Caravaggio y su reo realismo
Caravaggio es uno de los artistas dotados que asesinó a un hombre.
Gardel, debidamente encubierto por su admirador Marcelo T de Alvear, es otro.
Otro más, es Christopher Marlowe, autor de la frase "¿por este rostro zarparon mil naves?", no referida a la última cirugía estética de Reneé Zelwellger.
Es autor del "tenebrismo" en el que aprovecha el claroscuro, palabra que a todos nos remite a uno de sus discípulos, Rembrandt.
Era lo que Goethe quiso ser, lo que se suele atribuir a una idealización de Leonardo que fue el genio de los millones de comienzos inacabados, como la mayoría de mis parejas.
Su realismo es científico. Pinta la suciedad de los pies del modelo, pinta detalles levemente escabrosos del embarazo de la Virgen María-su modelo es una prostituta ahogada.
Erasmo de Rotterdam, con un modo de protestantismo similar al judaísmo en contra de la iconografía, denuncia que las vírgenes y madonnas son representadas por modelos ligeras de cascos y de vida dudosa. Una concepción lombrosiana de la santidad. Pero podemos pensar también que la conducta termina esculpiendo con gestos algunos rasgos de la conducta y que no es el mejor emblema de la castidad pintar a una trabajadora sexual de lascivia tan segura que se pudo monetizar.
Goethe descubrió un diente humano, el premaxilar y escribió sobre botánica sus aportes sobre las formas de las hojas. Quiso triunfar por su teoría de los colores, que estaba equivocada: Newton tuvo razón.
Caravaggio es considerado el padre de la pintura moderna, en base más que nada al ulterior desarrollo que a partir suyo lograron sus sucesores, entre los cuales tenemos nada menos que a Rubens, el barroco Sifredi, el opulento rey de la carne. Sin embargo, frente a las gigantescas manos del campesino en Van Gogh, proporcionales a nuestra impresión subjetiva de su importancia, Caravaggio no se deja amilanar por la impresión subjetiva y busca científicamente ser realista.
Con el desarrollo de la fotografía, el realismo en pintura pasa a ser menos admirado y se comete una injusticia para con el esfuerzo de la técnica de Caravaggio. Pensemos únicamente en este cuadro, "Cesto de fruta": «una gran hoja de higuera, con una mancha causada por un hongo, que parece ser antracnosis» es el comentario de un profesor de horticultura al verla. Es decir, quizá podría haber contribuido a descubrimientos científicos que sirvan de retaliación ojo por ojo, diente por diente, hongo por hongo...
Bertrand Russell, el científico, considera que el científico al abandonar su yo es más feliz que el artista.
El artista Chesterton -que polemizó memorablemente con él-coincide en ello: el artista puede decir que es un genio incomprendido, el capitán que hunde su barco y el médico que mata al paciente, no tanto.
Ya que estamos con genios anglosajones de la parodia, nos despedimos con una carta de lectores que escribió un irlandés, un tal "Oscar Wilde", a un diario de entonces, postulando la posibilidad de que haya una botánica para la poesía, diferenciada de la que existe para la ciencia:
Al director de la Pall Mall Gazette, 30 de marzo de 1885
Muy señor mío:
Me aflige hondamente saber que la tuberosa se llama así por ser "una flor que tiene protuberancias". No tiene ninguna protuberancia, y aunque la tuviera, ningún poeta debería tener la impiedad de decirlo.
De ahora en adelante debe haber realmente dos etimologías de cada palabra, una para el poeta y otra para el científico. Y en el caso presente el poeta se fijará en las trompetitas de marfil en que rompe la blanca flor, y dejará al hombre de ciencia las horrendas alusiones a sus supuestas protuberancias y las revelaciones indiscretas sobre su vida privada bajo la tierra. Ciertamente "tuber" como etimología es vergonzante. Sobre las raíces de los verbos se puede dejar hablar a la Filología pero sobre las raíces de las flores se debe guardar silencio. No podemos permitir que destripe el Parnaso. Y, por lo que se refiere a que la palabra sea trisilábica, me hace acordar a un gran poeta que escribió:
And the jessamine faint, and the sweet tuberose,
The sweetest flower for scent that blows;
And all rare blossoms from every clime
Grew in that garden in perfect prime
En justicia a Shelley, cuyos versos cito, sus lectores reconocerán que me apoyo en una buena autoridad para hacer bisilábica a "tuberose".
Queda de usted su obediente servidor,
EL CRITICO QUE TUVO QUE LEER CUATRO VOLúMENES DE POESíA MODERNA
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