JFK: un estadista que dista de estar
John Fitzgerald Kennedy participó del primer debate televisivo presidencial. Quienes lo oyeron por radio, consideraron que argumentó mejor Nixon. Ganar por la razón es algo raro, propio de la aristocracia británica. Cuando la democracia de masas es quien decide, no se basa en la razón. Quienes vieron al bello Kennedy canchero enfrentar a un sudoroso cuáquero, consideraron que el guapo ganó.
Hubo un pacto que organizó su hermano con la mafia italiana, a la que traicionaría. Los sindicatos obligaron a votar por Kennedy. Por algún motivo el bello efebo parece progresista, inspirador y eficaz y Nixon una rata inmunda.
Tras el desastre de Bahía de los Cochinos, donde Fidel Castro humilla a Kennedy, éste pide asesoramiento al experimentado Nixon que se asombra de lo novato que es este Mesías que inspira al mundo. Una gran serie de errores se suceden. Escándalos con sobreprecios para reformar edilicia y mobiliariamente a la Casa Blanca.
Todavía no entiendo cómo puede la humanidad admirar tanto a un inepto. Supongo que la posmodernidad me diría que sabía hablar.
Anuncia el hombre en la luna antes de 1970 sin tener la menor idea de cómo joraca lograrlo.
Von Braun, uno de los genios alemanes que prefirió rendirse ante los americanos y no ante los rusos tiene un par de buenas ideas.
Kennedy se dedica a garcharse a Marilyn y a Marlene Dietrich y a escandalizarse ante un Israel que consigue plutonio para hacer la bomba atómica.
Con modos francamente tibios exige a la URSS que quite los misiles en Cuba. Democrática y reverencialmente pide a un submarino ruso a punto de disparar un misil nuclear que vuelva.
Visita demagógicamente la Berlín súbitamente dividida por el muro. Dice "Yo soy un berlinés" que suena a berlinesa, bola de fraile y da lugar a muchos memes. Es amado en Alemania. Willy Brandt lo imita y llega a ser canciller, hasta que se comprueba que su mano derecha era un espía ruso y debe abdicar. Su sucesor es Helmut Schmidt, que también lo imita. Un valiente alcalde de Berlín, ulteriormente genial editorialista.
Por fogosas que sean las parejas ideales, cuando las emparejamos mucho nos sirven de ejemplos parentales. Marilyn, cuyo suicidio no es nada claro ,así como tampoco el asesinato de Kennedy, queda angelicada a pesar de su voltaje erótico non plus ultra suma cum laude, y creemos que fueron magíficas personas víctimas de la maldad humana.
Que hayan sido sexies y con ello logrado ascender es invisibilizado por lo que Freud llama "Sublimierung".
Nadie piensa que el horroroso maccarthysmo que persiguió a miles de talentosos artistas reputándolos de comunistas es fruto del inepto gobierno de Kennedy. El asesinado rige en el sentimiento colectivo como "El Papa bueno".
Martin Luhter King fue contemporáneamente asesinado y las muertes parecen santificar a todos. Kennedy no parece racista.
La idea general es que el mundo iba a encaminarse hacia un idealismo inspirador y los peores monstruos del capitalismo tecnócrata mataron a la gran esperanza blanca.
He leído a Milton y a Dante y sé que el Inferno es más creíble como temible que el Paraíso como anhelable. Sería lindo que quienes siguen adorando a Kennedy al morir vivan en un limbo gobernado por este gran "sabio".
No quiero con esto decir que Nixon es Buda ni Jesús ni Lao Tsé. Pero fue quien puso fin a Vietnam y estableció buenas relaciones con China.
Y quien finalmente habló desde la Casa Blanca con los primeros colonizadores de la luna. Con un admirable discurso que por suerte no debió utilizar, despidiendo a Neil Armstrong muerto.
A todos nos gustan las explicaciones monocausales y maniqueas cuando usamos el corazón en lugar de la mente. Kennedy nos enamora, por eso es nefasto.
Nixon sabe gobernar y sabe de la complejidad sucia que presupone la política.
Odiar a Hitler y amar a Churchill está perfecto.
Pero insistir en que Alfonsín usaba mejor la lengua española que Menem es olvidar que solamente Ana Freud come la palabra "frutilla" en sueños.
Roosvelt, Clinton, Obama, Eisenhower: no puedo pensar en un solo presidente que no haya sido mejor que el idealizado Kennedy, salvo, obviamente Trump...
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