Gastón Pauls, héroe de Malvinas
Para no olvidar el fuerte impacto y las emociones que me suscitó esta película cuya no visión hoy resulta imprescindible, salí del cine y anoté en caliente lo que me hizo sentir:
Gastón Pauls, héroe de Malvinas
"Consideraremos imprescindible restaurar el Servicio Militar, que tanto bien le haría a nuestra juventud, contribuyendo en muchos casos a alejarla de la droga y del delito, a reafirmar una sana escala de valores, y a cumplimentar la misión fundamental de prepararla para defender a nuestra querida Patria" (parágrafo 6 de las "Propuestas Fundamentales del Partido Acción Ciudadana, Lista 179, Alejandro César (h) BIONDINI, mesiánico heredero ario)
La primer dificultad de "Iluminados por el fuego" es la de hacer verosímil a Gastón Pauls como aguerrido, valiente, contestatario y, al mismo tiempo, víctima, débil, protegible.
No se me ocurre un peor actor posible para un papel remodelado por él mismo incluso.
Toda la película parece menos un producto de Tristán Bauer que un episodio más de "Ser urbano".
Engañado por la voluntarista o corrompida crítica de todos los putos diarios de este país, asistí a someterme a los cien minutos de la peor de las películas acerca de la temática malvinense (incluyendo a "Los chicos de la guerra", "Fuckland", el episodio de los Simpsons en el que Crosty informa que sus capítulos son nuevos y es interrumpido por el anuncio de que Argentina acaba de invadir las islas y "La República perdida II").
La serie de golpes bajos y sentimentalismo resulta vomitiva para un anestesiado por el humorismo como yo, pero como un vomitivo eficaz conmueve lacrimógenamente al grueso de la sala. El lema del guionista (Miguel Bonasso, "una pelìcula peronista"), parece haber sido "si no sabe cómo seguir, mate un bebé".
El filme comienza con el llamado por parte de una actriz que jamás hizo honor a su nombre (Virginia Inocentti) a Gastón Pauls para avisarle que su antiguo compañero de armas se acaba de intentar suicidar y se encuentra internado, cosa que remueve una multitud de recuerdos melodramáticos que jamás consienten ni un instante épico.
La guerra es focalizada como la guerra entre los nobles soldados y los demoníacos tenientes argentinos, sin sutileza se machaca sobre la idea de que perdimos la legítima soberanía nuevamente por culpa de los sargentos y generales "ineficientes": tras mostrarnos que las humillaciones a las que eran arrastrados los pobres interprovinciales soldaditos se debían a pasar hambre y frìo-delitos castigados con calabozos y estaqueadas-Gastón Pauls con su cara de nena y su voz aflautada enfrenta a un teniente que se pasaba utilizando como categoría de insulto "tagornas" y le dice precisamente eso: NO que toda guerra es mala, Ni que si ni los nazis pudieron con Gran Bretaña..., sino que por culpa de la ineficacia de la cúpula militar los ingleses "no necesitaron usar sus armas nucleares".
Se trata de una escena que Carlos Perciavalle hubiera hecho màs varonilmente creíble.
Gastón Pauls hubiera servido para enfatizar el maltrato hacia los jóvenes refinados, pero aquí resulta tan adecuado como Leonardo Di Caprio en "El fuego y la sombra", haciendo de Rimbaud.
Desde luego, Arturo Bonin cirujano y Juan Leyrado coronel, son de actuaciones tan flojas, que lo adecentan bastante.
Un solo momento de batalla nos es mostrado, vertiginoso y truculento. Como si el director creyera necesario refregarnos la neurosis misma en la cara para recordarnos que las imágenes de la guerra producen secuelas estresantes y perturbadoras.
Ni siquiera actúa bien la oveja a la que-en el único momento de alivio emocional-se afanan y hacen asada unos conscriptos (en los "Pichiciegos" de Fogwill se la hubieran culeado ¿no?).
La voz en off semiprofesionalmentecompungida del bisexual ex de Nancy Duplaá nos recuerda una y otra vez el mensaje del autor: -Creí que al volver me recibirían como héroe, pero nadie me esperaba, un perro aulló en la solitaria noche, aumenten las asignaciones presupuestarias para las pensiones a ex-combatientes por si no captaron la sutileza.
Al público el propio Gastón Pauls lo ilusiona de que su amigo se va a salvar. No soportaríamos ver mucho tiempo más a Virginia Inocentti simulando tan sobreactuadamente el llanto. Pero ningún drama debe ser alusivo, suavemente insinuado, nada debe hacer suponer que algùn espectador inteligente puede llegar a ver la pelìcula: el pathos de Tinelli y la capacidad alegórica de la cumbia villera lo masacran tortusamente ad oculos, nada nos es ahorrado.
El film además de golpear emocionalmente con martillos y sin hoz alguna, no se entiende muy bien qué nueva luz pretende arrojar. No hay información novedosa alguna, ni acerca de los archivos que revelaron que Londres pensaba antes devolver Malvinas, o después bombardear Buenos Aires. Basado en el diario de dos protagonistas, aporta, quizá, el dato de que 290 ex combatientes terminaron matándose, número cercano a los caídos en combate.
Tras la agonía y la traición al insinuado deus ex machina apoteótico, Gastón Pauls va a cumplir con la última voluntad del empastillado genio incomprendido y lleva una medallita de la Virgen hasta Port Stanley, donde llora copiosamente por espacio de dos canciones de León Gieco.
Nada se dice de la vergonzante actitud de la Marina, que reservó sus flotas (compradas a Inglaterra) para que los submarinos piratas se abstuvieran de multiplicar el hundimiento del General Belgrano. Entonces ¿por qué no se resaltó el arrojo del cuerpo técnico aeronáutico?. Y ya que ese no era el eje de la cuestión: ¿no se podía haber enfatizado el absurdo de pretender más territorio todavía, siendo el problema argentino muy otro?.
Casi podríamos decir que la Junta Militar del último golpe, habrá sido el último golpe militar en la historia de Argentina, en virtud de la sistemática desvirtuación de lo bueno que implica la milicia: el orden, el sacrificio de los intereses individuales en aras de una meta en común, el estoicismo, el culto radical a la honorabilidad.
Que en este film (como, hasta donde yo sé en todo discurso actual idealista) se reniegue de lo valioso de la guerra en general (estamos donde estamos gracias a literalmente centenares de guerras beneficiosas, el segundo mejor descubrimiento después del Viagra, la penicilina, no existiría así como millones de juguetes tecnológicos de no ser por las premuras de la industria prebélica), se olvide que lo que tuvo de malo Galtieri no es que fue militar, sino que fue un pésimo militar, nos hace creer que el enemigo de los cuidados que todo humano necesita, son el intento de llamarlo a un orden si es necesario extremo. Sin Churchill, los Rolling Stones que nos caen tanto más simpáticos, no existirían. Y es cierto que irónicamente, el autor de "Canción de Alicia en el país" y "Los dinosaurios" se vio favorecido por la prohibición de difundir música angloparlante, fue la consagración del rock nacional, aunque se olvidaron de cambiarle el nombre "rock" estos chauvinistas que no le dicen chau al vino.
Hasta el momento no hay contraparte británica. Obsesionados por demostrar que el gol de Maradona fue con la mano (una victoria futbolística que Diego en su momento consideró "la venganza por Malvinas"), no hay película no documental todavía acerca de la gloriosa gesta. El motivo parece sencillo: los ejércitos profesionales no merecen la lástima de las masas.
¿Cabe imaginar un operativo 2 de octubre en el que Zapatero recupera Gibraltar?¿es cierto, como afirman los borgeanos, que Galtieri antes de tomar Malvinas llegó a pensar en tomar Ginebra?.
Son muchos los interrogantes que se abren: ¿qué hubiera sucedido si se cumplía el plan de meramente interrumpir la continuidad histórica de posesión, si se tomaban las islas por tan sólo unas horas?; o ¿por qué si ungimos a San Martìn y a Belgrano, aceptando la lógica de la conquista, una guerra perdida nos parece inaceptable?.
La principal de mis preguntas, empero, sería ¿no podríamos crear un tribunal cinematográfico para que la impunidad de estos alegatos que lucran con el mismo chauvinismo maquiavélico que pretenden desenemascarar, filmados para el orto aún con presupuestos millonarios y años de dedicación, no se vea bendecida por críticos con una mal entendida benevolencia?.
Puestos a hacer revisionismo y autocrítica: ¿por qué no recordar nuestro vergonzante papel en la Guerra de la Triple Alianza? (no siempre fue vencido Goliath por David, ni tampoco fuimos siempre David).
Si tuviera un hijo ahora sería un hijo arrogante, porque tengo los huevos llenos de la imperante arrogancia: ¿qué ganamos con proclamar que Sarmiento no amaba lo autóctono tanto como Fundación Vida Silvestre?. Nos sentimos superiores porque detectamos, con mucho tiempo más para aprender y subidos a los hombros de la Historia, un error conceptual en su criterio. ¿No debería enseñarnos eso a ser, a nuestra vez, humildes, a entender que podríamos estar cometiendo ahora errores igual de criminales, como por ejemplo y para no ir más lejos, ver esta película?
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