Van Gogh, el nuevo Jesucristo luterano al que amamos como mártir por emprendedores
La grandeza de Van Gogh, agigantada año tras año, no puede ser resumida en este breve reseña. Involucra el mito al que la humanidad recurre eternamente, de la resurrección póstuma del reconocimiento de un mártir de la humildad y largos etcéteras.
Su formación protestante, la inicial ambición de ser vendedor y ulterior de ser marchand están ampliamente documentadas en el intercambio epistolar más popular de la historia, con su hermano-divinamente parodiado por Woody Allen con un odontólogo experimental.
Si el mundo fue increíblemente injusto con él, deberíamos pensar en las pocas cosas en las que no lo fue. Vincent abrazó una actitud franciscana, si bien es poco luterano decirlo así; la Iglesia que le permitio ser pastor protestante decidió dejar de pagarle, cosa que casi pareció lo que en su insólita búsqueda, buscaba.
Nos sorprende que el maestro que inspirara a diversas escuelas posteriores decidiera hacerse pintor bastante tardíamente.
Por supuesto, todo en la vida de Vincent Van Gogh es anonadante: el retrato final que le dedica al Dr. Félix que le recomienda, después de pegarse un tiro en el abdomen, descansar y tomar agua.
Si no hubiera sido un pintor innovador brillante, nos resulta complicado pensar qué podría justificar su personalidad tan impermeable y cáustica como la de Karl Marx y Arthur Schopenhauer.
Hoy sus cuadros son los más caros del mundo.
Un coleccionista japonés que decidió ser enterrado con su cuadro de Van Gogh, generó un dilema tal como los bioéticos, como el de si podemos permitir que una tribu originaria del Amazonas mate al primogénito para asegurar una buena cosecha de acuerdo a sus creencias.
"La oreja de Van Gogh" es una banda de música y una novela policial de José Pablo Feinmann y el chiste de Billy Wilder que funciona en austríaco, idioma para el cual "oído" y "oreja" son una sola palabra, "Ohr", porque, según me dicen mis amantes con malas expriencias en Viena, "no se dan realmente cuenta si están adentro o afuera": -Para la música tengo el oído de Van Gogh.
Un chiste tan malo que inmediatamente nos remite a otro, que compite en cuanto a vergonzante: -Beethoven era tan sordo que se creía pintor...
Algo que alimenta el mito de genio es haber fracasado en su examen de latín y griego. Algo tan demagógico como el Einstein que dice que la imaginación es más importante que el conocimiento.
Si pudiéramos concentrarnos en la genialidad de su arte, no habría toda esa narrativa aureólica en torno a su trágica historia psicológica y económica. Dado que locos y pobres hay a patadas.
Su revolución de la perspectiva podría compararse a la revolución de Descartes al poner al sujeto en el centro. Las grandes manos del cultivador de papas muestran cómo podemos percibirlas en virtud de su importancia, más allá de su tamaño "tanto peor para la realidad" como lo formula Hegel. No habría manos con cuatro dedos en Mickey Mouse o Bugs Bunny sin la traducción a imágenes deglutibles por nuestros subjetivos ojos, iniciada por Van Gogh.
En sus lecturas, Dickens le parece fundamental. No sorprende: Dickens es un Disney avant la lettre en materia de maniqueismos.
Rechazado por la mismísima Iglesia ante la cual se inspira todo su masoquismo, rechazado por su amante, Vincent está y no está vapuleado emocionalmente: comprendamos que para una psique como la suya, ser rechazado es ser confirmado, así como Judas es y no es un traidor, al permitir a Jesús cumplir su profetizado destino.
Su torturada alma expresándose en su lienzo ha llevado a Heidegger a elaborar todo un desarrollo filosófico en torno al cuadro de los zapatos, que atribuye a una campesina y en los que ve inscripta la historia del trabajo y el sacrificio. “Por los zapatos pasa el silencioso llamado de la tierra, su tácito regalo de cosechas maduras y su oscuro rechazo en el abandono invernal […] Este medio pertenece a la Tierra y el Mundo de la campesina lo protege […] El cuadro de Van Gogh es la revelación de lo que el par de zapatos es en realidad: un medio [entre la Tierra y el Mundo] a través de la negación, del esconderse de su ser
Maestro del calembour, Derridá se burla de la crítica de Shapiro, que dice que Heidegger no leyó una carta de Vincent a su hermano hablando de su pintar los propios zapatos. No se resiste a formular un juego de palabras: Restitutions – de la verité en pointure siendo "pointure" tanto "pintura como "número de zapatos", así como "estoy llena" puede significr "estuvo riquísimo pero si como más voy a salir rodando" como "estoy preñada"....
Hoy que la inteligencia artificial parece amenzar el desbancar a futuros Einstein porque tarde o temprano alguien daría con la relatividad, debemos preguntarnos si tarde o temprano alguien dará también con el sello individual de un artista, dado que si es aceptado por la íntima humanidad universal, estaba en germen como valedera expresión nada caprichosa..
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