Leslie Nielsen y la dirección correcta del progreso mental
A Woody Allen, tras triunfar con un humor disparatado que es una rarísima alhaja que requiere un poder de abstracción lúdico intelectual atípico, le gustaba incursionar en "algo más serio". Admirador autodidacta de Fellini y de Bergman, declaró que las mejores películas de Chaplin son las últimas, las que involucra las emociones. Así que sacrificó chistes que le salían a borbotones de un manantial inagotable como si a los demás también, para retomar el drama del remordimiento, la tentación del adulterio, la insatisfacción humana general y creer, como Marilyn siguiendo a Lee Strasberg, que crecía con ello en estatura artística.
Si Alberto Olmedo hubiera escrito "Los siete contra Tebas" y Jorge Corona "Lisístrata", no creo que lo admiríamos más que a los antiguos griegos. Más bien diríamos: -Ya me deprime lo suficiente el noticiero, hacé lo que mejor sabés hacer y dame risas, hermano.
El caso de Leslie Nielsen es el complementario. Empezó como actor dramático si lograr un estelar. Hasta que Zucker y Abrahams le pidieron que en la parodia de la apocalíptica "Aeropuerto" (¿Dónde está el piloto?) dijera todas sus líneas ridículas con seriedad dramática .
Esto marcó un giro en su carrera. Leslie resultó ser un tesoro nacional en materia de comicidad. Su formalidad hacía creíble el doble sentido, el deseo sexual como guiño al público, la estupidez al mejor estilo "The Pink Panther" y el non sequitur basado en una confusión imposible. Su pomposidad y selfrightioness aplicada a fruslerías, su ligereza y autoconfianza aplicada a gravísimas emergencias generaba un cortocircuito de contraste desternillante. En 1982 hizo una serie televisiva brillante, en la que todos estuvieron a la altura excepto el rating. Porque la tele se ponía de fondo mientras se conversaba y planchaba y no se prestaba suficiente atención. Fue necesario llevarla al cine, donde todavía hoy, aunque la primera "La PIstola Desnuda" data de 1989, sigue siendo desopilante cada vez. Es el género de comicidad que tira trescientos mil gags por segundo, como hubiera sabido hacer Woody, que de púber ya publicaba cien chistes onlieners en el New York Times, que escribía en el tren volviendo del colegio.
Hay juegos de palabras, splastick, burlas a la arrogancia y un sexismo que hacía poco había llevado a que Benny Hill fuera removido del aire por la BBC.
En la tercera "Naked Gun", cuya remake con Liam Neeson se anuncia para agosto, actúa Anne Nicole Smith y oficiando de bomba sexual del comediante, como Adriana Brodsky con el Manosanta y Kim Basinger con Bruce Willis, como Marilyn con Cary Grant y con Jack Lemmon y Tony Curtis, como Heather Graham para "El Gurú" y Elizabeth Hurley pra Austin Powers. remeda una parodia a "El juego de las lágrimas", revelándose como travesti.
Estamos en el territorio de Mel Brooks, con audacia para hacer reír de modo transgresor y no en el campo de Woody, que se ha propuesto domesticar su saltarina mente y hacer comedia monovial con mensaje de autor.
Solemos decir, si bien a mí me está vedado, "respetá mis canas". Las canas de Leslie Nielsen, como las de Steve Martin, otorgan, en efecto, respetabilidad.
Es un comediante afincado en la formalidad improcedente, como Leo Masliah y como Loriot.
No quiero decir que Woody no sea un genio. Su dominio para dar voz papeles femeninos es superlativo. Pero Woody, cuyo talento torrencial par dar voz al delirio nos permitía soñar con Capillas Sixtinas del nonsense alla Eduard Lear, se vendió, digamos, del porno a la telenovela, en un mundo en el que cada cien años nace una Jena Jameson y si escupís le das a siete Catherines Fulops.
Solo un acotado registro, para nada, como un antibiótico, de "espectro amplio" dota a Leslie Nielsen del pilar de su capacidad. Su casi británica dignidad al mostrarse serio en situaciones que no lo son.
Vivimos en tiempos asustados. Por retrocesos pero también por grandes avances. No sabemos si va a terminar con nuestra vida un Irán con mentalidad prehistórica o una Inteligencia Artifical más pilla que el marido de nuestra novia.
Creer que ahondar en el drama es la aristotélica purga catártica que nos libera de angustias, en lugar de creer que lo es increcentar la habilidad de surfear la superficialidad, es equivocar la panacea.
Necesitamos agudizar el cinismo, perfeccionar la frivolidad imposible, hacer descansar al empático corazón cansado, que ya no sabe si estar rabioso o si estar triste.
Amo a Woody Allen pero no puedo apoyar su decisión de abordar las grandes preguntas sin solución. Dios es la pregunta, no la respuesta, pero el humor es la respuesta a lo que nadie ha preguntado.
Schopenhauer define insuficientemente al humor como "PONER ALGO DONDE NO VA". No toma en cuenta que un avión empotrado en una de las Twinn Towers no va y sin embargo no es lo más minimo gracioso. Misántropo empedernido, Schopenhauer había ciruncidado el dicho "mejor solo que mal acompañado" para acotarlo a "mejor solo", Esa tendencia a abreviar le impidió decir que el humor es poner algo donde no va y sin embargo, sí iba
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