VÉRTIGO

 



Alfred Hitchcok es el mayor maestro del arte del cine, el mayor amador de expresar visualmente la narrativa.

Se considera a "Vértigo" su mayor obra maestra, siendo que hay por lo menos cinco de sus otras películas ostensiblemente superiores. 

Pero no podemos decir que sea mala. Pertenece a la colección de films que hizo con James Stewart. Un actor al cual apreciaba pero en modo alguno amaba como a Cary Grant. Este último le garantizaba el elemento onírico y fuertemente erótico que hacía fluir cada fotograma. 

Lo que garantizaba James Stewart era una identificación universal: nos cae super, empatizamos con él, es bello pero sufriente, es noble, es lo que creemos que somos.

En cada film que Hitchcock hizo con James Stewart, se jugó para obligar al público a acompañarlo en alguna perversión particular. En "La ventana indiscreta" es el voyeurismo. 

Kim Novak no fue en absoluto la actriz que hubiera querido. Escribió el guión pensando en Vera Miles, que quedó embarazada y se excusó. Kim Novak le pareció dese el principio a Hitch una vulgar vamp con el sexo en la cara, nada que ver con la majestuosidad de Grace Kelly. 

Billy Wilder la usó también: como prostituta en una de sus películas más perfectas y más fracasadas. 

Kim Novak no hizo carrera, a pesar de su belleza. Para Hitchcock siempre fue el collar de melones de "Vértigo". Famoso por decir que los actores son ganado, no fue especialmente atento con ella. En una escena, Kim Novak le pregunta cuál es su mejor perfil y Alfred le responde "estás sentada sobre él". 

También Wilder se refirió a ella sin un inmenso aprecio. Cuando le hablan de un gran plano con ella, dice despectivamente que todo era grande en ella.

Basada en la novela "De entre los muertos" de Pierre Boileau y Thomas Narcejac, a Hitchcock le interesó más que nada la obsesión por reconstruir a una mujer, a la que se cree muerta, y la ambientó en San Francisco. Mediante filtros y mediante imágenes difuminadas, la diferencia entre la Madeleine refinada y la sustituta vulgar logra convencernos, aunque a Hitchcock nunca le pareció bueno que fuera Kim Novak, vulgar siempre, la escogida. 

Siendo un director que ilustraba con dibujos muy específicos los primeros bocetos de sus guiones y los escribía tan perfectos que filmar era un trámite a veces meramente aburrido, "Vértigo" es una demostración de que nadie puede arruinar un guión suyo, por peor que actúe. 

Para el espectador no hay realidad alternativa. Como un desesperado religioso, el espectador es determinista: por algo "Vértigo" es con Kim Novak, así lo quiso la única determinada realidad necesaria posible. Pensar en otra actriz es como pensar si hubiéramos nacido con el sexo opuesto, es obliterar todo el sentido de la vida que nos ha servido para extraer las lecciones que ahora nos guían.

Su fidelidad al suspenso, némesis de la sorpresa, lo hace traicionar la novela: el público sabe antes que el protagonista que Kim Novak no ha muerto, que la obsesiva replicación del enfermizo James Stewart tiene sentido.

Resulta hermoso ver en "Instintos Básicos" una San Francisco que homenajea a la serie de Michael Cane y a "La ventana indiscreta" por más que Hitchcock siga sin discípulos, llámense Brian De Palma o quien fuera. A todos los thrillers ulteriores nos los tenemos que fumar con una sorpresa de tres segundos y no un suspenso de media hora. Los personajes saben más que nosotros.

La película "Vértigo" resiste el paso del tiempo y el volver a verla por enésima vez, como todo otro film de Hitchcock. La única sorpresa, "Psicósis", tampoco pierde frescura cuando sabemos todo lo que va a pasar. La cámara nos logra manipular y conmover cada puta vez. 

Deploro que sea considerada de las mejores del mayor maestro de la narración a través de imágenes, pero "Vértigo" tiene sus innegables inmortales méritos.

Tampoco es el mejor cuento de Borges "El Aleph", pero la posteridad así lo cree. 

La necrofilia es la hermana de la inmortalidad.


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