Sherlock Holmes siliconado

 


Ver el intento de Guy Richie de aggiornar al personaje
tan atemporal me hizo hervir la sangre de un modo muy poco british...


Decir que la película es una basura me resultaría insuficientemente original como para moverme a escribir.

Me consta además, que el film ha agradado a personas a las que les gustan las películas de acción o que no tenían un amor previo por Sherlock o que encuentran a Robert Downey Junior urgentemente estampable contra la pared (mujeres, en su mayoría, si se entiende la acepción lasciva).

Por eso me propongo analizar, ser tan analítico como mi amado Sherlock, las razones de deploramiento fundamentalista.


No es fácil argumentar contra la película desde su cara "recreadora". Porque amo muchísimas recreaciones de Sherlock Holmes en las que se respetan menos todavía sus rasgos iniciáticos.


Por ejemplo, yo considero una verdadera obra maestra a la película "La vida secreta de Sherlock Holmes" de Billy Wilder, incluso en la versión que llegó al público, mutilada por culpa de que United Artists no le tuvo fe y exigió que le cortara una hora (ante lo cual, Wilder deslizó un epigrama de autorrefutatoria economía verbal: "todo en la vida es demasiado largo, menos la propia vida y el propio pene") . Y en esa película una gran bailarina le pide a Holmes a cambio de un Stadivarius que le haga un hijo, para que tenga la hermosura de ella y la inteligencia de él (un planteo deleitablemente alusivo, ya que nos remite inmediatamente a la respuesta que alguna vez dio Bernard Shaw ¿y mire si sale con mi belleza y su inteligencia?: muchos chistes excelentes difieren curiosamente en el remate y no en el extravagante comienzo, a veces conjeturo que se debe al sordo ingenio de quien no llegó a oir el final).

Holmes se siente halagado y le aclaran: "antes pensamos en Tolstoi, pero está demasiado viejo y en Nietzsche, pero era demasiado alemán...así que fuimos a ver aTschaikosvksy...pero ¿cómo decirlo decorosamente? por un extraño capricho de la naturaleza, women are not his cup of tea..."

Holmes se excusa y alega la misma razón: pasó cinco dichosos años con Watson y Tschaikosvsky no es un caso aislado...


Watson, que flirteaba con bailarinas (de quienes se rumorea siempre con encendida fantasía que gozan de una literal elasticidad del orto), es abandonado ipso facto y un grupo de jóvenes bailarines lo secunda. La homosexualidad de Holmes es vista como un chiste simpático en la biografía artística de Wilder de Hellmuth Karasek, y como una confesión de la esencia gay universal en la biografía del homofílico Ed Sikov.


Lo que quiero puntualizar es que no me molestó que le cambiaran el género o elección sexual.


No me molestó que Buster Keaton hiciera Sherlock Junior, no me molestó que Spielberg le cambiara la edad en "El secreto de la piramide", no me molestó que en "Elemental, Dr. Freud" cooperen en un caso Sherlock y Sigmund, algo muy en el espíritu de la atención a los detalles que preconiza Carlo Guinzburg en "El queso y los ratones".

Ni siquiera me molestó que una película muestre a Watson como genio secreto que contrata a un actor para que personifique al detective que los lectores esperan ver: la película se llama ¡Cuidado, llegaron los detectives! y Michael Caine hace de un Sherlock borrachín y estúpido ante Ben Kingsley, un Watson brillante.

No me molestó que Juan Carlos Calabró pusiera en boca de su "El contra" ¿qué te pasa, Watza?" uniendo el apellido del médico legendario a nuestro irreverente y costumbrista "guacha", me divirtió acuñar el chiste ¿cuál es su queso predilecto, Holmes? el Ementhal, Watson.


Pocas cosas disfruté más que el duelo entre Arsenio Lupin, el caballero ladrón y Herlock Sholmes en el folletín de Maurice Leblanc.



Me encanta que el mejor manual de economía, el de Paul Samuelson, empiece recordando la refutada concepción epistémica de Holmes en la que sostenía que si aprendía algo del sistema solar, se le desplazarían y perderían conocimientos más importantes, relacionados con ciertas clases de colillas, etc.


Me encanta que Bertrand Russell en "La conquista de la felicidad" para recomendar que nos interesemos por cosas más allá de nuestro yo, parodie a Holmes: "Las variantes del interés son innumerables. Recordemos que Sherlock Holmes recogió un sombrero que encontró en la calle. Después de examinarlo durante un momento, comprendió que su poseedor se había caído a consecuencia de una borrachera y que su mujer iba perdiéndole el cariño que le tuvo. La vida no puede ser aburrida para quien objetos casuales ofrecen tal riqueza de interés".


Para ser todavía más claro: veo en Perry Mason, Hercule Poirot, el inspector Maigret, Isidro Parodi y largos etcéteras como epígonos o sucesores o versiones engendradas por Holmes, engendrado por Auguste Dupin y no puedo ser puritánico para defender esencialistamente un Holmes cuya raíz no debiera ser profanada.


La diferencia entre todas las obras antecitadas y este film, es que el espíritu de Holmes parece no gustarle a los guinistas.




Cuando traté con torpeza de alegar mi malestar dije "es como si descontextualizaran improcedentemente al Quijote y lo pusieran a bailar ballet". Bueno, mi ignorancia supina recibió el bofetón de enterarse de que existe el ballet del Quijote (debí haber dicho que la película en que Holmes hace artes marciales produce tal grotesca sensación de inadecuación como Gregor Samsa cantando rap, Charles Swann en Twitter, o la aguerrida senadora crispada en la Presidencia).


Recuerdo una versión de "La ópera de los dos centavos" de Brecht adaptada por Ricardo Ibarlucía y protagonizada por Diego Peretti. En ella los mendigos eran los mendigos que produjo el menemismo. Era una adpatación que me resultó particularmente afortunada. A la derecha tenía a Luis Brandoni desencajado, mirando la obra con estupor compungido, diciéndome "¿por qué si quieren hacer esto lo hacen con Brecht?". A mi izquierda Victor Hugo Morales aplaudía rabiosamente (sonrientemente).


¿No es "West side story" una adaptación de Romeo y Julieta?¿y no es Romeo y Julieta a su vez una reinvención de un argumento anterior a Shakespeare?


Yo no quiero decir que no se debe trasladar una obra a otro formato, otra época, otra entonación u otra intención: nos quedaríamos sin la "Eneida" y sin la maravillosa burla de Camile Saint Saens al "can-can" de Offenbach, tocándolo con lentitud de tortuga en "El carnaval de los animales".


Nosotros mismos somos una adaptación de una versión de los genes de nuestros ancestros y nos enamoramos de un sustituíble sustituto que es la adaptación en términos civilizados de un objeto incestuoso, la propia biología nos censuraría si vetamos la libertad artística y la licencia poética.


Borges escribió que los textos denominados "definitivos" no obedecen a otra cosa que al cansancio: me irrita que me irrite esta película y no saber explicar con justeza por qué, corriendo el riesgo de parecer un viejo, alguien cansado, el que se opone al progreso.



Cuando Fabián Casas  dice que estar a favor del libro digital es estar en contra de los libros hermosos nos suena ¡ay! como cuando Chesterton con ingeniosos y bellos argumentos se oponía a la electricidad. Cuando reificamos nuestra época es cuando empezamos a envejecer: también si miramos atrás sin poder concebir el marco específico. Ver una carabela de Colón nos da hoy un anacrónico vértigo. Habría que poder verla como la vería Colón: como al Apolo XIII.


Voy a tratar de razonar con cartesiana claridad lo que Holmes representa para la epistemología. En la historia de la ciencia hubo una corriente empirista y otra racionalista. La primera consistía en sostener que el conocimiento llega del objeto directamente a los sentidos. La segunda, que seduce más al intelecto, que parece más sofisticada, sostiene que la razón puede conocer corrigiendo los engaños de la percepción. Platón fue racionalista y cuando San Agustín evitó que se quemaran sus libros obligó a que todos los argumentos filosóficos para la demostración de la existencia de Dios fueran racionalistas también.


Borges en un artículo para la Revista "El Hogar" ahora compilado en "Textos cautivos", diferencia a Auguste Dupin, el detective creado por el creador del género policial, Edgar Allan Poe de Sherlock Holmes, en desmedro de este último.


Declara que Holmes se rebaja a meras comprobaciones empíricas, a la lupa, al microscopio y con todo lo genial que parecía no difiere mayormente de un actuario, un juez de línea o un voyeur (que observe los mandamientos).


El detective que creó Borges con Bioy Casares, Isidro Parodi, obedece al ideal del puro razonador que no necesita ir a constatar detalles que se le escaparon a la policía. Borges cultivaba ese ideal pero no creo que por ser ciego o por ser tan reacio a todo lo corporal: en su criterio para la creación elogiaba el método de Henry James de que no le contaran demasiados detalles de una historia para poder imaginarla mejor por sobre las investigaciones naturalistas de Flaubert, que vio cactus en Cartago y los incluyó en Salambó, sin advertir que habían sido traídos de México.



El poema de Borges "Sherlock Holmes" está escrito también con muy poca vocación documental: en él Borges pasa de Holmes a Adán, al Quijote, a la teología y en la parte más cómica, a Shakespeare, celebrando el costado más cerebral de Sherlock:

"No va jamás al baño. Tampoco visitaba

ese retiro Hamlet, que muere en Dinamarca

y que no sabe casi nada de esa comarca

de la espada y del mar, del arco y de la aljaba"


Isidro Parodi deduce el dibujo de una trama criminal desde la cárcel. Dupin compara su tarea intelectual con la de adivinar en qué mano va a esconder una moneda su compañero. Hans Georg Gadamer en "Warheit und Methode" dice que el crítico debe consustanciarse con el autor y llegar a ser a veces "tan tonto" como él. Vale decir que nosotros, los lectores, conocemos la intención del autor a la manera de Dupin o de un arquero que adivina dónde le patarán el penal y no a la manera de Holmes, que sería por ejemplo reparar en la Balada de Reading Gaol y advertir en los versos en naranja:



"Some kill their love

when they are young,

And some when they are old;

Some strangle with the hands of lust

Some strangle with the hands of gold:

The kindests use a knife, because

The dead so soon grow cold"

que la buena contraposición de un sustantivo abstracto como "lujuria" con uno concreto como "oro" no obedece a la intuición poética por la metonimia o la sinécdoque que aparece en EECummings ("camisa" por pecho, "cuchara" por alimento) o en Nuestro Señor Jesucristo ("no he venido a traer la paz, sino la espada" dice en lugar de "sino la guerra"): obedece por la materialidad morfofonética a razones de métrica y rima.



Me gustaría defender a Sherlock Holmes de ser tildado de realista ingenuo: Ernst Gombrich y Rudolf Arnheim al estudiar efectos visuales en las artes plásticas arribaron a conclusiones que prefiguraron los avances de la fisiología del ojo: advirtieron que el ojo de ninguna manera recibe el desnudo impacto de lo que hay que ver, sino que sale a confirmar una hipótesis previa de lo que está viendo.


Podemos cansarnos de criticar el recorte del relato de "Clarín" pero no solo en la retórica hay filtro y selección y distorsión de los puros hechos. Otro ejemplo fisiológico lo da la sensación de dolor, que nos es ofrecida por nuestro cuerpo solo cuando no estamos en una emergencia. Un soldado que huye puede alojar una bala y no tener la percepción de ese dolor de un modo tan urticante como yo la del mosquito que me está picando mientras esto escribo.

En "Homenaje a Mickey Mouse" Stephen Jay Gould señala la evolución del trazado del dibujo de la cabeza de Mickey, llevando el contorno cada vez más hacia una estructura en la que el tamaño relativo del cráneo inspira la misma simpatía que los bebés, una simpatía irracional, ancestral y genéticamente programada


Cesare Lombroso trató de taxonomizar a los pibes chorros como racialmente determinados al delito y se propuso clasificar las fisionomías para distinguir a la gente bien de los criminales previo todo impacto de la cultura.


Hoy se lo considera equivocado y racista (aunque la equivocación era, precisamente, que no hay "razas criminales" y "razas decentes", que la moral de una persona no es racial), pero no dejamos de obedecer a las apariencias.


En Alemania el feminismo logró que una conductora de televisión tenga que no ser bella, para evitar discriminar y cosificar, lo cual constituye una discriminación invertida similar a la actual condena al hombre blanco en Bolivia (y se pierden de tener una princesa como Letizia).

Toda cosmetología prueba que somos empiristas y no racionalistas a la hora de buscar agradar y conseguir afecto.


Sherlock Holmes fue inventado en una época en la que se creía en los tipos (sanguíneo, flemático) y su compelxión física y lo anguloso de sus delgados rasgos debería ser respetado, porque yo he notado que incluso a Hitler se lo representa con realismo en comedias como la de Mel Brooks "Por un fracaso millonarios" o "Ser o no ser". La distorsión que sufrió en esta pelicula es como si hubieran hecho a Sancho Panza anoréxico...


Como Quino cuando se cansó de Mafalda y no como Unamuno cuando se peleó con el protagonista de su "nivola" NIEBLA, como Paul Celán abjurando del poema que hizo que Adorno se retractara de pensar que después de Auschwitz no hay poesía, Sir Arthur Conan Doyle quiso matar a Holmes haciéndolo caer de una catarata junto a Moriarty, el archienemigo, para poder ser asociado a sus otras obras ("El mundo perdido" es la fuente secreta de "Jurassic Park").


El público lloró a mares (y no "lloró cataratas" como vi escrito, con involuntaria absurdidá, hace poco): Holmes tuvo que reaparecer.


Holmes, que dijo que primero que nada necesitaba conocer los hechos para que los hechos permitan trazar una teoría y no hacer que la teoría encorsete a los hechos, observa con la más alta facultad de abstracción: la de rechazar la intuición, el saber popular, el sentido común.

El gesto de su mente, por así decirlo, es de una virulencia contra la tendencia a cerrar una tesis cuanto antes, solo comparable al pugilato en el plano anatómico.


Irónicamente en este film Holmes no es un razonador, sino un boxeador a quien vemos en clave de videoclip.


La película logra matar a Holmes mejor de lo que lo mató cuando pretendió matarlo su propio autor: Watson no es el alter ego del lector, a quien se conduce con condescendencia a la admiración del héroe. Watson es Jude Law viendo saboteado su matrimonio por los celos infatiles de Holmes. E Irene Adler, que hizo su única aparición en la "Strand Magazine" original como chantajista por autodefensa, deviene bomba sexual/agente del mal.

Holmes no se pica con cocaína por estar aburrido entre caso y caso: el director del film juzgó necesario picarnos a nosotros con esta atolondrada, desastrada y pluralmente desvirtuadora melange.

Para poder incluír el full-contact Holmes deduce dónde debe encajar una patada y el efecto milimétrico que tendrá cada golpe. Un tour de force que no se tomó el reggisseur para con el golpeado público...

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