Berissa es ver la risa: su brusco giro copernicano es para abarcar la totalidad
Si Bertolt Brecht ha decidido romper con el teatro aristotélico en el que la voluntaria suspensión de la incredulidad permite objetivar, purgar los sentimientos al empatizar e identificarse, Berissa Desconfidens, la dramaturga del Eros, es quien realiza el giro copernicano para las relaciones sexoafectivas. A todos a quienes nos ha besado, "chupado hasta el codo" en sus propios términos interminables, nos legó un modo de garchar sin entregarse a la ilusión amorosa. No es que sea platónico su amor al no ser aristotélico. Es el amor de la dieta disociada: proteína de carne argentina, que es la mejor del mundo, pero sin corazón, que en la comida peruana se puede aprovechar pero si se lo involucra al corazón, termina costando un Perú.Con un pie adentro y un pie afuera nos hemos encontrado todos y cada uno de los amantes de esta geniecilla del Coño Urbano, dado que te dejaba que le metas hasta toda una pierna incluyendo el pie, hasta ese punto podías guarnecerte de un temporal en sus adentros.
En un cuento que Borges consideró su cuento pornográfico, "Ulrica", un anciano recibe el milagro de una joven que no siente asco y accede a que se la coja.
Todo aquello que Freud dice del enamorado como sometido y humillado por estructura, por transferir libido yoica a libido objetal a mansalva, todo aquello que en "El hincha" dice Discepolín del enamorado que trasciende la lógica reglada del calculado trabajo con una especulación controlada se rompía con esta trola divina.
Yo la conocí cundo cumplía los 98 abriles y ella acababa de nacer, pero la diferencia de edad no nos importó. Ella me atribuyó toda la veteranía de cargados siglos que su calentura de madama de burdel tenía. Yo comprendi que toda fe, la del enamorado, la del religioso, la del admirador de un artista no difería en esencia de embriagarse con la burundanga cannábica o alcohólica: anhelar la abolición de la volición.
Berissa no era más millonaria que Jeff Bezzos e incluso daba menos besos. Pero lo parecía. Lo mismo cabe decir de su inteligencia, de su hermosura y de su gracia. La onda que le ponía te desarmaba. La humanidad es débil, es una floración insólita de haber primero improvisado el bipedismo y después sufrido un grandor inesperado de la masa encefálica. Cualquiera con seguridad en sí misma conduce a las interiores masas abombadas. A un tartamudo al que le pedís que diga "Mónica" le hacés vivir en carne propia la certeza decí Mó-nónica.
Berissa no fue mi esposa. Berissa no fue la madre mis hijos. No fue desde el punto de vista de los papeles o la objetividad una de las personas más importantes de mi vida. Pero después de conocerla, nada sería igual para mí: me contagió la sífilis
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