Nuestro nuevo racionalismo


 Con Galileo se produce un cambio de paradigma que hará avanzar a las ciencias con un giro copernicano que trasciende a la astronomía y a Copérnico y a Napoleón conquistando Polonia, asombrándose de que Copérnico no tenga estatua y ordenando su erección (la de la estatua).

Se pasa del racionalismo, de la creencia de que al conocimiento se accede mediante la deducción, al empirismo, a la comprobación mediante la experiencia, palpar, medir, percibir con los sentidos.
En este sentido la tecnología del telescopio permite la observación directa y el astrónomo puede encontrarse con selenios, plantas bailando el Can-Can de Offenbach en contra de lo que nos dictaría Newton o la intuición y procede a registrar objetiva y universalmente lo que ve con sus propios ojos aunque vaya en contra de todas sus ideas.
Vivir las cosas, no evocarlas adentro del cerebro pasa a ser lo deseable, de ahí expresiones como la de Robin Williams, el psicólogo, en esa gema de Gus Van Sant "Good Will Hunting" en la que le reprocha no haber estado en la Capilla Sixtina, de ahí "es para X que lo mira por TV".
Somos testigos ahora de una Contrarrevolución Tolomeica, para seguir con la metáfora astronómica: nuestra tecnología nos sirve para ver desde nuestras pantallas al universo tanto más confortable y accesible. Pasamos menos horas con amigos en una plaza tomando mate de las que consagramos en las redes, en las plataformas, compartiendo la visión de una serie de moda a la distancia.
Se nos ha capacitado, además de para una dispesión e impaciencia que se sancionan como virtuosas, para poder estar en todas partes a la vez y no perdernos nada, en una pereza pasiva para la intrepidez y la iniciativa. La vertiginosidad atenta contra la curiosidad. Si me preguntaba en mi infancia si la "illa" de "frutilla" viene de la semilla o del diminutivo tenía horas de reflexiones, conversaciones con parientes que tampoco sabían, peregrinaciones a bibliotecas públicas con enciclopedias y la gloriosa posibilidad de que una hermosa solución meramente no real se despliegue en su elegancia. Todo esto no existe más: en un minuto google me clausura la fábrica con una respuesta certera.
Volvimos al peor de los racionalismos: al que consigue funcionar sin que tengamos ya el pleno uso de las facultades racionales.

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