Hasta Pedro no Paramo


 La ficción científica, cuyo padre fue H.G.Wells, activista político dispuesto a escribir "El afeitado de Karl Marx", que nunca escribió, lleva la magia fantasmagórica al terreno de Balzac y Zolá y por eso indigna a Verne.

Unos hombres en la luna, un hombre invisible, estas alucionaciones del hemisferio cerebral derecho son cooptadas por la ciencia, por las explicaciones detalladas y realistas del derecho.
Cervantes escribe la segunda parte de "Don Quijote" contra el falso Quijote de Avellaneda y para evitar resurrecciones e imitaciones lo hace recobrar la razón antes de morir: en ese entonces un brebaje, la alquimia, la magia, lo haría posible.
No veo vinculación alguna entre Kafka y Rulfo, salvo que la perplejidad e imposibilidad de amonedar un slogan que los sintetice nos anonada en ambos.
"Tú que tienes los oídos muchachos" es una innovación poética y en Kafka no las hay: hay frases hechas en función de parábolas impersonales
Quizá la afinidad resida en devolver mágicamente la inexplicada magia al mundo racionalista que había encarcelado al arte al documental.
En Kafka los animales hablan, pero no es ese hecho fantástico en lo que se pone el foco. El foco es todo lo angustioso y burocrático que exige el realismo.
En Rulfo las ánimas en pena, los fantasmas irredentos, existen sin el cameo indispensable de Werner von Braun.
Nos han devuelto la apertura al imponderable inexplicable.
Consultado por Faulkner, Rulfo se fastidia y dice que no lo ha leído-tal como Almafuerte se ofende cuando lo homologan a Nietzsche.
"Las ruinas circulares"., comparada con "Pedro Páramo" es un puro juego lógico metalingüístico. "Sexto Sentido", comparada con "Pedro Páramo"es el fantasma pálido del himno al sentimiento de sentirse rechazado, Bruce Willis, incluso muerto, es bastante más sexy que nosotros.
No recuerdo qué autor dijo-bebiendo sin duda del divertimento "El fantasma de Canterville" cuyo eco es "Beetlejuice"-, a los fantasmas los asesinó la electricidad.
No podemos emparentar una novela que habla de la violencia de los murmullos meramente por compartir con otras obras su mero "esqueleto".
No tenemos en las obras con las que se compara "Pedro Páramo" frases como "no quedaron ni los perros que le ladren al silencio".

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