La visita a Argentina hoy en versión sci-fi-hot

Arriba, llega a mis brazos por fin la diosa que me enloqueció de deseo a punto tal de malgastar mi poco dinero en enviarle cartas, regalos, libros, dulces, todo mi amor desde 1989. Me dice que quiere conocer mi país inhóspito y por supuesto entiendo el mensaje en clave: quiere revolcarse conmigo, aunque yo viva en la otra punta del planeta.Voy a abrirle la puerta desnudo con una botella de champagne y recibo un ramo de flores de un hombre que me explica que es su marido y padre de su hija. Es realmente encantador. Me cuesta decirle que no me gustan los hombres. Es tan amable que a él también le cuesta decírmelo. Entonces veo a Miriam. Ya no puedo ver otra cosa. Durante horas en los siguientes días los conduzco a disfrutar de las atracciones turísticas de Buenos Aires, a la que André Malraux llamó "la capital de un imperio que nunca existió" mirándola a ella. El marido observa el Picasso del Museo de Bellas Artes y me pregunta si hoy en día existiría una aristocracia capaz de pagar por cuadros vanguardistas cuyo futuro era incierto. Sin dejar de mirar las tetas de su esposa le respondo que los argentinos siempre hemos priorizado los valores espirituales por sobre lo inmediato y lo material. Me comenta que no esperaba una sociedad tan creativa, no al menos después de ver en Chile un típico ejemplo de sociedad dividida en clases sociales sin dinamismo social. Le digo que Argentina logró dejar eso atrás y observo el atrás de su su señora esposa a quien yo vi primero en 1989, con lo que de alguna manera yo soy el marido espiritual y él es el impertinente. Me dice que le resulta difícil de creer que en Francia haya la mitad de depresivos que en Alemania: probablemente se deba a que se mide y diagnostica de manera diferente. Le digo que ver y no poder poseer a Miri deprimiría a cualquiera y que no creo que haya una mujer en Francia comparable. Entonces me dice que le resulta muy halagador que le hable tan bien de su esposa, pero que al tratarse de su esposa y madre de su hija, trate de comportarme civilizadamente. Le trato de explicar que su esposa me generó tal atracción que el solo hecho de escribirle desde 1989 hasta ahora podía ocupar el lugar de todo erotismo y que ahora la puedo ver en persona siendo un adulto. Knut me explica que es psiquiatra y nada lo asusta. Que tiene excelentes medicaciones para casos como el mío. -¿Para enfermos de amor?-le pregunto y de paso interrogo si él mismo toma ese remedio. Me recuerda que yo mismo a mi vez he renunciado a ese objeto de deseo y he tenido una hija con mi actual esposa, que por favor deje de mirar a Miri como un loco y trate de hablar de algo serio, como por ejemplo, el erotismo entre los caracoles. Le pregunto si por caridad, por un acto de bondad y compasión hacia mi sufrimiento podría ser swinger. Me dice que sí, pero resulta ser swinger laboral. Durante los dos días siguientes le da clases de alemán a mis alumnos y yo online atiendo a sus pacientes. Uno estaba deprimido y era muy moralista: logré demostrarle que se autoengañaba al considerar la tristeza su deber ético. Finalmente empezó a querer ponerse mejor cuando le dije que el dolor nos vuelve egoístas. Solo nos concentramos en nosotros mismos, la herida es el foco de atención. Sufrir es inmoral.Desafío a Knut a duelo. Le digo que es la manera más razonable de decidir quién besa la boca de Miri y le aclaro que en 1993 yo fui el primero en besar esa boca que era virgen, tuve que con mi lengua eliminar el himen de sus dientes y eso es más importante que embarazar a nadie: abrir la puerta a futuros embarazos. Me dice que lo de la boca virgen lo deja con la boca abierta. Le cuento que cuando yo la agarré en 1993 ella hacía step, tenía una piernas increíbles, seis incluso. Baja la cabeza apesadumbrado: cuando yo la conocí solo tenía dos piernas-admite. Diecisiete pechos tenía cuando nos amamos prolongadamente, le digo. Knut trata de entender el recto sentido de lo que le digo y ponerse debidamente afligido pero pensar en quince pechos adicionales igual de hermosos que los dos que conoce lo erotiza. Me pide que no siga dando detalles porque está teniendo veintrés erecciones casi una por cada pene que tiene, solamente siete permanecen relajados...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Envidiosa

David Lynch murió inexplicablemente en homenaje a su hallazgo de lo inexplicado

NO SOY UNA FOCA AMAESTRADA (in memoriam Beatriz Sarlo)