Newton
El nombre ISAAC cabe a Newton como cuando Abraham no creía que podría llegar a tener un hijo. Su padre murió antes de nacer y Newton nació prematuro con muy pocas probabilidades de sobrevivir.
Su madre se volvió a casar por conveniencia para asegurarse un mínimo de estabilidad económica.
No había señales de genialidad alguna en este niño muy poco sociable.
Su madre quiso que se ocupara de la granja.
Lo que le cambió la vida fue descubrir a Descartes. En solamente un año se ocupó de descubrir todos los secretos matemáticos que desde la Antigua Grecia existían.
Desde pequeño tuvo una gran curiosidad insaciable. Armaba relojes y pequeños artefactos. Escribía cálculos y dibujaba esquemas.
El mayor científico de la historia surgió de la Inglaterra pobre, como todos los hombres destacados de Gran Bretaña a excepción de Churchill: era un plebeyo como Oscar Wilde, como Charles Darwin, como Beny Hill, como Los Beatles, como Cary Grant, hasta que lo nombraron Sir, hecho que lo transformó de autista a déspota dispuesto a borrar de la memoria a Hook y a Leibnitz.
No hay que creer en su chamullada guitarreada respecto de ver caer una manzana para descubrir la relatividad. Construyó dos avanzados telescopios una vez que logró entrar a Cambridge, como paupérrimo becado, encargado de darle de comer a sus compañeros, de preparar la comida, etc.
Cuando nos enteramos de que Goethe o de que Kafka pasaron tantos años sin escribir nada, ocupados de otras cosas-burocracia, etc., cuando nos enteramos que Sócrates fue a la guerra, cuando nos enteramos, en fin, de que los genios de los que siempre queremos más perdieron su precioso tiempo en hacer pelotudeces, nuestra gratitud empalidece y pierde la moral. Newton dedicó muchísimos años a la alquimia y el misticismo, que hoy consideramos amplias pérdidas de tiempo. Pero dos años de la plaga en Inglaterra constituyeron el llamado año milagroso: Newton se dedicó a investigar trescientos millones de cosas en su casa y descubrió el secreto de los colores-que refutaría la teoría de los colores de Goethe-, además de la gravitación universal, que no solamente explicaba la caída de los objetos en nuestro planeta, sino la razón de las órbitas de otros.
Newton es el mejor ejemplo de lo que Schopenhauer consideraría la única salida para el dolor de vivir y la tentación de suicidarse: consustanciarse con el objeto de su estudio, olvidando el yo.
Como Darwin, Newton procastinó publicar. Sus PRINCIPIA, considerado el texto científico más trascendental de la historia, es tardío. Su vocación por entender era completamente ajena a su intención de ganar fama o monetizar sus hallazgos. Tras publicar, se convirtió en una estrella que por vez primera destronaba en poder a los políticos. Hoy no nos resulta raro que Einstein escribiera a Roosvelt o que la ciencia sea más poderosa que reyes y representantes. Newton es quien cambió esa relación de poder. Antes de él, importaba mucho más si el protestantismo vencía a los ultramontanos. Gracias a Newton es que Napoleón mandó a erigir una estatua a Copérnico al conquistar Polonia.
Por supuesto, sin Newton, la humanidad no sería la que hoy es, muchísimo menos de lo que sin Alejandro Magno o Napoleón.
Siempre podemos preguntarnos hasta qué punto la ciencia, práctica métódica, ajena a caprichos subjetivos debe rendir honores a una persona. Sin duda sin Van Gogh no habría toda una corriente artística, Pero también, sin duda, si no hubiera esa corriente artística, la humanidad seguiría más o menos adelante.
Sin Newton no habría el amor a la ciencia que hay ahora, así como sin la colaboración de Spielbeg para QUIÉN ENGAÑÓ A ROGER RABBIT no hubiera existido el renacimiento de Disney y sus nuevas animaciones.
Cabe preguntarse siempre si debemos pensar en idolatrar a Newton como si idolatráramos a Colón, como si América no hubiera estado destinada a ser descubierta por cualquier otro.
De no haber nacido Palito Ortega, los argentinos no cantaríamos LA FELICIDAD, JA, JA, JA, JA pero seguiríamos contando cn la vacuna contra la gripe.
Amenazados por la Inteligencia Artifical desbancando la creatividad nos preguntamos si determinados individuos geniales únicos no son más que floraciones marxianas de condiciones históricas y sociales.
¿Habría cálculo universal sin Newton, habría aceleración?
Cuesta pensar que no.
De no haber habido un Galileo, seguramente otro, un random, vería por vez primera vez el anillo de Saturno.
Es interesante la pregunta.
Porque Galileo refutó la física de Aristóteles dos mil años después sin que se hubiera podido refutar dos mil años antes. De haber Aristóteles hecho lo que Popper llama EXPERIMENTOS CRUCIALES, la ciencia habría avanzdo empíricamente ya en su época.
Cuesta discernir la gran diferencia entre la inspiración artística y la científica.
Leibnitz lee el I CHING y crea la posibilidad matemática del sistema binario, la posibilidad de que todos los números sean transmitidos a través de únicos dos símbolos, como nuestros amigos bosteros retraducen todas las sutiles diferencias de una selva otoñal con los dos únicos términos, PIOLA y PUTO.
Teísta obsesivo, Newton en el siglo diecisiete, contribuye sin romper con la Iglesia, a comprender que podemos entender leyes naturales con la matemática. Einstein lo parafraseará DIOS NO JUEGA A LOS DADOS. Borges y Bioy pasaron meses debatiendo cómo Apollinaire dice que un golpe de suerte nunca va a abolir el azar.
Newton, como Nietzsche, termina perdiendo su cordura y mandando cartas vergonzantes a Samuel Pepys y a John Locke, probablemente afectado pòr el mercurio
En definitiva, aunque te haya chupado un huevo el origen de la física moderna, solo quise ayudarte a que dejes de pensar en mujeres todo el tiempo. Me despido con su más famosa frase. NO SÉ CÓMO ME RECORDARÁ EL MUNDO, PERO ME VEO A MÍ MISMO COMO UN NIÑO EN LA ORILLA DEL MAR FASCINADO POR DESCUBRIR UNA NUEVA CONCHA
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