Lo que siempre espero a fin de año es esta columna. Es lo mejor que escribís. Lo más autentico. Contagia alegría por la vida, pero no una alegría boba, evasiva. sino más bien como esa felicidad crítica que se desprende de los poemas de Whitman.
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Creo que se inspira Woody Allen en una vieja cancion de jazz (que cantaba mejor que nadie Ella Fitzgerald) enunciadora en detalle y con amorosa lupa de the little things that makes me think of you cuando en Annie Hall (o en "Stardust") confecciona una lista de acciones u objetos o personas que le hacen amar la vida.
"Yo recuerdo", la película más personal de Marcelo Mastroianni, hace algo parecido y es curioso que no lo hiciera nunca Borges, que redescubrió para su siglo y nuestra literatura el recurso de la enumeración caótica (que por supuesto no puede ser de veras caótica).
Enero es para algunos el tiempo de lo que Vattimo llamó el "pensamiento débil", época de crucigramas y de simulación de bonhomia o suspensión del espíritu crítico y la exigencia moralista tal como sucede al enamorarnos.
Pienso que en lugar de hacer un test de Facebook para saber qué asesinato de masas perpetraría o qué marca de enduído plástico soy, puedo ensayar mi lista de cosas que me hacen amar la vida e invitar a los lectores a bosquejar la suya, ya que proponérsela es entrar en abrazo con la infinitud del encanto.
Amo tomar sol.
¡Un momento! ¿cuán específico hay que ponerse?. Un francés diría: amo el contacto del rayo solar en el crepúsculo del atardecer del Jardín Botánico durante principios de primavera pensando en el ensayo de Montaigne que se refiere a lo relativo de las costumbres de cada cultura, mientras se disgrega el terrón de azucar de mi café etíope molido para máquina express acariciado con crema de leche light.
Voy a empezar con lo que amo en general y en casi toda circunstancia.
Amo andar en bicicleta.
Amo mirar la luna.
Amo comer chocolate.
¡Un momento! esto no está funcionando: admito que en casi toda circunstancia amo andar en bicicleta y que en casi toda circunstancia amo mirar la luna y que en casi toda circunstancia amo comer chocolate, pero escribir como un idiota "amo andar en bicicleta y mirar la luna y comer chocolate" no parece escrito por mí, no refleja en lo más mínimo el corazón secreto de mi identidad. Me parece que lo que hace que yo sea yo, aunque soy un 98 % genéticamente idéntico a un chimpancé es lo que sí puede parecer un cacho más extravagante. Después de todo ¿existirían peleas entre novios que amen igual de tanto andar en bicicleta, mirar la luna y comer chocolate si eso fuera decir algo?.
Empecemos otra vez:
Amo la exclamación (en grave español neutro y no agudo rioplatense) "¡mira!" en la canción de Serú Girán que empieza "Anteojos negros de carey", amo que su subsiguiente alocución "aurículares en la sien" de milagro no haya envejecido con los avances tecnológicos...amo especialemente la parte que dice "yo nací para mirar lo que pocos pueden ver" y el coro griego nos convoca a hacer extensiva esa cualidad de Charly.
Amo tomar mate en ayunas en un porongo enorme que me compré en Misiones con yerba Rosamonte especial y cascarita de naranja.
Amo la complicidad con un (hasta diez nanosegundos antes) perfecto desconocido en el colectivo por alguna situación presuntamente insólita que nos hermana instantáneamente.
Amo las películas de Lubitsch, los panqueques con Nesquick en la masa y nueces y manzana con canela de relleno, amo tocar fugas de Bach y sonatas de Mozart en el piano y amo el revitalizador pesimismo de Schopenhauer y la limpidez puritana de los sarcasmos de George Bernard Shaw.
Amo los huevos fritos de Paris que describe Cortazar en "Rayuela" aunque en la vida real los huevos incluso duros produzcan demasiado colesterol en Buenos Aires y no los coma y Cortazar me parezca sobrevalorado por motivos políticos y no lo lea.
Amo el gesto de una chica todavía algo niña mirándose en el espejo cómo le queda de cola un jean que se está probando.
Amo el disco de Frank Zappa en el que se burla de Sargent Pepper's... y dice "We only do it for the money" y encima es musicalmente superior desobedeciendo al género satírico siempre sindicado de parásito vicario tributario de su objeto de mofa.
Amo la sonrisa de perfecta imbecilidad que muy raras veces me asalta y es la beatitud suprema, la que remite al disfraz de Desiderio Baudrú por Arsenio Lupin, la que me recuerda al perfecto hacerse el pelotudo o el loco por parte de Nick Nolte en "El príncipe de las mareas" ante el cheto violinista que lo desprecia: -"no tire ese violín, es un Stradivarius, vale millones": la sonrisa de campesino ignorante como duplicando la apuesta de ¿me querés boludazo?¡te hago el boludazo! y las palabras "But it aint gonna worth shit if I let it fall".
Amo la índole de humorismo que simula la imposible ignorancia y nos remite a la inventada infancia que ciertamente no fue posible así de pelotuda, pero nos permite descansar de las causas, los razonamientos y la sucesión coherente.
Amo tirarme al agua helada después de haber hecho 20 minutos de gimnasia y caminar lo más campante en pelotas en medio del frío en virtud del efecto de que se te cierran los poros.
Amo la tangibilidad de la evolución del aprendizaje en algún alumno y constatar las diferencias con las que se manifiestan los progresos según las personalidades.
[sé que algún día voy a desesperar de dar clases, imbuído de la creencia de que la masa del alumnado sucesivo conforma UN único alumno, que es retardado, me detesta y nunca aprende]
Amo decir con la formalidad de mi padre cosas que en la putísima vida diría mi padre.
Amo comer jenjibre crudo que llevaba escondido en un bolsillo del traje Yves Saint Loren en medio de la fiesta de fin de año en el Hotel Alvear o algo por el estilo.
Amo decir la palabra en difícil y "mote juste" que, aunque no venga exactamente a cuento ni describa con elocuencia lo que estoy diciendo me trae a la persona querida que me la dijo para siempre por primera vez y significa ella (¿se entiende?: por ejemplo amo decir la palabra "autotélico" porque la dijo Jorge Panesi en su clase sobre formalismo ruso o "detritus" porque la usa Groucho Marx en su correspondencia con Bergen Evans: estoy diciendo que amo usar una palabra quizá no con perfecta adecuación a mi discurso o eufonía a mi prosodia por el solo hecho de que me remite a la persona que ingresó esa palabra por primera vez o más recientemente a mi alma).
no tienen que ser académicas: ojála con el acento cambiado, me fue dicha por Oliverio Coelho
Amo el amor alemán tan escondido en acciones que lo revelan o en torpes expresiones que no consiguen ocultarlo: amo la capacidad alemana de abstraer el yo y entregarse absolutamente a su objeto y amo cómo falla dicho deber cuando se trata de abstraerse de emociones muy sinceras y muy evidentes.
Amo el rubor, la picardía sincerísima que la timidez agazapa.
Amo los objetos que conserva "La rueda" en Av. Rivadavia al 7900; mesas, pianos, radios, sillas y la confianza en la solidez del futuro que presuponía su confección en aquella época tan actualmente desencantada.
Amo muy pocas cosas de mí, pero, entre ellas, la capacidad de distraerme del más ulcerante dolor escribiendo una elaboración catártica con ironía resemantizadora aunque muchas veces los chistes que me hago y que me curan sean demasiado inusuales para personas más acostumbradas a soportar el lapso eterno de angustia convencional.
Amo el jugo de limón, el mar, el aroma y el sabor de la mayoría de los fluidos vaginales, la "Nutella", el bife de chorizo, la música de Offenbach, hacer pis desde la cima del cerro "La Banderita" y el tango "Qué vachaché".
Amo la ironía de Borges tan leve que a veces es inocencia.
Amo la nieve y el recuerdo de mi infancia en la nieve y el hecho de poder decirle a cualquier hijo de puta que me ofrece droga porque tengo que probar todas las experiencias que por qué no prueba de nacer como yo en Alemania, que está buenísimo y tampoco es adictivo.
Amo tanto los arcoiris que incluso los considero arcoiris cuando son una horrenda mancha de aceite que se veía venir que me iba a terminar costando más que un hijo bobo entre la cámara, la cubierta y el arreglo de los pedales porque la rosca se te arruinó y si te cambio solo la pieza se te va a volver a salir en cualquier momento, no te quiero mentir.
Amo igual de intensamente la miel y a Emile Cioran.
Amo el desafío intelectual y pasional de hacer que me perdonen una cagada épica y lograrlo porque el perdón está como dijo Derridá para perdonar lo imperdonable y para citar parasitariamente a otro genio "lo segundo mejor que hacemos es la venda (lo primero, la herida)".
Amo la búsqueda de Krishnamurti (aunque casi siempre dejo de amar a todos los autores cuya búsqueda se nota más que los resultados).
Amo que la ropa puesta me recuerde un instante amado en el que tenía esta ropa puesta.
[odio tener que tirar ropa, curiosamente no amo comprar ropa nueva.]
Amo la forma yanqui de decir "amo" u "odio" con total indolencia y negligente banalidad para con prácticamente cualquier cosa sugiriendo que el universo al fin y al cabo y las más intensas agonías y los éxtasis más frenéticos son como un juego o parte de Disney y Coca-Cola (odio el odio alemán).
Amo mi tendencia a creer genuinamente que es por motivos morales que me conmueve el llanto de una mujer hermosa y por inquebrantables principios éticos que esta noche no me tocás un pelo.
Amo el grado sorprendente de conexión y de intimidad que consigo intercambiar en poquísimo tiempo con quien vos me señales.
Amo el hecho de que mi madre mitad por pobreza, mitad por salud me haya acostumbrado desde la más tierna infancia al hígado, la polenta y cosas que no me impedirán el efecto "proustiana magdalena" cuando estalle la verdad de la Escuela Austríaca
Amo leer en voz alta los textos que me entusiasman a las personas que quiero: lo amo tanto que a algunas de las personas que quiero casi solamente las amo por eso, porque lo cierto es que la mayoría de las personas que quiero, odian que lo haga.
Amo retirarme a tiempo cuando la batería final del orgasmo femenino todavía vibra y uno puede arrebatarle subrepticiamente a Eros un poquitito de afectuosidad verbal.
Amo ser demasiado y ridículamente específico, que es un recurso humorístico que explotó mejor que nadie el alemán Loriot, aunque tampoco faltó a Monthy Python.
Amo estar en presencia de alguien que sé que me va a contar un gran chiste y saborear la Inminencia de la Gracia, que suele ser mejor que todo remate.
Amo ponerle crema a prácticamente toda comida, e inclusive ocasionalmente a partes del cuerpo (cosa que convierte a la expresión "mi ex-marido me pasa alimentos" en levemente erótica)
Amo de las personas que amo en general lo que ellas son involuntariamente. Amo más la belleza que es hermosa a toda hora y a pesar de que su portadora esté persiguiéndome con un hacha. Dicho esto ¿puedo simultáneamente amar los deliberados principios éticos en las personas de este mundo?.
Amo los principios éticos que hacen que personas como el coronel Saito y el sargento Nicholson en "El puente sobre el río Kwai" de David Lean instituyan la civilización en la selva.
Amo descubrir en alguien que recién conozco las cuerdas que pulsan su carcajada abierta y de todo corazón.
Amo contar un chiste contrario a la ideología de mi interlocutor, pero que se vea obligado a reír en virtud de su excelencia.
Amo los Lebkuchen, repostería de mi infancia en Erlangen, cuya fórmula es más misteriosa que la de Coca-Cola
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Amo ser alemán pero a la distancia y poder ver todas las ridiculeces que implica ser alemán (lo mismo digo de ser argentino, ser judío, ser docente, ser blogger y también las ridiculeces del humorismo, la injustificada sensación de superioridad del lustrabotas que se burla de Galileo)
Amo el hecho de que toda mujer encuentre algo rescatable en ser cortejada por cualquiera. Convierte a este mundo en más lúdicamente encantador y a la envidia de pene en una causa perdida...La asimetría en la génesis del deseo masculino y femeninos es un principio de compromiso para el consenso.
Amo la película de Billy Wilder "Cinco tumbas al Cairo"
: amo saber que Lubitsch hubiera hecho algo de socarronería de marroquinería ante la aparición del zapato del cadáver del hombre cuyo impostor queremos que se salve pero que es en esa escena que el discípulo empieza a separarse del maestro...
Amo tanto los argumentos de Bertrand Russell como los argumentos contra Bertrand Russell de Karl Popper. Este año descubrí a Jean Piaget, quien les pasa el trapo a ambos en esto de aguantar la respiración abajo del agua del aburrimiento, capacidad que toda mente científica requiere...
Amo cómo renace de sus cenizas como el ave Fénix la trilladísima referencia al renacer de sus cenizas como el ave Fénix.
Amo hacer juegos de palabras, amo que me mimen cuando estoy enfermo y amoxidal
Amo el sentido del humor en general y algunas pocas cosas del mío en particular: por ejemplo la disposición permanente al anticlimax en momentos altos ("decime barbaridades en la cama" "Stalin masacró a 12 millones de compatriotas" / "tengo mis años, jovencita, pero le aseguro que mi pene se derrite por usted").
Amo las sutiles perífrasis que intercalan a las canciones amadas mis ídolos crepusculares (Leonard Cohen en su concierto de Londres en 2009 cambiando en "The future" "anal sex" por "careless sex" y en "Who by fire" "by his lady's comand" por "by israelis comand").
Amo la reductio ad absurdum tal como la practica Chesterton aplicada epistemológicamente (por ejemplo suponer con Freud que la energía sexual es una y la misma si estamos con una o dos mujeres parece un vicio mecanicista del paradigma físico de su época: cabe someter su tesis a prueba con, primero, dos mujeres muy lascivas...después que siga otro, macho, alguno del Conicet)
Amo usufructuar los efectos de las sustancias psicoactivas mediante el expediente de reunirme con personas que las consumen: yo consumo drogadictos, pero no tengo la compulsión a discapacitarme.
Amo el hecho de que mi trabajo de enseñar español a extranjeros me permita contagiarme del amor a la Argentina, amo la paradoja vigotskyana de que solo se puede amar a la Argentina desde dicha superficialidad, que deviene profunda.
Amo cotejar expresiones en diversos idiomas. En alemán es regalar atención (Aufmerksamkeit schenken) en inglés se paga (to pay atención), nosotros solo te prestamos. En alemán se lustran los dientes (Zähne putzen), en inglés de cepillan(to brush one's teeth), en español se lavan. En inglés acabar es venirse (I never saw her coming), en español de España más egresivamente correrse (no es que la minita corra la cara)[The Second Coming ¿es el segundo polvo de Jesús?). Empedarse se logra en español empinando el codo, en inglés alzando la muñeca (to rase up the wrist).
Amo cotejar expresiones en diversas épocas. "Tenés un bacán que te hace gustos" es que te otorga "le hicieron el culo" puede ser que le otorgaron o bien que le operaron las posaderas (aunque "me hicieron la lapicera" implica "me caminaron la lapicera" que sería más equivalente a "después de viajar diez horas tuve que hacerme la rayita del culo con una lapicera" que a "me caminaron el culo" o a "salgo a caminar por la cintura cósmica del sur" que tampoco tiene nada que ver con el camino de cintura (¿quién camina de cintura? alguien que haga clases de canto o de íngles). "No te hagas la cabeza" no es lo mismo, aunque sí Bill Clinton podría decir que no sabe qué piensa Mónica Lewinsky porque ya hace años que no está en su cabeza.
Libros que amé este año: Freakonomics (Steven. D. Levitt, Stephen J. Dubner), Ni de Eva ni de Adán (Amélie Nothomb)Jugar en serio (el libro póstumo de Ezequiel de Olaso reelaborando sus caminatas fiolosóficas con Borges), Etimología de las pasiones (Yvonne Bordelouis), Menschen, Tiere, Katastrophen (Loriot), "El tiempo envejece rápidamente" de Tabucch, especialmente el cuento"Festival"(¿es Andrej Wajda?)iuf, no empecé a nombrar ni la décima parte...
¿vale decir "amo la manera que tuvo Romina Paula de felicitarme por mi paternidad", "amo el entusiasmo con el que Melibé aprendió a tocar "el" preludio de Bach en piano?
Amo la mera repetición de las palabras del interlocutor desde un semblante que hace equilibrio entre el sonsonete y la suspicacia (una ironía pura, basada en cambiar de signo lo que se nos dice sin alterar una letra). Es difícil de transmitir de modo abstracto y no “en acto”. Baste enfatizar que en nada se parece a un psicoanalítico “señalamiento” para que el paciente ahonde, agregue, amplíe. La reiteración especular con sorna es lo más cáustico que se puede ser, se le restituye la entera responsabilidad de sus dichos al hablante, limitándose a devolverle sus palabras con un teñido que pone en evidencia lo absurdo de la coloratura. Bueno, ese recurso es una de las cosas que amo.
Por supuesto me encanta también cuando el humor puede basarse en una larga pregunta de las que los encuestadores denominan “cerrada” (por sí o por no) y que todo el remate consista en una de las dos posibilidades. Por ejemplo, el chiste de Fontanarrosa “yo lo que extraño mucho de la Argentina es el bife de chorizo” “¿está viviendo afuera?” “NO”…quizá no es el mejor ejemplo, porque la pregunta era retórica y casi capciosa, un sobreentendido de que sí…[hay una publicidad en la que el protagonista todo felicidad culmina diciendo a su analista que tal vez sea hora de dejar terapia y éste corta el mambo con un tajante "NO"]
veamos otro ejemplo: el padre Brown de Chesterton es abordado en “El puñal alado” (La incredulidad del padre Brown) por un asesino disfrazado de místico que le predica: -Usted cree en todo, todos creemos en todo, incluso aunque lo neguemos todo {cfr. con el parlamento inicial del film “Vincere” en el que Mussolini dice “Ustedes me odian porque todavía me aman”}Los que niegan creen. ¿No siente usted, en el fondo de su corazón, que esas contradicciones no contradicen nada?¿Que hay un cosmos que las contiene a todas? El alma gira sobre una rueda de estrellas y todo vuelve; tal vez mi enemigo y yo hayamos combatido ya en muchas formas, bestia contra bestia, pájaro contra pájaro, y tal vez luchemos eternamente. Pero, puesto que nos necesitamos y nos buscamos el uno al otro, incluso ese odio eterno es un amor eterno. El bien y el mal giran en una rueda que es una cosa y no muchas. ¿Acaso no ve usted, y no cree por encima de sus creencias, que no hay más que una realidad y nosotros somos sus sombras; que todas las cosas no son más que aspectos de otras: un centro donde la humanidad se funde en el hombre y el hombre en Dios?
-No-respondió el padre Brown.
Un tercer ejemplo sería el de George Clooney en la película en la que hace de experto en despedir empleados, cuando su amadrinada le pregunta cómo puede ser que no tenga pareja y él le responde algo así como ¿sentiste alguna vez que estás con una persona y que no importa hace cuánto hace que la conocés tu alma y la de ella fluyen en una misma sintonía de onda desdibujando vaporosamente en una amorosa argamasa las barreras que separan las individualidades y sentiste que tu corazón había nacido para ese encuentro prodigioso en el que ambos cautivadoramente se reconocen recíproca devoción involuntaria?. -¡¡Sí!!-exclama ella entusiasmada -Ah, qué bien, che, lo que es yo no, en la puta vida, por eso ha de ser que sigo solari-responde él, seco.
Pasemos ahora a las resurrecciones que nutren aquellas esperanzas que nos sirven mucho más que sus concreciones: amo la cicatrización, el resurgir desde alguna postradora convalecencia, el sol después del frío, el beso después de la furia homicida, el ámbito correcto de un juego de palabras que mereció abucheos (de esto tengo millones de ejemplos, podría ser “lo que nos salva a los rioplatenses del destino chileno es que nosotros, sin necesidad de arrojar en Boston un cargamento de nada, sí que tenemos el matecito cerca y el té…remoto”).
Amo aprovechar una hora libre porque me suspendieron alguna clase ya sea que tenía que dar o a la que tenía que asistir y meterme en una librería de viejo y leer de parado a contramano y a contrapelo de mi época, qué se yo, “Peter Pan &Wendy” en el inglés original y no llevarlo por peanuts en Santa Fé casi Pueyrredón, pero que la sola distancia entre la posesión del libro y su lectura me recuperara el deseo que es bien sexual de leer los libros que están en mi casa, o sea, con los que convivo en monotonía y desidia soporíferas.
Amo los encuentros espontáneos como por ejemplo el que tuve con el actual ganador del Premio Clarín de Novela, Gustavo Nielsen, que concluyó merced a su generosidad con Syrah y rabas en alegre guillotinamiento verbal de algunos personajes detestables del campo intelectual argentino. Amo el hecho de que espontáneamente se me quiera, eso sería, que si te agarro de prepo, de improviso y te tomo por sorpresa lo más probable es que te produzca una sonrisa y no una molestia.
Amo la diversidad de pueblos que me permite conocer el oficio de profesor de español para extranjeros (este año hubo un delirante personaje de Gibraltar, una pareja inefable irlandesa, un turco que conjugaba con híbrida precisión el cinismo y el esoterismo, una griega que me aseguró que la caja de Pandora contenía los bienes y no los males, una alemana que no tardó en enamorarse de un australiano, una neocelandesa, una holandesa, un belga, muchos norteamericanos, tres brasileras, varias italianas, una de ellas de Córcega, orgullosa patria de Enio Morricone-al que mentaba como si un rosarino hablara de Silvina Garré), amo la inamovible certeza del idioma alemán que han incorporado este año también diversidad de pupilas y niñas de mis ojos.
Amo la ropa que me ayudó a comprar un gran crítico de arte de preferencias sexuales alternativas asegurando que con esto entraba por fin en el siglo veinte{SIC}.
Amo el recurso de la perífrasis como instrumento de comicidad: amo decir ahora mismo por ejemplo que la estructura de la frase "No tengo Maestro pero a la vez todas las cosas son mi Maestro", no es universalmente aplicable, y probar con variantes como “NO TENGO VERGÜENZA…” o “NO CONSEGUÍ UNA ERECCIÓN, PERO A LA VEZ…”
Monthy Python en su sketch de Oscar Wilde llevan este recurso a la excelencia, cuando después de que se oye “lo único peor que que hablen mal de uno es que que no hablen de uno en absoluto”, Whistler para competir añade “y lo único peor que que jueguen con uno a la pelota es que no jueguen con uno en absoluto”, etc.
Amo la buena inteligencia inmediata de las contradicciones de las prácticas discursivas, en las conversaciones de hoy por ejemplo detectar en un amigo que descartó a una chica porque era superficial y frívola y especialmente porque su apariencia dejaba mucho que desear (frase que debe entenderse como precisamente lo opuesto: obturaba e inhibía todo deseo)…
Amo rediagnosticar las pretendidas tragedias rusas partiendo del berreta marco clase b en el que se insertan. En una charla de hoy por ejemplo una amiga me agradeció que le revelara que no es que no rehizo su vida amorosa por la patética circunstancia de que la experiencia de su último noviazgo fue hasta el paroxismo hórridamente dolorosa y traumática, sino porque haberse enamorado de semejante hijo de puta hizo que dudara de su percepción para elegir candidatos en lo sucesivo…
Amo contagiar mis placeres: amo ser el misionero de Loriot, de Lubitsch, de Leonard Cohen, de Bastian Sick, de Sebastián Haffner, de Georges Mikés, de Edgar Keret, de Halbritters Waffenarsenal, de William Goldman, y es lindo también que mi carcajada genere risa, aunque los orígenes sean inciertos…
Amo lo involuntario de la memoria tal como la concebía Proust contra Bergson cuando de tanto tocar mi piano recuerdo una melodía aprendida o compuesta hace veinte años y en mi casa me vitorean por la reciente adquisición que, supongo, les renueva el reiterado repertorio.
Amo la Weltanschauung de la fatiga muscular, lo hermosas que son las mujeres, lo intensos que son los colores después de haber corrido cuarenta minutos, lo animal que podemos volver a ser por obra y gracia de los gimnasios modernos…
Amo ciertas acariciadoras voces y ciertos contactos fisiológicos a los que solo les falta hablar: amo la sensualidad y la seducción de la mayoría de las conversaciones, es tan erótica para mí que a lo largo de mi vida muchas veces pasé por monacal o asexuado o por intentar hacer “un trabajo fino conmigo”.
Amo complementariamente el ejercicio de poder de tener acceso a un cuerpo antes convencionalmente prohibido, no estoy seguro de que ese acceso signifique siempre un placer más freudiano que nietzscheano.
Amo en general el teléfono descompuesto que ha mantenido tan hostilmente tenso como irresistible el diálogo entre el hombre y la mujer, la asimetría de momentos en que uno piensa en algo banal y la otra en algo trascendente y viceversa. Amo las execrencias de excelencia que redundan de tolerar a un cuerpo precioso en su discursito acerca de la inclusión de la juventud en la política/de ser celebrado como poeta en virtud de mis otros favores orales, etc.
Amo toda reductio ad absurdum por equivocada que sea la causa que defienda, en razón del ingenio deleitable que presupone (no es fácil producir una buena reducción al absurdo, muchas veces las más exageradas dejan incólume al argumento...por ejemplo retrucar ante la declaración “admiro a Cristina porque es lo más cercano a una efervescencia ciudadana…cuando estaba Alfonsín era muy chica” que eso equivale a decir “admiro a Luis Bonaparte porque durante la Revolución Francesa tuve un episodio cerebrovascular”) ((no es gracioso decir que si la Federal tiene que ir sin armas, los bomberos tendrán que ir sin mangueras, pero tampoco es gracioso decir que sin mangueras ni casco ni calzoncillos y de nuevo sin mangueras, etc.))
Amo el concepto de “las ganas son algo a adquirir” que un psicólogo me legó para alentarme a salir a buscar trabajo en el año de la crisis y la miseria: amo extrapolarlo a campos más suculentos con resultados científicamente comprobables (no amo que las velocidades del deseo estén descoordinadas, es algo que genera casi una apología de ciertos autoritarismos necesarios, como obligar a un niño temeroso a tirarse por primera vez del tobogán acuático sabiendo que va a terminar encantándole)
Amo cómo se admira a Cassius Clay a Baruj Spinoza, por cómo peleó y se defendió, aunque descreo con ecuanimidad del jab, del panteísmo, del cross izquierdo y del determinismo
Amo con tozudez a la tozudez, creo que confundo obstinación patológica con genialidad visionaria. No veo otra justificación para amar todavía a mis ídolos…
Amo las virginidades rotas de las papilas gustativas: que después de hacía mucho me sea dado saborear el helado de maracuyá o cierto plato típico de no sé dónde o gustos que si disfrutara a diario perderían su encanto. Lo que amo es poder imponerme ese límite, no el premio esporádico.
Amo mi diferencia como lo escribió Carlos Grünberg: “He reflexionado largamente, desde la niñez hasta la vejez, sobre mi condición y mi situación {…}, de miembro de una familia espiritual minoritaria, inmerso en un mundo poco inteligente y poco tierno, proclive a confundir lo diverso con lo adverso, lo opuesto con lo contrapuesto, lo extraño con lo extravagante, lo otro con lo hostil y con lo aborrecible {…}Mi diferencia es un hecho y de este hecho emana un derecho: mi derecho a ser diferente. Y también emana un deber: mi deber de ser diferente. Y de mi derecho a ser diferente emana una obligación: la obligación, que tienen todos los demás, de respetar y alentar y amar mi diferencia. Yo amo mi diferencia con el amor con que la amaría si fuese otra diferencia y con el amor con que amo diferencias ajenas (…)
De mí amo por ejemplo no amarme lo suficiente y exigirme pruebas permanentes como para entregarme mi amor.
Amo a Bernard Shaw y a Freud o mejor dicho: amo el amor de Einstein a Bernard Shaw y a Freud y al misterio y al conocimiento objetivo y a la vida. No amo a Freud con el amor a veces caricatural de sus epígonos ni a Shaw con el amor literario con el que lo amaron mis amados Haffner y Mikés: amo lo que espiritualmente implicaron en valiente inteligencia.
Amo a la niña judía que señalando un árbol de Navidad (que no celebra) me explicara que se trata, SIC, de un "árbol de natación" (deporte que igualmente tampoco practica)
Amo el hecho de que mi entre comillas drogadependencia haya consistido en su momento y por adoración a una niña drogona simular saberlo todo, como los adolescentes con el sexo y los poetas con el mar, sin haber probado más que el efecto alucinatorio que la conversación con los drogones me produce. Amo mi involuntaria aversión a la toxomanía a la que considero hacerse adicto a discapacitarse. Pero creo que es porque prefiero ir caminando a ir en colectivo, no porque no quiera ir.
Amo la intensidad del deseo sexual muchísimo más que su consumación y amo la infancia, que casi parecen lo mismo: ningún adulto se exasperaría hasta ponerse colorado por el hecho de que le sea brevemente asimilado el contenido de sus huevos si éstos son huevos Kinder, solo la niñez debate cada bagatela con la pasión turbulenta de una cruzada.
Amo el deleite metafísico y el efecto espiritual que determinadas partes del cuerpo de determinadas personas pueden llegar a operar incluso si son operadas.
Amo determinados sabores específicos cuya mención solo significa que amaría a otros similares siempre y cuando hayan sido destinados al goce de las papilas y a oficiar de spa durante el itinerario gástrico. No quiero mencionar marcas porque no dependo de ellas (y porque no pagaron). Digamos que puede mejorarme sensiblemente el humor el "Aleph de los bifes" que es el bife "Chiquilín" valga la paradoja (trae espárragos, papas fritas, huevos fritos, panceta, y deliciosos etcéteras). Cuando era chiquilín me acuerdo que fuimos a un cumple de un compañerito y había una gran pileta cuya profundidad no se advertía al estar mis coetáneos merodeando sus bordes: me metí socráticamente (sólo sé que no sé nadaR) y empecé a teatralmente ahogarme tal y como lo había visto hacer en las películas. Esteban Wilder, un compañerito que devendría ingeniero, me dijo que me agarrara de su brazo y yo pude vivir. Recuerdo en particular esta anécdota porque nos permite sumergirnos en una de las características que es condición de posibilidad de mi manera de amar. Le dije "me salvaste la vida" sin asumir que si él no me salvaba, otro lo haría, o a lo sumo habría tragado agua hasta la llegada de determinado padre o la resurrección en un hospital público. Esto empecé a decir y no termino de explicarlo: que me encanta agradecer idolátricamente algo que no merece una gratitud ni tan personalizada ni tan magnificada. Cuando estoy contento necesito un dios que me haya insuflado esa dicha milagrosa, que perfectamente podría no haber sido. A cada una de mis primeras noviecietas les decía que era concebible la sola idea de no habernos llegado a conocer jamás, que el haber desafiado las leyes causales de esta manera no debía dejar de maravillarnos y estremecernos. Fue muchos años después leyendo determinismos freudianos o argumentando contra el argumento panglossiano con Darwin que no habría vida alguna si no estuviera de alguna manera adaptada que dejé de amar la deuda de gratitud como motor de felicidad y principio de libre albedrío. O sea: amaría otros dulces si no existiera el Nutella o el Lindt 85% cacao, amaría otros panes si no existiera Franck Dauffouis (Chef Patissier-Boulanger) Ambrosetti 901, horario martes a sábado 7 30 a 19 30, domingos 8 a 18 30 hs., amaría a otro bicicletero si no existiera el actual a quien frecuento mucho más que a la psicóloga y que se me va a hora unos días en los que no sé cómo voy a hacer, ojalá pueda mantener el delicado equilibrio en mi recorrido...
Amo haberme jugado por los trabajos que amo y poder vivir de ellos-dicho sea también en un sentido casi épico este "vivir", dado que hambre no se podría pasar ni viviendo del subsidio del presidente Amado: poder comprar café de Cafezenda o comer goulash de Tourandot o hacer asado con asado aunque por cada kilo de asado haya tanto hueso y grasa. Digamos que amo la docencia, la traducción, la redacción de columnas por encargo dentro de mis limitaciones, el ghostwriting, el homeschooling (o ghostschooling y homewriting) el pasear a turistas, el saber establecer y consolidar vínculos tan entrañables con mis alumnos (y alumnas) y amo el no amar tanto el dinero como para adorar idolátricamente todo lo que se puede hacer con él cuando no es un fin, sino un medio (después de un breve período de ahorro en que ha sido un fin en sí mismo y había que hacer de cuenta que hasta alcanzada cierta cifra no tenía otra utilidad, claro). Amo mi amor al sacrificio pero también que mi época y mi país no correspondan a ese amor, impidiendo que la tentación estoica sea desaforadamente desenfrenada...
Amo la injustificable alegría de vivir con la que se despierta mi hijo de ocho meses cada mañana: cuando lo paseo, quienes lo ven tan sonriente me dicen "y sí, cómo no estar feliz, si no tiene que trabajar, si puede pasear sin ropa" y demás causaciones racionalistas. Estoy seguro de que Mariano Grondona no manifestaría similar exhilarante plenitud de alegría incluso si lo paseamos desnudo cubriéndole todos los gastos, ha de ser algo más relacionado con su iniciática fisiología...
Amo participar de la ilusión de todo padre cuando su hijo es cachorro: que el amor universal por los bebés le está dirigido en exclusiva y excepcionalmente a la singular majestad de su príncipe
Amo el hecho de pertenecer a una estirpe que a partir de un diálogo de sordos en la transmisión del código genético heredado pasó de ectoplasma a hominizarse hasta que todo lo que lo condujo al éxito encefálico le sirvió para detener la evolución del cuerpo. El ambiente se adapta a nuestro inútil apéndice ahora, Nueva York se construye y se erigen rosedales en honor a nuestras eternas amígdalas.
Amo la sutileza con la que estoy intentando escribir sin lograrlo ni por asomo la biografía de un hombre que dejó de ser marxista contando marxistamente su infancia como producto de las determinaciones históricas y pasando poco a poco a interesar al lector por su individualidad hasta llegar a una vejez ajena a su época
Amo hacer juegos de palabras con mis amigos duchos en ello y amo haber sembrado inconciencia en mi hijo adoptivo que me recuerda humoradas de cuando tenía siete años (ìbamos al mar y yo le decía "otro día que no puedo conocer el mar, cada vez que llego están limpiando")
Amo el recurso que mi sensei llamó "protagonizar la metáfora", comiendo pollo con la mano delante de una chica hermosa para constatar que está más buena que comer pollo con la mano o pidiendo a una maestra de kindergarten para un niño de tres que me dé masa.
El hecho mismo de ponerse a pensar en cosas lindas es autorreferencialmente digno de ser amado. Los noticieros no solo nos mienten que todos los días pasa algo: encima nos dicen que lo que pasa es alarmante.
Tendemos a callar lo hermoso, lo revitalizador, lo que nos sorprende gratamente para no parecer bobalicones, cursis o poco pícaros. ¿Acaso va en detrimento de todo lo que nos queda por hacer para mejorar las cosas el señalar cuál es nuestro generador de energías que alimenta las fuerzas para lograr las transformaciones? Si yo digo que amo tomar sol y comer chocolate y mirar la luna ¿carezco de sensibilidad social? Hay cierta delicadeza mal entendida pero bien extendida en las personas mejor intencionadas que no advierten cómo hay que combatir la brutalidad de los horrores. Por eso este año quiero poner en primer término que amo la película "Amigos intocables" que cuenta la historia de un tetrapléjico y cómo sus ganas de vivir le volvieron gracias a un bruto, que no le tenía compasión y que le hacía bromas salvajes
La mayoría de las personas no tiende a exaltar en su discursividad cotidiana lo que ama.
Es más: la mayoría cuando llega el amor, se defiende del amor como de la peste, no se entrega, lo estudia con malpensada suspicacia. De la malpensada suspicacia no sospecha nada malo, solo del amor.
Amo las magnolias de Barrancas de Belgrano, su insolente galanura y su cítrico aroma
Amo tener el don de decir el chiste en el momento justo con un timing que lo hace parecer espontáneo a pesar de que se basa en el hecho de que atesoro en mi memorias miles y miles de chistes-materia prima que amo
Amo traducir y los problemas inimaginables que se me presentan al traducir, como por ejemplo para una campaña a favor de que se baile el tango en Alemania tener que poner "aquel que conduce" en lugar de "el conductor" porque se diría el "Führer"
Amo las diferencias idiomáticas y que se diga "nuez de Adán" en español y "manzana de Adán" en inglés y que un "enroscado" nuestro, alguien traído de los pelos, retorcido, ignorante de la navaja de Occam, sea un quemado en inglés, un limado o alguien que está jodido ("screwed")
Amo muy diversas músicas, la mayoría por sí mismas, y otras, inconfesables, por los aterciopelados momentos a los que remiten.
Amo los grandes ejemplos artísticos que hacen de la necesidad virtud (Orson Wells, filmando "Othello", creando la genial escena en el baño turco solo porque ¡no habían llegado las valijas con las vestimentas para los actores!)
Amo los errores, fuente de creatividad y descubrimiento. Amo el hecho de que de niño un compañero de escuela me confesara que había sido tan estúpido como para creer que la vagina era un agujero no perpendicular, sino a la altura del ombligo, y que yo recién entonces advirtiera su geografía anatómica. Amo dialécticamente el hecho de que el tiempo demuestra que ese error vergonzante (o aquel otro de suponer que el cordón umbilical conecta el ombligo del embrión con el de la madre) no es un error garrafal que distorsiona una inmutable matemática de la biología, sino una variante que no se terminó dando y que condenar la propia ignorancia por ese "error", es estar peligrosamente cerca de Francisco I que niega no los avances de los últimos doscientos años de la ciencia, sino el anterior, el de Darwin.
Amo mi facultad de hacerme feliz con solo vivir en un mundo simbólico de chistes estúpidos, y reírme de que en la foto de "Caras" Nº 1659 se diga que Juanita se separó de "Manguera" y a continuación se la muestre en una foto con una manguera ("Juana aprovechó el domingo para limpiar una terraza del dúplex que hasta hace poco compartía con Gonzalo") o de que en Parque Centenario un hombre le grite a su hija "Rocío, al pasto, no" como si el nombre que le puso no convirtiera en un despropósito su mandato... |
mi abuelo Marcos, cuyo sentido del humor amé siempre y cuya buenmocedad perdura en mí, lo digo sin falsa inmodestia... |
Amo los finales desopilantes que se meocurren para cada historia que escucho o cada cosa que veo: ayer vi un extenso documental en Canal Encuentro sobre una escuela en la villa 31 y se me ocurrió que sería graciosísimo que de todas las cosas edificantes y políticamente correctas que les enseñaban a decir a los pibes del barrio, al final dijeran "porque acá en la villa no todo es venta de drogas, chorros, violencia, hay muchas personas, como nuestros padres que se levantan a las cinco de la mañana para salir a trabajar para poder pagar los seis millones pesos de cuota de esta escuela tan humanista"
Amo los paralelismos absurdos, que Moisés esté subyugado por la omnipotencia de Dios y Éste le diga "si me hubieras visto diez mil años antes...ahí no sabés lo que era"
Amo la satisfacción de construir algo poniendo en ello todo mi corazón y la satisfacción de darle completamente la espalda y comprender que fue un error monumental y que no haya contradicción, como no la hay en disfrutar de que en "Breaking bad" lo que decide al protagonista a fabricar y vender drogas sea que tiene dos años de vida (que le quedan dos años quiero decir) y en disfrutar de que Nietzsche halle la raíz de la ética socrática de la compasión en que su creador ya estaba panzón y viejo.
Amo a Les Luthiers, a Borges-en especial brevemente "ser Borges" a través de sus muy íntimos poemas, a Chesterton, al Paul Auster de "La invención de la soledad", la sorprendente comedia alemana "Irren ist männlich", el cuento "Enoch Soames", descubrir autores (así sean más conocidos que la ruda, como Joyce o Alice Munro), las novelas del comisario Maigret de George Simenon y muchas otras cosas belgas (los panqueques belgas con Nutella que confeccionan en la plaza de San Isidro, Chistof, el standapero de "Un belga en Argentina", el bed&breakfast de Bruselas "Tintín"-que me hizo feliz cuando me falluteó la amiga que me alojaba en Paris y me bajé antes energuménicamente del tren).Amo de lo húngaro a escritores secretamente magiares (George Mikés, nacionalizado británico, Ephraim Kishon, nacionalizado israelí), el restaurante "Turandot", Sandor Marai, la condición de verbo condicional del nombre "Hungría"...Amo tantas cosas de lo alemán, que no parecería amar la concisión alemana si las empezara a desovillar, también el idioma alemán amo y si bien los sustantivos compuestos suelen mostrar primitivismos y tosquedades (Glühbirne, pera de brillar es bombita eléctrica, Kühlschrank, mueble de frío es heladera, Schreibtisch, mesa de escribir es escritorio, Baumwolle, lana de árbol es algodón) y hasta repulsivas descripciones de lo adorable (Ohrwurm: gusano del oído es canción hitera, Brustwarze: verruga del pecho es pezón) hay redentoras dulzuras poéticas tipo lunfardo (Bordsteinschwalbe: golondrina de cordón de la vereda es trabajadora sexual).Amo a mis amistades, el poder tener las conversaciones tan inspiradoras y que me hagan depositarios de sus secretos y su consejero y que puedan recurrir a mí si precisan algo, por ejemplo que les presente a alguien del sexo opuesto o lo que sea (no que les presente a lo que sea).Amo la tecnología de que disponemos ahora que produjo silenciosamente más cambios que cualquier política privatista o estatista y permitió reencuentros con los colores de voz y rostros de la infancia cuyas potencias siguen intactas como sustancias alucinatorias en algún rincón de nuestros desquiciados sesos.Amo haberme no enterado de que el Papa electo es argentino, porque me encontraba dictando mi curso de humor y por más que los alumnos juraran y perjuraran no sería la primera vez que me hacían pisar el palito con algo así de inverosímil.Amo ser un productor de humorismo pero sobre todo un consumidor, porque como dijo Charly García, lo más disfrutable es ser fan...amo el humor involuntario, detectar incongruencias, por ejemplo el restaurante hindú "Gandhi" (¿no es un hombre que se hizo famoso por sus huelgas de hambre?)...la publicidad que dice "hacé realidad tus ganas de ir a Brasil" (¡son una realidad mis ganas de ir a Brasil!), la cafetera Break-fast, que con el guión heideggeriano parece decir que se rompe rápido... ("fast" viene de ayunar, con lo cual, "fast-food" sería comida para ayunar)Del repertorio de recursos para devenir algo en cómico, amo el modo en que Niní Marshall emplea el léxico usando la palabra similar pero equivocada ("angustionada", "lo operaron de una Úrsula")La formalidad improcedente de Loriot, sus tecnicismos exactos para hablar de lo que merece coloquial distensión (los hombres que debaten desnudos en la bañadera equivocada).La especificidad de Monthy Python, el modo riguroso de continuar con matemática precisión la combinación de dos campos semánticos incompatibles (los peluqueros alpinistas, en Mark Twain el arca de Noé inspeccionada en un puerto alemán, en Saturday Night Live la Sirenita cantando y que se le caiga Bin laden en la cabeza).Gestos faciales de Benny Hill y del Superagente.Extrapolar, arrastrar la mecánica de una cosa a otra. Por ejemplo: con justa razón muestran a un paralítico como el más damnificado por los cortes de luz: no tiene ascensor, no puede ir a su casa. ¿No sería gracioso que la práctica de reportear a discapacitados se haga costumbre?. Para informar quién ganó el gordo de Navidad, consultan a una mujer en silla de ruedas ¿cómo le afecta no haber ganado la lotería?. Para mí, es gracioso por una serie de extensas cuestiones ideológicas: creo que las noticias como los cortes de luz tienen que mostrar que están mal para el hombre común y no para una excepción respetabilísima pero excepcional. Después de todo tampoco es ideal para el discapacitado sí tener luz. A mí, por ende hacer esta extrapolación me resulta tan "ilustrativa" de lo ridículo que es interrogar al discapacitado como al director de contenidos del noticiero le pareció ilustrativo de cuán grave es una mala noticia. Prescindiendo del "mensaje" lo de poner algo donde no va es gracioso en sí. Capusotto y Saborido arman con la sola vinculación de un juego de palabras un consecuente personaje, por ejemplo "Frank Psiquiatra, el cantante que difunde teorías de la clínica contra alienaciones mentales" y que canta en lugar de "Only you" por ejemplo "Only Jung": juegan al puro placer de mezclar, no están diciendo ni que Frank Sinatra ni que Carl Jung fueran poco respetables. Amo el sexo, como cualquier hijo del vecino, pero con algunos aditamentos que cierta mojigatería inicial contribuyen a hacer más pleno. Recuerdo mi sensación de pecado con las primeras revistas de mujeres desnudas y mi igualmente estúpida santurronería al donar en el sigilo de la noche a gomerías mis ejemplares, como si fueran homeless a los que les donaba mantas.Amo lo que sería un error, me parece, llamar "confianza en mí mismo". Es más bien un ímpetu aligerador que contiene cierta poderosa capacidad de desprecio. No confío en mi capacidad para definirlo del todo bien, pero definirte esto bien o no me chupa un huevo.Amo reír y hacer reír y sobre todo hacer reír en momentos de dolor, hacer reír inesperadamente, anestésicamente, físicamente, de un modo en que te vuelve, por así decirlo, el cuerpo al alma... Amo tocar el piano, amo dibujar
Amo haber aprendido a ser un poquitito más breve, así que este año, sin que se haya reducido mi capacidad de amar, au contraire, no voy a distraer tantos segundos vuestra atención...
Tengo un amigo que me asegura amar este formato en el que cada año hago una lista de cosas que amo. En la puta vida intentó escribir una lista semejante él, pero a pesar de que no hay esa mimetización enamoradiza, no dudo de su amor a estos textos míos, vale decir, a un texto por año, de los miles que produzco.
El primer año que lo hice había mucha libertad: podía decir que amaba el chocolate y tomar sol y andar en bicicleta. Ahora sin dejar de amar esas cosas, sería redundante repetirlo. Hasta no estar en silla de ruedas y amar el culo de la nueva enfermera o algo así, supongo que seguiré amando algunas cosas ligadas a la juventud pero sin la posibilidad de volver a declararlo.
Amo que la inocencia trascendental siempre nos acompañe, lo profundamente candoroso que es el mayor de los escepticismos, la más cáustica de las formas de cinismo.
Amo "A long way down" de Nick Hornby pero en especial quisiera mencionar los libros que no he leído y que sé que voy a amar, muchos clásicos entre ellos ("El gatopardo", sin ir más lejos, aunque sé que no va a cambiar mi vida).
Amo haber descubierto en un libro de reportajes a Borges que leí miles de veces recién ahora que él descubrió recién ahora un detalle de un cuento de Kipling: "Hay un cuento de Kipling titulado "LA PUERTA DE CIEN PESARES" que se desarrolla en un fumadero de opio. Ese cuento lo leí; bueno, no sé, ...un centenar de veces a lo largo de mi vida. Y la última vez que me lo leyeron en voz alta, descubrí algo que no había notado las veces anteriores: ese fumador de opio que se llama Gabral Mesquita (Gabral viene a ser una variación del nombre Cabral, de lejano origen portugués), cuenta su historia y habla también de la historia del dueño del fumadero de opio. Al cabo de cien veces de leerlo, noté que el narrador, que morirá cuatro meses después de haber contado esa historia, confunde su memoria personal con la memoria del dueño del fumadero de opio. Ese detalle, que es muy importante, en todas las veces anteriores, como dije, no lo había notado. Rudyard Kipling era un auténtico estilista y escribía con una perfección extraordinaria, sin permitirse vacilaciones, porque esas vacilaciones habrían atentado contra su estilo. De modo que él escribe con frases perfectas y, después de haber leído muchas veces un cuento suyo, uno puede descubrir el verdadero significado"
Amo que cada año que pasa sea más la gente que encuentro por la calle y que me saluda afectuosamente: lo amo porque no creo que se deba a que el universo se contrae, sino a que conservo viejas amistades y estrecho nuevas
Amo cierta sensación oceánica de panteísmo que hace que en un colectivo no metafórico sientas que podrías constituir con sus habitantes una confraternidad en una isla desierta y al mismo tiempo amo hobbesianamente tener la oportunidad de despreciar a todos, oír sus estúpidas conversaciones telefónicas y agradecer no tener que llevar esa vida o al menos no percibirla desde ese cerebro.
Vendría a ser una suerte ¡ay! no tan matemáticamente correcta de tomar todo lo que me des de amor, porque eso es verdadero, cada manifestación de alabanza y reconocimiento te brotó del alma y me hace mucho bien y máxime viniendo de alguien con tus diamantinas facetas y que no se lo dirás a cualquiera y saber que cada crítica demoledora que me decís y cada misil tierra aire que me clavás por la espalda como un baldazo de agua helada lo tomo como de quien viene
Amo que algunas ideas que tengo hace tanto que si no fuera por cuánto respeto la memoria de Kant llamaría "innatas" estén siendo consagradas por la evolución inopinada del mundo. Para no entender el imperativo categórico hay que ser estúpido y para muchos de mis contemporáneos ése parece ser el imperativo mismo. Mi tendencia a despreciar los discursos muy privados anticiparon la actual práctica internáutica en la que no hay peor exhibicionista que el que no quiere ser observado, sino ser usado a su vez de voyeur. Mi tendencia a amar la velocidad, no en todo, quienes pernoctaron conmigo ya lo saben, pero sí en áreas del pensamiento cuyas producciones tienen que ver con lo rápido que se pensó una cosa. Otra característica coronada por estos tiempos. El desdén hacia la idea de "autor intelectual" en un sentido rígido. Mi indiferencia hacia traducciones literales muy técnicamente irreprochables. No logro explicar esto bien, pero sería algo así como que la sociedad en la que estoy inserto avanzó hacia lugares en los que yo siempre había creído indispensable vivir. Amo, digamos, muy modestamente, que Dios por fin se haya dado cuenta de que yo tenía razón con mi punto de vista.
El sentido del humor: amo descubrir que hay tantas formas, enseñándolo se aprende muchísimo. Amo haber descubierto por ejemplo a Victor Borge, que no es precisamente "el último grito"
Amo formas de felicidad inesperadas. Poder amar tu presente ¿hay alguna escuela de coaching positivo que hubiera adivinado que se podía lograr con una buena dosis de aborrecimiento de todo tu pasado?
Amo el modo en el que mi creatividad se me despliega a pesar mío, a punto tal que no puedo contar cómo conocí a fulanito sin reacomodar mis ideas al contarlo y sin descubrir miles de cosas graciosas desde mi actual lugar de enunciación.
Amo ser hincha de Boca sin odiar a los de River, una vieja discusión que ya está implicada en la descripción de San Agustín de Hipona aclarando que parte del regocijo de los salvados es ver el sufrimiento de los condenados. Siempre insisto en poner en cada "tánatos" algo de "eros" por así decirlo y a riesgo de parecer un babero pajoso o algo así, con las sílabas en otro orden, me reservo esa maliciosa satisfacción cruel por el dolor de mi enemigo para mis mojigatas fantasías de violación
Amo el aroma de mi desodorante que no debo nombrar porque no me vendí al oro yanqui o francés, nunca lo sabrán
Amo haber descubierto el plagio a Wilde en Borges y su poema "El tango" After playing Chopin, I feel as if I had been weeping over sins that I had never committed, and mourning over tragedies that were not my own. Music always seems to me to produce that effect. It creates for one a past of which one has been ignorant, and fills one with a sense of sorrows that have been hidden from one’s tears
El Tango crea un turbio
pasado irreal que de algún modo es cierto,
el recuerdo imposible de haber muerto
peleando, en una esquina del suburbio.porque el plagio crea el efecto de tener un antecedente original, del que uno había sido ignorante
Tema que nos llevaría a hablar, para decirlo con una perífrasis a un título de Borges, al tema del "Traidor antihéroe". Presentarse como inepto es muy cortés, en el Japón se llega a la exageración de autodespreciarse hondamente y declararse a sí un gusano infecto que humildemente agradece la posibilidad que le brinda el interlocutor superior de degradarse aunque no se lo sepa hacer con pericia porque hasta en eso se es de una torpeza pudibunda. La ironía estriba en que por un lado el antihéroe despabila las timideces más avergonzadas de la vulnerabilidad y permite una empatía liberadora que ayuda a conectarse desde los costados más tiernos e indefensos y por otro genera la sensación de dominio y de satisfacción por el mal ajeno, la impermeabilidad más opuesta a la sensibilidad antedicha.
Creo que decir que amo mi inteligencia no es jactancioso porque como explicó Descartes no hay ser humano que no se considere a sí mismo el máximo de inteligencia que su propio cerebro ha llegado a conocer. La palabra "estúpido" suele ser más bien una descarga irritada, hay muchas formas de aparente "estupidez" que son estimuladoras, lúdicas y que expanden las perspectivas de las fronteras que podemos reconceptualizar como desdibujadas. Lo que disfruto enormemente de mi mente es la capacidad cada vez más aceitada de reestructurar conceptos con mecanismos característicos del humor, por ejemplo la ironía.
Recientemente aconsejando a un amigo que sufre a su socio mandón descubrí la ironía de que por facilista y cómoda que pudiera parecer la salida de descalificar in mente esa voz que lo oprimía en lugar de superarlo objetivamente en el campo de acción en el cual se desempeñan, se iba a curar para ulteriores coyunturas también de la recurrente propensión a la angustia si hacía ese trabajo interno de distanciamiento.
Pero bueno, vamos a los bifes...tema caro al paladar argentino...creo que como tendremos que condescender a una variedad de cortes menos ampulosa en materia de carne, las muchas maneras en que he visto escrita la palabra roast beef nos deparan la ilusión de abundancia...
Amo la resemantización de algo desde una clave interpretativa determinada por ejemplo desde el comunismo el estudio sobre Wagner que hace George Bernard Shaw, el poema sobre Lao-Tsé que hace Bertold Brecht y la autobiografía de Rosas ("El Farmer") que hace Andrés Rivera.
Amo, como Scioli el "haberme preparado toda la vida" para algo que nunca jamás se me dio...Es consustancial a la humanidad, que es un recauchutaje imperfecto de una originaria forma de vida unicelular. Una de mis preparaciones minuciosas fue la de maratonista. Lo cual me ayuda hoy en día a tener metafóricamente el denominado "segundo aliento" que sobreviene en la carrera y afrontar con temple y optimismo circunstancias adversas. Irónicamente si no tuviera ese optimismo siendo tan débil para tolerar Lo Sórdido mi vida sería realmente horrible porque estaría obligado a ver como buenas cosas que son malas en lugar de tener un agudo espíritu crítico pero con esperanza.
Amo el aspecto posmoderno de que los besos se conviertan en palabras: la expresión inglesa para apostrofar a un malhablado es "Do you kiss your mother with that mouth?" y la nuestra, "¿con esa boca decís mamá?"
Como dice en "Amor se escribe sin hache" Enrique Jardiel Poncela: "Cuando veáis que un hombre va con un perro bajo el brazo detrás de una mujer, y al parecer contento, no vaciléis en determinar la relación que tiene con ella: o es su criado o es su amante o no es ninguna de las dos cosas".
Amo haber comenzado este año cursos de alemán a una índole de alumnado particularmente receptiva y estimulante. Si bien es cierto que los alumnos lentos también generan una suerte de feedback positivo, en el sentido de que un interlocutor brillante nos anonada y avasalla y uno lelo nos ayuda a parecer en contraste nosotros brillantes.
Amo el nivel de féminas que asiste al curso de humor que dicto en el Centro Cultural Rojas, "Cómo hacer el humor con palabras", que sigue su éxito ininterrumpido (por poco fluida e ininterrumpida que dicha palabra suene). Interesados, su pregunta nos molesta, digo no molesta, en febrero arranca el que viene...Amo los hallazgos que brotan en acto en el curso de dicho curso, cosa de la que doy cuenta a lo largo de posts que subo a este blog y que no vendría al caso mencionar. Los chistes sacados de contexto pierden gracia, hoy hice reír a un alumno con el que hablábamos de cómo el historiador Romero participó en el debate sobre "Vuelta de Obligado" concluyendo "pero al menos en el último Mundial atajó bien", lo cual demuestra que el Espíritu sopla donde quiere (o "practica felaciones donde se le canta" según la pésima traducción de Alberto Girri al verbo "to blow").Amo jugar al Twitter (@enemarado) muy especialmente por el hecho de que es posiblemente el único espacio donde nadie me puede decir que no me lee porque escribo demasiado largo.
En un libro sobre guión, Jean Claude-Carriere nos lanza un desafío: ¿cuándo hay que terminar una historia?
a) antes de tiempob) después de tiempoc) justo a tiempo
Todos respondemos c) y el autor nos asegura que la correcta es a) porque ¿cómo saber cuándo es "justo a tiempo"?
En tal sentido la creativa y luminosa manera que tuvo Borges de corregir su propia producción poética me asombra por encima de varios ejemplos en el caso del poema "Final de año", donde ¡cercena las palabras finales "algo que no encontró lo que buscaba"!
veamos las sucesivas versiones:
FINAL DE AÑONi el pormenor simbólico
De reemplazar un tres por un dos
Ni esa metáfora baldía
Que convoca un lapso que muere y otro que surge
Ni el cumplimiento de un proceso astronómico
Aturden y socavan
La altiplanicie de esta noche
Y nos obligan a esperar
Las doce irreparables campanadas
La causa verdadera
Es la sospecha general y borrosa
Del enigma del Tiempo;
Es el asombro ante el milagro
De que a despecho de infinitos azares
De que a despecho de que somos
Las gotas del río de Heráclito
Perdure algo entre nosotros:
Inmóvil.
Algo que no encontró lo que buscaba.
(Fervor de Buenos Aires, 1923)
FINAL DE AÑO
Ni el pormenor simbólico
De reemplazar un tres por un dos
Ni esa metáfora baldía
Que convoca un año que agoniza y otro que surge
Ni el cumplimiento de un intrincado plazo astronómico
Socavan con cataclismos de badajos y gritos
La altiplanicie de la noche serena
Y nos obligan a esperar
Las doce oscuras campanadas
La causa verdadera
Es la sospecha universal y borrosa
Del enigma del Tiempo;
Es el asombro ante el milagro
De que a despecho de azares infinitos
Perdure algo en nosotros:
Inmóvil.
(Obra Poética, de 1966)
FINAL DE AÑO
Ni el pormenor simbólico
De reemplazar un tres por un dos
Ni esa metáfora baldía
Que convoca un lapso que muere y otro que surge
Ni el cumplimiento de un proceso astronómico
Aturden y socavan
La altiplanicie de esta noche
Y nos obligan a esperar
Las doce irreparables campanadas
La causa verdadera
Es la sospecha general y borrosa
Del enigma del Tiempo;
Es el asombro ante el milagro
De que a despecho de infinitos azares
De que a despecho de que somos
Las gotas del río de Heráclito
Perdure algo entre nosotros:
Inmóvil.
(Obras Completas, 1974)
Amo el hecho de que los niños me disparen tanto la creatividad al pedirme explicaciones adaptadas a su forma de representarse todo, que me pregunten cuando trato de enseñar el darwinismo por qué los primeros insectos se peleaban por los primeros vegetales en lugar de compartirlos y verme a mí mismo en figurillas y calcomanìas explicando que es un privilegio de la más elevada razòn advertir lo conveniente de la cooperaciòn, la naturaleza roja en uñas y dientes de Tennyson, la competencia y lucha. Y le cuento que un bebé tampoco comparte y razonan que los bebés no comparten porque de todas maneras la civilizaciòn no requiere que sepan compartir en esa fase su asquerosa papilla que nadie con dientes querría (amo el hecho de ver reverberaciones de lo mismísimo en cada frase e implicancia metalingüìstica: ¿no es igual de solipsista y de conducta estereotipada egocèntrica determinada como la de un bebè ser un niño de cinco años y denegarle derechos civiles a todo bebè, derechos de que nos pueda gustar su asquerosa comida?).
Amo explicar que las sirenas son perseguidas (¡yo nunca conocì una en persona, quiero tener una!) por personas como vos (pero no le molestarìa, solo quiero tenerla) y que por eso se disfrazan de personas normales y conducen taxis, siempre con una manguera manteniendo mojada su cola y con esos paraguas ridìculos que son mitad y mitad (yo digo las sirenas de verdad, no las de las ambulancias).
Amo explicar que igual es aburrido porque ven ese estùpido programa syren channel en el que explican còmo ser una buena sirena esposa y dan noticias como que a raìz de las recurrentes caìdas desde montañas la presidenta sirena anunciò la creaciòn de un plan para recubrir con velcro los morros, etcètera.
Hay algo en la condiciòn infantil que me libera de los rigores de la falta de pensamiento crìtico con la que nunca razonamos paso por paso cada fenòmeno.
La autorreferencialidad, autoconfirmatoria o autocontradictoria (por ejemplo si hay algo que odio con cada molècula de mi cuerpo, pero mal, es la exageraciòn) me encanta porque sugiere que hay una conexiòn entre todas las cosas y entre todas las cosas con uno y que todos somos uno y todas las cosas son uno y somos todas las cosas y esa manera larga de explicarlo que descubriò Borges resulta màs otorgador de la extrañeza que nos devuelve el asombro.
Amo, aunque implique un clishè, el asombro recuperado, vivir cada día maravillado del hecho de estar vivo y de haber surgido de formas elementales de vida marina y de no lamentar como afirma Epicuro no haber nacido.
Amaría desarrollar seriamente alguna teoría psicológica respecto de la influenciabilidad humana como explicaciòn mucho màs convincente que las ficticias continuidades con la infancia y conflictos biogràficos que se estilan. Pero tal como están las cosas, solo voy a poder desarrollar mis investigaciones bajo la gravitaciòn de alguien que las inicie y me influya.
Amo, en definitiva, haber ido despertando de inercias y paràlisis y desentumeciendo los òrganos con los que fui dotado para la acción. Amo poder hacer las cosas que hago, disfrutarlas en el aquì y ahora, que me absorban ìntegramente y que alejen cotidianamente las prudentes preocupaciones por futuros lejanos y le digan vade retro a las nostalgias e idealizaciones de pasados en realidad completamente accesibles todavìa, pero si advertìs que siguen siendo la misma mierda de siempre.
Amo el hecho de que esta sarta de declaraciones que me hubieran parecido inmundamente autoindulgentes, cursis y màs propias de un libro barato de autoayuda ahora me plazcan, quizà porque se me reblandeciò el cerebro o quizà porque como explicamos en el capìtulo 7 el pensamiento positivo genera sentimientos positivos y Shirley asì se animò a volar a Guatemala enfrentando su pànico al aviòn piloteado por ciegos y sordomudos.cada año me escribo una lista de cosas que amo de la vida, quizá porque una de ellas es poder recordarme a mí mismo la infinita gratitud y desbordante alegría generales que enmarcan mis inenarrables angustias y sórdidos apuros diarios...
Amo tomar sol, realmente recibo la luz del sol en mi piel con un misticismo casi egipcio, mi sangre polaca, alemana y rusa configuran a su vez un muy rápido tostado, que a veces se sonroja tímidamente por no querer parecer un negro y adquiero la tonalidad de auténtico "pavo de chacra", cosa que vivo como si fuera un fresco de Giotto, un superhéroe con la máscara fluorescente en la piel.
Amo el sabor y el efecto del chocolate, especialmente el amargo, dentro del amargo especialmente el del Lebkuchen, dentro del Lebkuchen hay a veces ese delicioso Gewürz, amo dejarme interrumpir la frase, como verán, conmoverán mucho algunas si no las interrumpo.
Amo la dialéctica exploratoria del bien llamado "ejercicio del pensamiento", su ejercitación, su entrenamiento, no sus logros más elevados, el borrador es lo que amo, este fue un año de muchos comienzos truncos, de iniciar una traducción monumental para Editorial "El Ateneo" solo para que me interrumpan diciendo que no consiguieron comprar los derechos, de iniciar tres cursos de alemán en la sede de Virrey del Pino de Mercedes Benz solo para que me interrumpan diciendo que al final no siguen adelante cuando están a punto de chocar, como sí lo hacía a gran velocidad Fangio, de iniciar mi extática colaboración en el Herald solo para que me interrumpan diciendo que Cristobal López ya no va a dormir con Ingrid Grudke, sino con D'Elía, etc.
Y hubo un fin de ciclo en determinado instituto de idiomas del que me fui desencantado, solo para encontrarme en el subte encantadísimo con la bellísima ex administradora que también se había ido por lo apretado de los honorarios, aunque mi honor ario me impide aclarar por qué fue tan dichoso ese encuentro con Camila por lo apretados que viajamos. Amo idear chistes las 24 horas del día, incluso en sueños, amo tener una relación tan vívida con las palabras:
-¿te garchaste al final a una de tus compañeras de laburo?
-mis labios están sellados
-Ah, tiene que ser la de contaduría, la petisa tetona, es la única que maneja sellos.
Fue un año en el que amé recomenzar diversas ocupaciones: traducción de videojuegos, clases de español para extranjeros-este año por primera vez en una escuela exclusiva para chinos, alemán en sedes muy itinerantes y para institutos mucho más serios, alemán para empresas como BMW, amé dar la mayoría de las clases, el feedback rewarding de advertir la evolución de los alumnos y modos muy empáticos de transmitir los contenidos, amo entender la lógica del error y descubrir modos chistosos de explicar ("la diferencia entre bekannt y berühmt, es que berühmt es famoso pero por motivos nobles...Kevin Spacey era berühmt, ahora es bekannt", el comparativo se hace agragando "er" al adjetivo por ejemplo "Schwarzenegger ist grösser als Woody Allen", es más grande...no me refiero a grandeza artística.)
Amo descubrir cuentos, como por ejemplo el extraordinario de Margarite Yourcenar "Cómo se salvó Wang-Fó", amo el arte con el que se hacen algunas series, amo la renovación que trae la versión de un alumno a una obra que le hago conocer, su modo particular de distorsionar lo que yo veía en ella, revelando que hay sutilezas del alma que no se dirimen de un plumazo sentenciando de qué lado de la grieta se está.
Amo también los ratos solitarios de silencio en los que estando con todos ellos en mi corazón puedo ser una nueva forma de mí.
Son tantos los temas que me interesaron debatir y repensar este año que tendría que bastarme declarar que amo la facultad de poder abocarme a esas especulaciones, el espacio amplio de que se puede mentalmente disponer.
Amo vivir comparando expresiones en diferentes idiomas y percibir los mismos objetos con otros sonidos para designarlos.
Amo hacer reír y hacer sonreír, los matices humorísticos, los excelentes chistes recibidos, las fluidas reelaboraciones y mezclas.
Amo la docilidad oculta de las rigideces manifiestas, amo la ambigüedad simultánea que se da en parecer estar repudiando algo que nos afectó solo porque ese algo nos instituyó el mandato de adoptar esa actitud tan crítica.
Amo cómo Spinetta destroza analíticamente el tema "Muchacha, ojos de papel", quizá por lo que Auden en un ensayo postula como la pregunta del poeta, de si va a poder hacerlo de nuevo,
quizá, porque al igual que Conan Doyle cuando mata a Holmes y Celán cuando deja afuera "Todesfuge" de sus obras completas, quiere restarle gravitación a algo cuya excelsa levedad pesa en exceso.
Amo pensar cuando muestran imágenes de manifestantes vandalizando la plaza del Congreso en que ahí está "El Pensador" de Rodin y que es gracioso encontrar paralelismos escultóricos, amo la deriva a la que tiende mi cerebro, el recuerdo de la biografía de Isadora Duncan cuando se encuentra con Rodin y éste la palpa: ella escribe que en ese momento era muy joven e inexperta y no sabía que el gran maestro era un artista que no la estaba manoseando, sino sumergiéndose espiritualmente.
Amo el modo en el que nos castigó Dios por haber vivido diciendo -¿no dijiste eso?¡tendrían que grabarte a vos!-, haciendo que las filmaciones y grabaciones sean gratis y omnipresentes, amo haber empezado a dar muy didácticas clases más permisivas en las que no se busca más que el dominio de la técnica y no un logro estético en materia de literatura o comicidad: el reconocimiento de mis alumnos y de mis alumnas, su recomendación, el gradual vuelo que van adquiriendo me infla el pecho mucho más que una criminal máquina para correr en cinta que me eyectó a 14 km por hora en tres pasos que parecían animación cuadro por cuadro y que, lamento confesar, fue filmado y me obligó por orgullo a levantarme sonriendo y decir que por supuesto no fue nada ¿qué gracia podrían encontrarle a la caída más cómica quienes piensen en derramamiento de sangre? El paso del director de champagne Pommery a tetrapléjico inspiró la gran comedia "Amigos intocables", pero mi mal paso si no lo elevaba con anticipatoria cicatrización entrevista, parecía el de pasar del champagne al tetra.
Fui con un amigo a escalar el cerro "la Banderita" y el se resbaló y quedó cuatripléjico mientras que yo solo me lastime la tibia: me sentí un tibio
Amo los cursos que di este año y amo los que preparé para dar que están mucho mejores.
Curso de introducción a cargo de vuestro más rendido admirador admirablemente rendidor: filosofía para que no sea burra
una hora y media de debates al alcance de cualquiera para indagar si el Ser es algo más que un yogur descremado
ejemplos preñados de humor y referencias de alta literatura para entender el contexto en el que cada pensador estuvo anclado y con quiénes dialogaba
un recorrido por la historia de la filosofía no piramidal: no presentamos a Tales de Mileto como un pobre pelotudo al que no le dio la cabeza para ser Derridá
¿en qué se parece la defensa de la democracia que formula Churchill a la justificación del mundo tal cual está que emprende Leibnitz?
Te mostramos con ondita las teorías del lenguaje partiendo de la que cita Borges, en el poema del que se hace eco Umberto Homónimo: todo el Nilo en la palabra Nilo, el sombrero en la palabra bomberos.
Te vas a reír, vas a aprender, vas a deleitarte con los manjares de la anfitriona.
¿a qué llamamos el duhaldismo cartesiano?
Puede que algunas clases resulten algo tensas y trabadas pero en la de Heráclito sin duda todo fluye...
Descuentos a dos entes
¿Qué pasó con Hannah Arendt? I 've got to Heidegger my love away...
Recortes amenos a menos que te gusten muy con cara de serios, escenas de películas para ilustrar conceptos clave
Si no te gusta ir abajo, Rancière, te va a encantar, ya vas a ver
el coordinador nunca tocó en su vida en la mera realidad efectiva un libro de filosofía pero es hijo de un prestigioso dr. en la materia y el espíritu y podría decirse que lleva la metafísica y la filosofía de la historia en la sangre
16 encuentros
• Filosofía clásica: Platón explicado como la unión de Parménides y Heráclito - Aristóteles
• Los presocráticos
• Los recuperados sofistas: Gorgias, Pirrón de Elea by Ciorán
¡Cogito, cogito, cogito!
• Filosofía moderna: Descartes, Hume, Kant,
no le tengamos miedo a la palabra "posmodernidad", aunque si es cierto lo que afirma la posmodernidad, no sería solo una mera palabra...(el aura se te ve la tanga)
Nietzsche, Nietzsche by Heidegger, Heidegger, Deleuze, Derridá, Sartre
• Hegel, Marx, Schopenhauer
Incluye té, agua y algo rico para comer.
Zona: Villa Urquiza.
La dirección exacta te la damos por mail, para evitar lo más que podamos a asesinos seriales, traficantes de órganos dado su esencialismo universalista
Introducción a la lectocomprensión en filosofía y psicoanálisis
¿Te interesa leer del alemán original a los más encumbrados genios y de paso aprender a pensar en alemán?
Analizando la estructura de textos de, entre otros, Freud, Brecht, Heidegger, Grass, Kafka, Goethe, Canetti, Heine y Karl Kraus
vas a recorrer un de los itinerarios que la lengua teutona iluminó para el mundo del conocimiento para mejorar todo el conocimiento del mundo. El zigzagueo o metátesis, procedimiento retórico predilecto de Marx, inspeccionado desde la imitación juvenil farsesca y desopilante del Tristam Shandy: Felix und Scorpion. La poética de Celán y el comentario de Adorno. La crítica al capitalismo como religión por parte de Walter Benjamin. Karl Popper, Nietzsche y Kant: páginas selectas, énfasis en su notable estilística. Opiniones maravillosamente expresadas por Einstein. Y, si te animás, vas a leer parlamentos de tu personaje en "La flauta mágica y en obras de teatro de Max Frisch, Dürremat, von Hoffmanstahl y Kleist.
Seguimos el ideal del barroco español de instruir deleitando tal como lo concibió Baltasar Graciar en el "Oráculo Manual", aquel precursor de los libros de autoayuda comentado por Arthur Schopenhauer. No se requieren conocimientos previos, pero sí aquella nunca perdida y apasionada curiosidad de la infancia...
Espero no haber sonado como esos tutoriales para relacionarse mejor que parecen su propia caricatura: "ahonda en la tierna espiritualidad de tu íntimo temple como para que aflore el optimismo que irradia autenticidad desinteresada y de esa manera alcancemos las metas de productividad en la venta de vasos descartables". Espero no haber sonado como esos testimonios que dicen "soy feliz porque la vida es una rueda: cuando púber, aunque amaba el teatro y las bromas, llegó a mi colegio un profe de teatro que me consideró inhibido y "muy para adentro" y me relegó en todas las obras a papeles secundarios...eso me acomplejó y ya dejé de ser el payaso del grupo, el extrovertido chistoso, el antihéroe galán...pero supe que si creía en mi talento y no bajaba los brazos algún día la vida me iba a sonreír, si uno conserva la inocencia en el corazón y tiene fe, nada es impasible: acabo de leer que en un monstruoso atentado terrorista el profesor de teatro murió brutalmente, sus miembros tronchados y carbonizados se diseminaron por la calle y fueron atropellados y escindidos de su repulsivo cuerpo ya muerto.
Se suele decir que se es más feliz a los cuarenta, en virtud de que las cosas ya no parecen tan desesperadamente importantes. Hay muchas versiones de esta creencia. Kazantzakis sorprendentemente escribe eso y habla de la fuerza ciega que hay en la torpe juventud. Borges nada sorprendentemente nos habla de la serenidad que hay cuando la parte más sensual desfallece (se pasó toda la primera madurez reprimiendo su atolondrada vitalidad enamoradiza y sensiblera). Goethe por culpa de haber escrito el "Werther", tardó en aclarar que abjuraba del romanticismo y abrazaba la tradición clásica, el equilibrio de ser sobrio. Se puede emplear la metáfora del violín: los mejores violines son los más viejos, porque su uso los va mejorando, sus piezas están delicadamente ensambladas como para ir afianzando sus cercanías cuanto más lo toquen. Los grandes violinistas tocan en violines prestados que pertenecen a un banco y cuestan trescientos millones de dólares. Son hermosos consuelos por haber envejecido, pero lo único bueno que puede decirse del envejecer es que es un subterfugio vil y desagradable pero que al menos te permite seguir viviendo.
En mi caso particular pasa algo raro. Tardé tanto en entender las primeras lecciones de cómo interactuar con mujeres y fue tan sorprendentemente útil haber tenido un bebé con el que entenderme muy bien, que algo así como una muy tardía primera juventud me permitió vivir por primera vez cosas que la mayoría de mis contemporáneos conocía hacía décadas. A esto se suma el hecho de que siendo yo tan terco, hay experiencias de leve flexibilización que presuponen todo un cambio de vida, solo por adquirir por fin un buen hábito.
Las jerarquías personales se podrían pensar como las series de tiempo de MacTaggart y si bien poseo ahora un celular que no existía cuando idolatraba al galán del grado y quería ser como él, todavía en posesión de este celular no me siento superior a la carismática seguridad en sí mismo que emanaba del majestuoso primus inter pares, hoy trágicamente baleado en una redada policial mientras intentaba asaltar una carnicería.
Amo ser docente per se, y pude demostrarlo este año en el que tuve algunos de los más brillantes y empáticos feedbacks pero también de los más apagados, faltos de chispa y descorazonadores alumnos. Amo traducir, amo hacer deporte y o disfruto más del sexo de lo que lo disfruta la mayoría o soy menos reservado al respecto, por más de que se quejen los vecinos. Pero también amo reflexionar acerca del sexo, relacionar cualquier referencia con algo sexual, hay muchas técnicas de chistes que resultan liberadoras, amo ser profesor de humor en el Centro Cultural Rojas, ir descubriendo costados del humorismo que me deslumbran día tras día (por ejemplo que la exageración pierde no menos que la ironía su fijación a una dirección, se vuelve sobre sí misma con la indiferente arrogancia de la volubilidad) .
Sin duda amo la conversación con otro individuo y el mensaje de audio de whatsapp ha permitido contra el lugar común de la fría tecnología que deshumaniza, cálidos y personales encuentros donde quedó demostrado que la intimidad está en la mente y no en el cuerpo y por eso ¿qué le voy a hacer? me ruboriza lo que me acaban de mandar al celu y no siento ni frío ni calor por lo que me están haciendo en el subte en una parte de mí que no suelo mencionar.
Una pujante rama de la economía estudia la felicidad, descubre que el sistema nervioso responde a la novedad y que dos minivacaciones se disfrutan más que una larga. Lleva a límites deshumanizados su medición: advierte que la segunda descendencia no genera dividendos de felicidad tan altos como la primera, pero es más barata (ochenta mil dólares cuesta aproximadamente criar hasta su mayoría de edad al primer hijo)"El arte de ser feliz" de Schopenhauer y "La conquista de la felicidad" de Bertrand Russell ya convertían en manual el fin último y supremo de nuestros esfuerzos.George Bernard Shaw declaraba que para vivir bien el secreto es nunca preguntarse si se es feliz, Albert Einstein abjuraba del "ideal del chiquero" como consideraba a los parámetros hedonistas y sensuales de la felicidad más convencionalmente conceptualizada.Beethoven definía la felicidad como una constante autosuperación.Borges nunca escribió "La Divina Comedia" ni "El Paraíso Perdido" porque sabía que el Cielo no puede representarse, cada postulación es absurda: la eternidad, por ejemplo, convierte cada deleite en tortura. Imaginemos que este texto que estás disfrutan...veamos otro ejemplo, mejor: supongamos que te practican un masaje revitalizador muy íntimo y acariciante y en eso consiste la totalidad de tu vida por los siglos de los siglos ¡uno añora hasta pegarse un martillazo de cuando en cuando!En ese sentido "Cartas desde la Tierra" de Mark Twain es sublime: demuestra con un humor desopilante, que cada detalle bíblico del Paraiso es monstruoso .
En anteriores listas de cosas que amo trataba de ser Borges y de poner cosas muy específicas para dar cuenta de la vastedad del universo. Pero habría que entenderlas como funciones. Por ejemplo, como siempre quiero alentar el deseo, la declaración discursiva del deseo, mejor dicho, dado que usamos el lenguaje mucho más para la defensa ofensiva, pongo "amo cómo le acarician los pechos a Liv Taylor" porque ese modo de aproximación a los senos de esa actriz dispara en mi representación cortical un efecto que a otra persona otra imagen seguramente le deparará.
Este año en el curso de humor trabajamos mucho el tema del doble sentido, incluso con los dos mundos separados en los cuentos fantásticos de Cortázar y está el problema de que algo no sea ni literal ni su metáfora, sino la muestra universal.
Pero bueno, supongo que si lo pudiera explicar en cinco minutos no me darían un auditorio lleno de alumnos y un curso de 16 horas.
Amo por ejemplo ejecutar con la frialdad técnica de un concertista de música, técnicas humorísticas que arrojan resultados muchas veces chocantes en el contenido. Pero eso es solamente para quienes se atan a los contenidos.
Mi amor por el sentido del humor es tal porque la vida es incongruente y porque somos completamente ridículos para ver en perspectiva lo prioritario. Permanentemente asisto a proezas de prohombres realizadas para lograr una nimiedad irrelevante, veo a Premios Nobel que nos dieron la vacuna del cáncer sin poder dormir porque en el reportaje Martino no aclara por qué le fue tan mal dirigiendo a Barcelona
Las cosas que amo este año están relacionadas con placeres mentales, con poder llevar alguna idea a su extremo o incluso hacer calembours perfectos, paradojas impecables, registrar en la vida cotidiana los absurdos.
La hipocresía porteña es toda una pedagogía de la ironía, la amo.
Amo el modo en que te tratan las mujeres de autoindulgente Narciso incapaz de registrar la otredad y "ponerte en mi lugar"cuando regalás un libro de Stevenson para contagiar tu amor a ese genio y cómo te consideran un desprendido y considerado gentleman cuando regalás un lujurioso camisón de seda, muchísimo más regalo para vos y para ponerte literalmente en su lugar.
El tsunami el 29 de diciembre y Cromañón el 30 son tragedias unidas en el tiempo y separadas en el espacio: de haber sido al revés el agua hubiera apagado al fuego, cuando hice esta observación en 2005 me llamaron ácido, cultor del humor negro cruel y agresivo. Hoy hago la misma broma, pidiendo al administrador de mi consorcio que ya no impida que me caiga agua de los aires acondicionados porque mi otra tragedia es que me llueven colillas y pitillos encendidos y se me celebra.
Amo chupar el agüita que queda en el cepillo de dientes después de lavármelos, amo el hecho de que cuando vi a mi hermana cinco años menor hacerlo le expliqué (no recuerdo qué edad tenía): "yo inventé eso".
Amo haberle podido decir en la cara a la gente de la Asociación Freudiana "La envidia de todos los penes" que su slogan "Bregamos para la satisfacción total del paciente" demostraba que no sabían nada de Freud ni de cuánta satisfacción es posible.
Amo haber nacido en Alemania con nieve y silentes bibliotecas perfectas que te dejan fotocopiar y disfrutar de esa nostalgia en Buenos Aires, creo que me dolería más extrañar el dulce de leche y la espontaneidad siendo millonario en Köln.
Amo ser judío, es una forma muy inteligente de ateísmo y si sufriste persecuciones aberrantes en todos los siglos por parte de todas las naciones a las que trataste de integrarte, algo bueno habrás hecho.
Amo que grandes hombres hayan hecho un giro copernicano, a lo Heidegger, a lo Wittgenstein, a lo Rorty demostrando que lo único verdadero es la pasión y no el sentido que ésta adopta. Me recuerda al final de "El puente sobre el río Kwai" donde el artífice de un puente excelente es el encargado de volarlo. Nuestra vida podría ser alegorizada así: construimos algo que tenemos que destruír, nacemos en un país excelente y se convierte en esto...
Amo haber sido ahorrativo hasta la médula y ver a mi familia comerse un helado delante de mis narices con un estoicismo espartano y épico a cambio de que me den ese dinero e ir juntándolo para después conocer a un amor adicto a las compras compulsivas y probar así diferentes modos de vivir.
Amé que mis padres me preservaran no solo de Palito Ortega, sino también de The Beatles, pero ahora amo el sketch de Olmedo "Perez y señora" en el que a la manera de un palimpsesto las añoranzas por el "viejo restaruant El Olmo de Flores donde tocaba Pugliese" se entremezcla con el morcilleo del capocómico improvisando un doble sentido o tentándose porque es no menos que "En busca del tiempo perdido" un fresco fáustico y abarcador que pinta de cuerpo entero nuestra miserable gloria.
Amo el aire en primavera, cuando respirar es como comer una golosina.
Amo haber leído demasiado pronto a algunos genios logrando creativas interpretaciones improcedentes que todavía me seducen.
Amo poder evitar el tedio de conversaciones relacionadas con cómo la chilena "no se dio vuelta" y no vio al salir del subte al asesino que su padre denunciaría porque imagino a los deudos de la cucaracha que maté en la víspera decir comentarios similares, o aplicar teorías marxistas: "claaaro, a vos te dan el sebo con maní envenenado porque sos fifí, porque sos superior, nosotros no tuvimos nunca lo que vos, vos sos un cucaracho cool, má sí, morite"
No necesito hacer listas de cosas que me encantan del mundo y evitan que me suicide porque soy las antípodas del suicida, soy el que tolera quizá demasiado, el que encuentra dignas formas de vidas que otros tal vez no tanto. Pero en ese sentido es grato encontrarme con gente que puede desde una falta de empatía grotesca recordarme que tengo una vida enormemente afortunada y no debería ser un llorón si algún detallecito sale mal.
La sombra de Ulises siempre está presente: la vida, la peor de las vidas es hermosa, la muerte, se los juro, es bastante peor.
Poder ver las ventajas de lo que sea que nos toque, eso es en definitiva lo que hay para amar de lo que terminamos amando. Amo la honorabilidad pero me acostumbré a la forma argentina, así que 'amo y 'amo...
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