Christopher Isherwood y la recalcada concha de tu putísima madre, por no decir otra cosa
Mi abuelo Adolfo Brauer se llamaba así porque había nacido antes que Hitler, que gaseó a toda su familia.
Cuando en mil novecientos treinta y ocho vio que un restaurante no admitía judíos, pidió a la cámara de comerciantes colegas que le consigan una visa, advirtió que no se podía seguir viviendo en ese país. Quería emigrar a EUU. Quería persuadir a sus padres, a sus hermanos.
Solo logró una publicidad de hacer turismo en las cataratas del Iguazú a cambio de la visa para inmigrar a La Argentina, país del que no sabía nada.
Ninguno de su familia creyó que Hitler fuera una amenaza seria. Había razones para sostener esto: Alemania había sido solo pintorescamente antisemita en relación a otros países. Alemania permitía que los judíos ejercieran las profesiones liberales. Y por cierto, como demuestra Sebastian Haffner, la índole de antisemitismo eliminacionista que abrazó el insólito Hitler, era más típico de países del este.
Felix Mendelsohn recuperó LA PASIÓN SEGÚN SAN MATEO de Bach, tras cien años de olvido, muerto de risa: se había debidamente convertido al luteranismo pero se imaginaba la cara de los cristianos al enterarse de que un judío rescató esa obra católica.
Heine no tenía tanto de judío en su carcajada porque genuinamente valoraba lo poético de la religión de Jesús.
Llegué a conocerlo antes de que muriera internado en el Hospital Alemán, al que siempre recomiendo aclarando que ahí murió mi abuelo y creen que es uno de mis chistes.
Una de las pocas cosas del legado de su sabiduría que me legó es que Christopher Isherwood is full of shit.
Ciertamente Billy Wilder se rehusó a filmar CABARET y eso permitió el gran come-back de Bob Fosse.
Billy había conocido el Berlín de los años treinta y decía que ese libro era de un lunático al que le inyectaron heroína, lo abdujeron los marcianos y le metieron hongos por el culo, por no ir más lejos.
De modo que el film fenomenal que catapulta a Liza Minelli es un fenómeno palimpséstico. Toma algunas referencias del libro pero se sostiene sobre la magnífica música, las actuaciones, la voz, la excelente dirección. John Kander y Fred Ebb escriben la música y la letra muy retomando a Brecht y Kurt Weil. Gene Kelly rechaza dirigir esto.
Bob Fosse había fracasado estrepitosamente con SWEET CHARITY sin razón aparente, cuando la remake americana de LAS NOCHES DE CABIRIA de Fellini protagonizada por Shirley Maclaine parecía un éxito asegurado.
Se le da la oportunidad de dirigir CABARET, que ya había dirigido en el teatro con inmenso éxito. Fosse quiere demostrar que es capaz de dirigir bien. Joel Grey ganó el Óscar por hacer de un personaje de presentador absurdo y para su sorpresa, Fosse le pide que haga distinto para el cine lo que vino haciendo. Va a terminar ganando el Óscar pero enojadísimo. No ha comprendido que el idioma del cine y el del teatro son diferentes.
Son muy pocos los recuerdos que tengo de mi abuelo paterno. Para cuando yo nací, ya no era la inteligencia luminosa que me aseguraron había sido, con una mitología familiar que aseguraba que vislumbró todo lo que Hitler haría. Era más la parte animal la que quedaba: su amor por el queso al que le ponía mostaza, la manera en que todos los perros del mundo lo lambían y adoraban, su risa bigger than life, su gran panza redonda, el estar ya por encima de muchas cosas y permitirse algunas libertades en sociedad.
No me propuse hablar en realidad de mi verdadero abuelo paterno, sino de lo mala que es la novela que erige el milagro de CABARET.
Es toda una lección.
También las pésimas novelas pueden ser de una utilidad redentora.
En su incoercible mezquindad Isherwood dirá que CABARET es una soberana cagada, pero bueno, no se debería quejar, dado que le reporta mucho dinero en concepto de derecho de autor.
Escribe otra novela para corregir o desmentir a la primera, mucho más pésima aún.
Lo que estoy tratando de decir es que si hubiera sido buena la obra de Isherwood, no habría permitido la ingerencia de genios remodeladores.
Son muchas las buenas noticias: primero, que la peor de las más canallas obras puede ser el puntapié inicial de una obra maestra.
Segundo, que la falta de rigor histórico es una invitación a la musa inventiva.
Tercero: que incluso si agarraban la revista ANTEOJITO un grupo de genios como Bob Fosse y Liza Minelli y John Kander y Fred Ebb te hacían la Capilla Sixtina.
No te rindas, no bajes los brazos.
Fracasaste pero tal vez desistan los superiores a vos a hacer el proyecto que estabas llamado a realizar.
Fracasaste pero tal vez puedas montarte sobre un aún peor fracasado para construirte.
Para todos se trata de no dejar de oír la voz interior: la oyó Isherwood para escribir sin sutileza esa porquería que arruinó la vida de la mujer a la que cree mencionar veladamentemente disfrazada y todos reconocemos.
La oyó mi abuelo, cuya propia vida salvó y a quien le debo el Ser-no querría llegar al extremo de agradecérselo a Hitler.
La oyó Bob Fosse, el Genio del Superyó Hedónico, cuya electricidad bailable pudo retraducirse al celuloide porque si sos un genio viendo imágenes en las nubes, también lo sos en trigonometría.
Liza Minelli no en menor medida oyó suy voz interior y oyó que cantaba no tan bien como mamá, pero con mucha más expresión.
Nunca mandes a callar a tu voz interior porque sin tu voz inteior no vas a tener una valedera voz exterior.
Incluso si tu voz interior te dice cosas difíciles de aceptar, como que los chilenos son todos putos, etc debés honrarla: tenés que venderle tu cuerpo al alma...
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