Los despóticos aman manipularnos con la palabra LIBERTAD
Si bien, el que destrona definitivamente a Sartre es Michel Foucault pese a poderosos ataques sartreanos, que lo tilda de tecnócrata y barrera contra el marxismo, el primero que se atreve a atacar a Sartre es el estructuralista antropólogo Levi Strauss, que instaura el nuevo paradigma: el sujeto ya no se impone al objeto, sino que está subordinado al objeto, que es la estructura.
Hay que decir que Francia buscaba recuperar protagonismo y vigencia académicas imitando a Alemania. Por eso Althusser es una versión francesa de los alemanes Marx y Nietzsche, Sartre un retomador de los alemanes Hegel y Heidegger, Foucault un seguidor del alemán Nietzsche, Derridá un retomador del alemán Heidegger. Deleuze incluso un atribuidor al Spinoza holandés, por así decirlo, de ideas en realidad nietzscheanas, referidas a emociones vitales que potencian.
André Glucksman logra unir a Sartre con Raymond Aron, que había sido su compañero en la Escuela Normal Superior, para el último acto político de Sartre, pedir al presidente Giscard d Estaing intervenir en favor de los que huían de Vietnam.
Sartre había roto con Aron en una reunión en la que enfrentado a gaullistas consideró que Aron no lo apoyó tras haber en un programa radial comparado a De Gaulle con Hitler, en una caracterización no menos estúpidamente lombrosiana que la admiración de Heidegger por las glaucas manos del Führer, los pesados párpados.
En ese último acto político, la manida frase atribuida al periodista Jean Daniel ES MEJOR EQUIVOCARSE CON SARTRE QUE TENER RAZÓN CON ARON hallaba su Aufhebung, su síntesis conciliadora hegeliana.
Heidegger en cierto sentido, podríase decir, lo confrontó, al responder con su CARTA A LOS HUMANISTAS a su insólita inclusión como partícipe en EL EXISTENCIALISMO ES UN HUMANISMO.
Que Lacan-retomando al austríaco Freud- derrotara a Sartre es un hecho asombroso solo comparable al cristianismo terminando con el Imperio Romano.
Entiendo que la pelea con Camus, en su momento entendida como gran victoria de Sartre, así como todos los debates en la historia que ahora cambiaríamos de vencedor, recuérdese Cassirer contra Heidegger o Chomsky contra Foucault, nos haría echarle en cara a Sartre su adhesión fanática al comunismo al punto de apoyar a Stalin.
Y sin embargo, la más fundamentada crítica al Sartre que nos dijo que lo que importa no es lo que nos hicieron, sino lo que hacemos con lo que nos hicieron, al Sartre que nos dijo que estamos condenados a ser libres, sería correrlo por izquierda y no desde una derecha muy consciente de la infundada propuesta comunista. Sería advertir lo funcional que es al capitalismo más deshumanizado y más contrario a la unión de una comunidad el culto a un individuo que tiene que hacerse responsable de su existencia.
Por eso, si bien Levi Strauss podría parecer retrógrado, su estructuralismo es mucho más comunista que el existencialismo.
Ahora que disfrutamos de la Inteligencia Artificial, sería óptimo que cada científico y cada filósofo sean retraducidos por la máquna a una prosa democráticamente llana.
Mucha persuasión de filósofos, psicoanalistas y sociólogos se deben a su excelente arte de la retórica. Eliminemos este don artístico del estilo. Que los pensadores del futuro sean como en el caso de las matemáticas, puros conceptualizadores sin el ayudín de la majestuosa verba.
Sartre en ese caso se vería desenmascarado como el quintaesencial heredero de la tradición postnapoleónica que no dejó de cultivar la ligereza francesa en contraste con el rigor alemán.
Su demagogía se advertiría.
Centenas de pensadores se ocuparon de reflexionar acerca de la cuestión judía y es música para nuestros oídos que Sartre diga que la cuestión judía no es un problema de los judíos, sino de los antisemitas.
Despojarlo de su labia nos haría advertir que Sartre es el que nos dice cuando tenemos la lata de atún muertos de hambre que el problema no reside en nosotros, sino en la ausencia de abrelatas.
Despojarlo de su teatral prosa nos haría advertir que es el cuarto chantajista en relación a lo que dice Georg Steiner en Portrait of A,. H in San Critobal .
Levi Strauss es un héroe silenciado, que resulta, aunque nadie lo sospeche, mucho más comunista que Sartre al decir en relación a las mitologías, que el Edipo de Sófocles y el de Freud están a la par y en un mismo plano.
El estructuralismo salvó a las humanidades de geniales chamuyadores tal y como lo admite la frase del delicioso Oscar Wilde: SI NO FUERA POR LAS FORMAS CLÁSICAS, ESTARÍAMOS A MERCED DE LOS GENIOS
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