Alejandro, Napoleón y Hitler
Tras coronarse emperador, como si la decapitación de los reyes y la Revolución Francesa fueran verdurita, Napoleón refrendó su genio militar en Austerlitz.
Su ídolo, Alejandro, dormía con su Iliada comentada por su maestro Aristóteles. Napoleón, en un libro no menos valioso que el de Galileo comentado por Newton, comenta "El Príncipe" de Maquiavelo.
Su ídolo, Alejandro Magno habia conquistado casi todo Asia: Napoleón decide conquistar Egipto muy conciente de que quedarse en Francia era ser un disputante del poder como el San Martín que Rivadavia mandó a asesinar.
Tras conquistar Egipto y ser el lider francés, comete un error fatal. Su ídolo Alejandro nunca cometió un error fatal, nunca fue derrotado.
Su admirador, el que se autopercibía artista, Hitler, lo comete numerosas veces: solo se evidencia en Stalingrado con esa máquina de guerra derrotada.
Napoleón era tan veloz en anticipar y calcular realistamente que no es derrotado porque huye a tiempo pero subestima el apoyo que le dará el pueblo español.
Hitler, Alejandro Magno y Napoleón tienen algo en común: no tienen paz.
No hay conquista suficiente. La paz es solo una negociación temporaria para lograr mejores condiciones para la conquista. Ninguno sabe gobernar, solo ganar batallas.
Alejandro Magno, sin dudas, el mayor genio, es un ejemplo de estrategia. Napoleón, con buena información, es brillante para inducir al enemigo a atacarlo donde quiere. Hitler es un imbécil, cuya impredecible imbecilidad le hace ganar tiempo y cuyos geniales generales permiten victorias hasta que los desoye.
Si queremos estudiar el arte de la guerra, estos tres merecen más atención que Julio César.
Tienen mucho en común.
Son increíblemente resentidos.
La España que inicia la deblacle de Napoleón es irracional: estaría infinitamente mejor gobernada por el liberal código napoleónico que por la Santa Inquisición.
Alejandro se siente cada vez más persa y sus seguidores lo desconocen.
Hitler es un caso aparte.
Conquistó Europa pero su corazón estaba en desparasitar al mundo, ideológicamente. De haber tenido buenas estrategias nadie duda de que podría haber dominado Europa por la superioridad técnica militar. Pero no pensaba en términos de táctica, sino de místico racismo.
Sin Alejandro, no hubiera habido Imperio Helénico. Sus conquistas nos llevarían a decir que es una de las personas que más cambió la historia, lo cual sería ingenuo. Mahoma la cambió más. Marx a lo largo de muchas generaciones y ya muerto y sin enterarse, la cambió más aún.
De no haber existido Napoleón ¿qué cambiaría en la historia universal?. No mucho. Todos sus fomentos a la ciencia, habrían desplegado su brillo per se.
Sin Hitler no hubiera habido Shoá ni el final de la hegemonía británica cedida a EEUU.
Debemos concluir que pese a conquistas heroicas y legendarias lo que hace avanzar a la humanidad no pasa por ahí.
Debemos la penicilina a lo sucio que era su descubridor, que volvió de sus vacaciones viendo lleno de hongos sus tubos de ensayos.
Seguimos precisando ídolos de carne. Pero lo que nos hace avanzar puede ser cualquiera. Ningún descubrimiento científico es una original subjetividad inspirada por la Musa inconcecible: si no lo descubría el actual Premio Nobel, lo descubrirá pronto el próximo.
Hegel podrá cacarear acerca de cómo la guerra acelera invenciones, lo cierto es que sin Alejandro, sin Napoleón y sin Hitler, no habríamos dejado de haber llegado a la Inteligencia Artificial, no dejaríamos de tener Internet, no nos faltaría un Nespresso...
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