Robert Louis Stevenson, otro revolucionario secreto
El escocés, admirador de Walter Scott, mantenido por su padre fue no solo genial sino inspirador de genios. Como todo genio anglosajón, como Hobbes y Locke y el Obispo de Berkeley y David Hume es de una mediterránea claridad en su prosa.
Robert Louis Stevenson, admirado por Chesterton y admirado por Borges, evidentemente plagiado por Oscar Wilde, fue un gran devoto de la Musa en el sentido clásico. Protestaba si lo despertaban cuando estaba soñando un gran cuento de terror.
Su amistad con Henry James fue decisiva. No porque necesitara inspiración, todo lo contrario: necesitaba que un escritor le dijera que lo consideraba un igual. Como Stefan Zweig validó a Joseph Roth.
"Dr Jekyll y Mr. Hyde" es sin duda una elocuente documentación de la cocaína, mucho más definitiva que la intentada por Alan Pauls en "El Pasado", pero trasciende esa química y permite no solo algo que su admirado Whitman insinúa respecto de la diversidad de la identidad individual. No solo "El profesor chiflado" de Jerry Lewis y el "Retrato de Doria Gray" y el comentario de Paul Celan al irse decepcionado de Todnauberg porque Heidegger fue "heideggängisch", evitista de una renuencia histórica.
Nos habla de la dualidad y ambivalencia que inevitablemente tenemos en tanto humanos: la que nos impide amar plenamentte; la que nos salva de amar plenamente.
Intentó, como Voltaire, una fallida reencantación de "Las Mil y una Noches". Logró, como Byron en el "Don Juan" una profética burla a Malthus en su "Club de los sucidas".
Es autor de las mejores obras literarias que la memoria humana no va dejar caer en el olvido pero es además una persona de quien quisiéramos ser amigos.
Usó la moda del misticismo indostánico para generar desde esa metafísica un bien logrado terror.
Su Edimburgo es tan ubicuo como la Babilonia o la Babel de Borges, tan pampeanas.
Como Proust y como Kafka tuvo una salud frágil. Pero su espíritu no era enfermizo. Al leerlo nos reanimamos. Su corazón era jupitereano. La palabra "jovial" no deriva de "joven", sino de "Júpiter". Que es el entusiasmo etimológicamente derivado de Zeus Tener a Zeus adentro.
Robert Louis Stevenson como Lewis Carroll supo deleitar narratológicamente a niños. Y a los adultos mucho más, al advertir que nadie puede abrirnos mejor a la narración que quien nos devuelve a la capacidad de asombro de los niños.
El mejor traductor para nuestra lengua de Stevenson es un narrador admirable. Hijo de un grandísimo filósofo, Julián Marías: Javier Marías.
Nabokov niega toda interpretación samoana alegórica. Dice que el brebaje lo vuelve lo que desea ser. Negó a Freud diciendo que no desea que le pasen mitología griega por los genitales. Pero interpreta muy freudianamente a este personaje.
Su muerte, al tratar de abrir un vino, despierta graciosos comentarios de Chesterton y de Nabokov, Tenesse Williams muere al tratar de abrir un producto oftalmológico.
Stevenson puede ser nunca leído por lectores de sus herederos, pero habría que señalar que sin él, tantas maravillas clásicas seguramente no existirían.
Freud desarrollaría sus teorías primeramente veinte años después.
En "El informe de Brodie" que saluda a Jonathan Swift, hay un presbiteriano saludo a Stevenson: Borges en más de una ocasión se sintió feliz de haber recomendado su lectura. Cuando Chesterton lamentó los manuscritos perdidos de Stevenson-que solía quemar todo lo escrito para escribir de cero y mejor-diciendo que eran como botellas de champagne arrojada al mar, Borges protestó: cada botella es industrialmente idéntica, cada obra de Stevenson, única e irrepetible...
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