La segunda temporada de "Bellas Artes" hace sueca a la rumana y se ríe de todo y de todos
La segunda temporada de "Bellas Artes" deja tan claro que el director del museo no es un personaje admirable, que todas las feroces filípicas contra Cohn y Duprat y "no se puede hacer humor de derecha" resultan irrisorias.
Tampoco es admirable el personaje que despertó la ira del gremio de encargados.
No se entiende mucho cómo leen la serie quienes no la valoran.
Pensemos únicamente en un aspecto que muestra que unos guionistas son brillantes: pensemos únicamente en si sacan o no las mejores actuaciones que les vimos a los actores que ya conocíamos.
¿Qué hay de "incorrección política" tan cacareada? El reino del humor interrelativiza a todos y a todas, invierte jerarquías y si es divertido que no elijan al cupo femenino o al cupo afroamericano es porque estamos en el carnavalesco mundo de la farsa que contraviene la regla y de algún modo la confirma: solo en una serie desopilante Oscar Martínez puede ganar el cargo de director.
La última vez que chequee ni Duprat ni Cohn formaban parte del Gobierno: les pagan para hacer entretenimiento y por si logran hacerlo entretenido es por lo que deberían ser juzgados. Desde luego "Dibu" Martínez es contratado no como ministro sino como portero, guardametas, atajador y aún así ha causado hondo pesar en sus admiradores al declarar su apoyo al Gobierno. Pero "Dibu" Martínez fue erigido a héroe no solo de atajar penales, sino de la justicia, un héroe de la justicia penal, digamos, el ídolo que lo es gracias a hacer terapia.
Nadie habla del psicóloogo de Cohn o de Duprat, en todo caso aplaudimos "Terapia Alternativa" especialmente en los capítulos que han escrito.
Todo esto para decir que la serie es una gozada, más allá de que se nos ocurran direcciones mejores que podría haber tomado: o mejor dicho, por eso mismo. Cuando una serie es mala, no se nos ocurre cómo podría haber sido incluso mejor, no nos inspira.
No es tan políticamente adoctrinador nada de lo que hacen para nuestra risa los comediógrafos tan prolijos que parece que sí. Yo he leído debates sobre el relativismo estético, sobre el gran gesto de Duchamp,el desafío que lanza Warhol, la interpretación de Heidegger de los zapatos de Van Gogh y nada de lo que realmente es consustanciarse con las preguntas que la filosofía se hace sobre el arte le es transmitido al público. Por una razón más que atendible: sería un embole.
En la segunda temporada, Ángela Molina actúa también magistralmente y realiza una intervención sobre unos billetes acerca de lo cual lo mejor va a ser no spoilear nada.
A quienes nos es grato visitar no por snobismo los museos nos es grato ver esta serie y reconocer las alusiones o adivinar en quiénes se inspiraron. Pero a quienes no ¿realmente les reafirma una anticultura irracional donde todo lo que era respetable para la progresía pasa a ser una impostación afectada a desterrar?.
No veo que en la crítica al arte malo haya un odio al arte, ni en las razones políticas para albergar artistas indigenistas o africanos un odio a los artistas admirables por razones estéticas.
Sin duda Trump parece canchero por denunciar con autoridad el autoritarismo del puritanismo de la izquierda culturalmente relativista. Pero esta no es una serie a favor de Trump: se puede discrepar con el wokismo desde otros costados más refinados.
No estoy diciendo que Cohn y Duprat sean bolcheviques, pero las críticas tan injustas y arbitrarias que oigo merecen que se los reinvindique en su liberalismo iconoclasta que no sería tan eficaz si no pulsaran cuerdas que tocan nuestras fibras íntimas.
No hay buenos y malos, infalibles y ridículos: todo es deleznable, incongruente, falible, como en toda buena comedia.
Solo voy a usar mi palabra para repetir mi entusiasmo y recomendación.
Me tienta comentar mucho de lo disfrutado pero recién después de que lo hayan visto. Hay excelentes sorpresas que no deseo traicionar.
Quizá sea una confirmación del talento esto de los ataques. Si no hubiera la desconfianza ante la inteligencia, no sería necesario intentar la descalificación. ¿Cómo no celebrar a generadores de libretos que hablan a más de un nivel del lenguaje, que llegan a público amplio y tienen mensajes para los conocedores?
Yo solo lamento que haya una única dupla así y que solo pueda escribir a 60 minutos por hora...
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