala Laika llevó a la primera parturienta a la luna y que Sergei, tal el nombre del cosmonautito, de robustos 3 kilos 200, fue el primer bebe en gatear sobre el páramo lunar. No servía para fin científico alguno, pero la opinión pública gringa, enterada a través de la sempiterna revista "Life", que también usufructuara Fidel, se enterneció hondamente y volvió a pensar que la tecnología del país de la libertad estaba por detrás, especialmente cuando Hugh Heffner alunizó en el famoso "otro lado" de la luna y filmó lo que se consideró la primera sodomía en el espacio-con Anna Nicole Smith en 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4. Este intento de correr por mojigatería a los supuestos no religiosos comunistas gatilló la desmesurada respuesta del Memorias, una nave tripulada por ovejas, burros, senegaleses strippers y una princesa rusa en lo que constituyó la primera orgía interracial con elementos zoofílicos fuera de la órbita terrestre con aquellos trajes espaciales íntimos tan bien diseñados por el camarada Espasiva. El desde luego innecesario primer rinoceronte en la luna-que la NASA presentó literalmente con bombos y platillos (con aquella música de Wagner, tomada de "El oro del rino") fue tan solo el antecedente indispensable para el papanuélico reno navideño en la luna, presentado como el jesucrítstico "NASA reno". Sabiéndose espiados por la KGB, los hombres de la Nasa retransmitieron parámetros equivocados ex profeso, pero es el día de hoy que la denominada "Central de Investigaciones del Espacio Capitán Betovich" jura y perjura que el primer accidente automóvilístico en la luna fue a propósito como método pedagógico de enseñanza vial. Como era de esperarse, esto no tardó en dar lugar al absolutamente suntuoso y obsceno primer partido de beisbol lunar al que Rusia respondió con el primer campeonato lunar de ajedrez, con Nadia Komoandavshky dando saltos ornamentales en el fondo. Un público cada vez más harto de las extravagancias onerosas de la escalada de fanfarrias, daba la espalda entonces tanto al primer MacDonnald's selenita como a la primera destilería de vodka lunar. Tal vez se podría haber evitado la fatídica colisión entre el Voyeur III y el Gagarin 69 de haber la opinión pública opinado públicamente en lugar de refugiarse respectivamente en la NBC y el Pravda. Como con el Riachuelo, o sin ir más lejos, el baño de mi casa, las promesas de limpiar la luna quedaron en la nada. Tal es así que si hoy estos caballos hubieran galopado por la superficie lunar en lugar de la Panamericana, no sabemos si las condiciones atmosféricas les permitirían el olvidable espectáculo de correr sin saber a dónde ni por qué, en platónica equitación sideral. Sería bueno que podamos detenernos a pensar a dónde nos estamos dirigiendo con actitudes tan medio pelo, a caballo de un avance tecnológico galopante que no parece tener jinete sino hijos de mil jineteras.

Díganme si no estoy herrado, si no habría que desensillar hasta que aclare, aunque sea para disfrutar de unas mediaslunas o un buen bife a caballo.

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