El más colosal fracaso de crítica y de taquilla podría garantizarnos un "El Padrino IV"

 La conspiración romana que fascinaba a Francis Ford Coppola desde décadas requería que su proyecto tan acariciado sea rigurosamente realista. El primer borrador de guión se ceñía a la historia sin alterar los hechos. Dentro de sus documentaciones de pronto el director ítaloamericano, guionista de la laureada "Patton", dio en descubrir "César y Cleopatra" de George Bernard Shaw. Esto alteró completamente la maqueta del guión. Las mismas razones que llevaron a Freud rechazar escribir sobre Nietzsche, el carecer de suficiente información como para no andar inventando a la manera de Shaw haciendo que César hable como un turista inglés, fascinaron a Cóppola.

Su obsesión por mantener los nombres originales cedió, también en parte porque comprendió que la ignorancia del público lo liberaba de contar esta historia que nadie recuerda tal y como fue.
Sin financiamiento para lograr su visión, Cóppola se desprendió de uno de sus famosos viñedos, permitiendo que repitamos el chiste que hizo Alejandro Ricagno en "El Amante" cuando se estrenó "De eso no se habla": la producción que le interesaba de María Luisa Bemberg era la cerveza.
El genio creativo que de chico quería ser científico pero se llevaba a marzo matemáticas y su padre lo desalentó parece haber producido el mayor desastre financiero y artístico de que se tenga noticia en el siglo. Habrá que ver si las primeras impresiones del público y de la crítica perduran. Si en efecto la película es muy mala, sería la primera película muy mala de quien nos regaló joyas, gemas, diademas, tiaras y tesoros que no todos conocen. Sería en todo caso un homenaje a aquel cuento de Honoré de Balzac "La obra maestra desconocida":

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