Ningún hombre es del todo desdichado ante el fracaso de su mejor amigo


 


"Envidiosa" es una comedia romántica dosificada en una docena de ágiles episodios. Como en los trabajos de Mike Nichols previos a filmar, dejando improvisar a los actores desde sus personajes-in-progress, Carolina Aguirre tuvo la inteligencia de permitir que los actores cambien escenas y puedan aportar mucho de la propia cosecha. Esto permite un juego de intertextualidades que dejan la figura de Griselda Siciliani en un aura mediocritas a medio camino entre la actriz dúctil "todo terreno" y la estrella que hace de sí misma (como el chileno) pero que queremos que haga de sí misma porque la adoramos, ya sea Cleopatra, Mata-Hari, Gatúbela o Yiya Murano, la envenenadora de Montserrat, es la excusa para admirar su rostro, sus gestos, su voz amada, encontrarnos otra vez. A esto se suma el reencuentro con Esteban Lamothe, con quien mostró tanta química en teatro y en la serie musicalizada por Palito Ortega y la Mona Jimenez, llegando a rumorearse que Esteban le practicó el sexo oral y de allí que se haga llamar "Lámote"...un poco a la manera del "Pocho" Lavezzi, cuyo nombre surge del "Pochola besi". Para seguir jugando con placeres que no tienen nombre, con ese ¿en qué parte de tu cuerpo está tu nombre? que dice la shakespeariana Julieta sumamente interesada en refutar el nominalismo de Platón, el gris es el color que mejor soporta a los colores cálidos, al amarillo, al rosa: el gris de Griselda le permite ampliar el abanico del espectro de su paleta de emociones, dirigiendo la batuta como una didascalia de esta orquesta en que todos tocan como los dioses. Por eso la serie no habla únicamente de la envidia o de lo que Groucho inmortalizó con su frase "Nadie es del todo infeliz ante el fracaso de su mejor amigo".Hay una reflexión con la sabiduría de la duda pendular y caleidoscópica respecto de la actualidad de los antiguos mandatos para el lugar de la mujer en la sociedad. Hay un deslizamiento burbujeante de sentimientos que se agolpan y superponen como gorriones peleando por miguitas, de modo que pasamos de la risa al llanto sin entender si es pato o gallareta, si otro gallo cantara o si mejor no levantar la perdiz. Al tener que componer un personaje perturbado que no despertaría empatía por no tenerla, un personaje que usa el egoísmo como anestesia sin advertir la estrechez dañina de horizontes, los comics reliefs ayudan mucho a pavimentar el camino, alfombrarlo, a tirar pétalos de rosa a los pasiones más dolorosas, a envaselinar con insensibilizadoras carcajadas el acceso a la visualización de los orígenes y permanencias de patrones generadores de angustia. Quienes hemos visto anteriores actuaciones de Siciliani reconocemos su ethos discursivo enfrentando a la analista sabiendo que eso no lo pudo haber escrito la guionista ni lo diría otra actriz. Y al regar con la uva de sus propios viñedos a este personaje nada querible, su Victoria es su victoria.

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