Alfred Hitchcock, el santo de la espalda

 




De una intensísima novela, Sternberg ha extraído un film nulo; de una novela de aventuras del todo lánguida —Los treintainueve escalones de John Buchan— Hitchcock ha sacado un buen film. Ha inventado episodios. Ha puesto felicidades y travesuras donde el original sólo contenía heroísmo. Ha intercalado un buen erotic relief nada sentimental. Ha intercalado un personaje agradabilísimo —Mr. Memory— hombre infinitamente ajeno de las otras dos potencias del alma, hombre que revela un grave secreto, simplemente porque alguien se lo pregunta y porque contestar es, en ese momento, su rol.


Jorge Luis Borges, Sur, Buenos Aires, Año VI, N° 19, abril de 1936.

Alfred Hitchcock merece un Nobel de Literatura, más que los laureles que ha obtenido, siendo tan poco pícaros los laureles, la corona de castidad de Dafne para no tener a Zeus adentro, etimología de la palabra "entheusiasmo".
Su primera genialidad incluye un episodio imaginado a partir de un viejo chiste en el que un granjero malvado trata mal a su joven y amantísima esposa, que le prepara un pollo para su cumpleaños. -Mataste una gallina sin consultarme, maldita estúpida. 
Llega un apuesto explorador perdido, ella le convida pollo, pero el granjero malvado se lo retacea: -nos tiene que durar para toda la semana. Finalmente duermen los tres en una misma cama, el desconfiado granjero en el medio,cuando las gallinas se escapan. El granjero se levanta a buscarlas, la ardiente joven le dice "es tu oportunidad". El invitado corre y se come el pollo que quedaba.
Se trata de un clásico chiste en el que esperamos algo sexual y el remate es algo inocente, si bien el poderoso amor a la comida sea quizá menos inocente aún que Eros. 
Veamos ejemplos de estos chistes. El nene pregunta qué siginifica "pene". El padre sonrojado empieza a hablar de las abejitas en primavera. El nene explica que atropellaron a un perro y dijeron que habría que sacrificarlo para que no pene.
-Ya no soy  más virgen-cuenta la menor de edad en la cena. Los padres empiezan a insultarse -Salió puta como vos, que hasta para comprar huevos, te ponés las calzas para revolear el orto...-¿Yo? Al menos no vuelvo con olor a colonia barata diciendo que tuve que hacer horas extras...contanos, hijita, cómo fue...  -Male dijo que quería ella ser la virgen en el acto y me dijeron que entonces mejor yo  haga de la que recibe a los reyes magos...
Hay una versión similar con aceite de oliva virgen...
-¿Tengo segundo nombre, pá?
-Claro, Pablo por tu abuelo materno
-¿Y cuántos años tengo ahora?
-Ocho, es una vergüenza que preguntes cosas tan obvias
-¿Qué es el sexo?
-A la reflauta...bueno...esa sí que es una pregunta peliaguda, hijo....cuando dos personas se aprecian y sus cuerpos no les causan náuseas...existe una fuerza eléctrica que es como un fuego que los posee...
-Más breve, que no me entra...
-¿Perdón?
-Tengo que llenar el formulario, me piden el nombre completo, la edad y el sexo...

A un anciano inapetente y anémico le prescriben tomar leche de una nodriza. La joven al amamantarlo se excita y le pregunta si no puede ofrecerle algo más...El anciano le dice entusiasmadísimo: -Creí que nunca me lo ofrecerías...¿no tendrás unas vainillas?

La lógica que anima la narrativa trepidante y vertiginosa de "Los 39 escalones" tiene mucho de "El club de los suicidas" de Stevenson, de "El hombre que fue jueves" de Chesterton, pero es más que nada una road movie en la que queremos que nuestro héroe logre escapar. Es el antecedente conceptual de "El fugitivo". Y desde ya, de "Con la muerte en los talones" con un Cary Grant poderoso, que se opuso a actuar el chiste de estornudar en la nariz de un presidente gigante esculpido en el Monte Rushmore...No sería la primera diferencia entre el único actor al que Hitchcock amó porque era el ideal, siempre erotizándolo todo. "The rope" había sido escrita para él, pero Cary Grant, que se había tomado el trabajo de casarse en ese matrimonio que arreglaron los estudios para enterrar los rumores de su homosexualidad, se rehusó a usar perfume y llevarse bien con su madre porque era admitir su bisexualismo. En ese momento Hitch contrató a James Stewart que atraía a menos público y que se había vuelto el primer actor independiente. Reescribieron el guión para que tampoco James Stewart haga de marico. Hitchcock descubrió en el noble caballero apuesto a un vehículo para perpetrar toda clase de perversiones: al identificarnos todos con un James Stewart relativamente más sufriente pero que nos mueve a empatía infinita, el vouyerismo puede ser exhibido a todos para que todos vean que todos somos vouyeristas. El Cary Grant que inspiró la figura de James Bond, inspira films más ligeros. No tendríamos al Hitchcock oscuro con él. No se lo permitieron los estudios tampoco: "Sabotedor", en el que debía ser el villano, muta y termina con un final feliz. 
"Diamantes para un ladrón" descorre el velo del profundo enamoramiento de Hitchcock, a los pies de Grace Kelly-a punto de convertirse en princesa de Mónaco. 
-No tiene el sexo en la cara, no es como Marilyn o Kim Novak.
Solemos disfrutar de la película pero preferir la novela, salvo con Hitchcock. Obviamente porque no se propuso llevar a la pantalla grande a Proust. Se propuso ser el escritor que siempre fue, usando novelas de otros. 
Si San Martín es el santo de la espada, la angelical labor de Hitchcock es traernos siempre presente el recuerdo de que somos hobessianos hijos del temor. Y freudianos perversos polimorfos infantiles. Nos enfrenta a aquello a lo que solemos darle la espalda...para que nos la rompa.
Allí donde los baratos discursos santurronamente consoladores no nos entran cual consoladores en el tan abierto upite, el recuerdo de que nos excita ser salvajes puede ser más nietzscheano y sexy. 
Todo lo que nos permita recordarnos a nosotros mismos las diferentes capas y dimensiones que somos va a ayudar a que nos quieran y a eludir el espejismo de moral que tiene el reproche. Solo se puede odiar a aquello a lo que se simplifica brutalmente. 

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