Gene Hackman, una lección para todos
Ahora que Gene Hackman fue hallado muerto, conviene recordar que no es solo porque , como dice Borges "no hay nada como la muerte, para mejorar la gente", fue un genio.
Siempre supo no solo lo que hacer, cosa que supo Napoleón: supo lo que no hacer, cosa que no supo Napoleón.
Si hubiera que recordarlo por una única película, yo recomendaría la nostágica despedida del western, "Los imperdonables".
Sabía que no era un galán: Hackman rechazó los papeles protagonistas de Encuentros cercanos del tercer tipo, Tiburón, Domingo negro, Raiders of the Lost Ark (que haría Harrison Ford) , El cazador, Network, El silencio de los inocentes y Atrapado sin salida (que haría Jack Nicholson) , amén del papel de abogada Tom Hagen, que terminó haciendo Robert Duval.
Fue lo que para Billy Wilder fue Jack Lemmon: un hombre común. Sus papeles nunca fueron el del héroe, pero tampoco fueron muy similares. Comparemos su actuación en "The French Conection" con su actuación en "Superman", "Another Woman" de Woody y "Bonny and Clyde" de Warren Beatty. En tiempos de red flags cuando podríamos coger todo el día pero desconfiamos, Gene Hackman nunca dejó de tener asombrosa credibilidad.
Solemos idolatrar a los dioses omnipotentes, a Marlon Brando, a Frank Sinatra, a Cary Grant. Sin la carnadura nada infalible de un partenaire falible, un dios griego como lo describe el ciego Homero, no habría pedestal para ellos.
Nada hay que duelar con su partida, longeva y de una vida bien vivida. Nos inauguró nuevas identidades que habitar. Su talento sutil no debe ser subestimado. Ojalá sepamos aprender de Gene Hackman a prescindir de aquello que no sabríamos protagonizar con excelencia.
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