Nadie sabe nada, según William Goldman que tampoco
Una novela que edito va a tener su versión de guión.
Hay numerosos libros acerca de cómo escribir un guión. Jean Claude Carriere escribió uno de los mejores.
Pero el que escribió el de "El Padrino" lo hizo autodidacta y cuando se decidio a tomar algunas capacitaciones le dijeron, sin saber quién era, que trate de imitar al modelo de los modelos de guiones, el de "El Padrino".
Fue un desastre Sartre escribiendo el de la vida de Freud que le encargó John Huston. Fue un desastre Raymond Chandler preparando el guión de "Double Indemnity" que le encargó Billy Wilder. No importa cuan buen escritor literario seas, el lenguaje en imágenes es muy otro.
Si tuviera que recomendar un único libro sobre guión sería el de William Goldman, cuyo abordaje es socrático. Demuestra que en Hollywood nadie sabe nada. Y lo demuestra con ejemplos que nos dejan con la boca abierta. Qué grandes estudios rechazaron las hoy consideradas más taquilleras películas de la historia. Llega al extremo de decirles a los productores que hace diez años hay una mujer y un hombre que lideran la pantalla grande y garantizan éxitos. Los productores tratan de adivinar y tiran cuarenta nombres. Y no adivinan. Es como si le preguntaran al presidente de la FIFA cuáles son los mejores jugadores y no sepa. En el contexo del libro eran Barbara Streissand y Clint Eastwood.
Un engarce que no menciona en su glorioso libro es que él tampoco sabe nada: rechazó escribir el guión de "El Padrino", "Superman" (le exigían que actúe una estrella y él insistía en que ndadie se pondría ese disfraz...lo cual fue cierto Warren Beatty lo probó y rechazó) y "El Graduado".
Todos conocemos las sorprendentes historias de castings y rechazos y de cómo Marlon Brando hizo que Montgomery Clift dejara de existir y largos etcéteras.
En este libro nos enteramos de que tenemos que proteger a las estrellas agregando guiños cómplices para que los ídolos puedan ser villanos de mentiritas y hacerles publicidad genital y que sigan siendo los más grandes cogedores.
Aprendemos que hechos de valentía de las guerras deben ser omitidos porque aunque fueron reales son inverosímiles.
Hitchcock da reglas lineales muy claras. El público tiene que saber más que los personajes. El director no tiene que sorprender al público. Un chico tiene que poder salir del cine y contarle a su mamá toda la película sin interrupciones tartamudas ni baches en los que de pronto asombrosamente pasa algo increíble. John Cleese enseña que no debe mostrarse realistamente un daño gracioso.
Ningún libro enseña mejor a aventurarse en lo desconocido alentándonos a saber que nadie sabe nada y que todo lo que se avanzó fue porque no se sabía a dónde se iba y que si el cine es el séptimo arte es porque el arte no teme inventar...
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