Se necesita ruda macho
Hipolito Yrigoyen y Sanchez de Loria ya es la nueva sede presencial de mis cursos y también de mis relucientes aposentos. Y hoy bautizamos el espacio con Gabriel y su clase de filosofía en alemán. La mudanza parece haber sido escrito por el hijo que surge de la probeta de dos padres Poe y Kafka, aunque su nombre es Medrano Fletes. Me rompieron un lavarropas y una heladera, se presentaron los peones profesionales como explotados por la agencia y pidieron que por izquierda les pase solo 20 mil y nos 30 mil por mueble por escalera. Ya en mi ex casa, agarraban todas mis cosas exóticas preguntando para qué servían, uno me mangueo un celular a reparar explicando que los sabe reparar: se lo regalé. En China si salvas del suicidio a un hombre, no está en deuda el hombre, sino vos, el culpable de que exista. Así, regalar un celular para que preste más esmero a la delicada mudanza es tenerlo montado sobre un huevo preguntando por la clave y que le regales un cargador, cosa en la que opto sin citar al Oscar Wilde que dice que es más digno robar que mendigar, no mendigar. Junto a esta pérdida se agregó aquella estufa a convicción que gasta toda la electricidad de la represa de Itaipu y a la que tanto putee. Se ve que me leen y me la quisieron sacar de las manos. O alguno de mis piadosos nuevos vecinos en algún instante en el que dejaron las cosas para ser cargadas en el ascensor que todavía funcionaba. Uno de los peones decide trasladar el histórico colchón donde garchamos a lo pavote con los caballeros no tienen memoria por ascensor y rompe la puerta. Su ayudante paraguayo cree saber arreglarlo. Mientras yo ordenaba la ropa llega la policía de la comisaría sexta a revelarse que mi nieva morada no debería estar morada sino colorada de vergüenza por hacerle pasar tal susto a mía nuevos vecinos con semejantes neanderthales malhablados y beodos y la puerta abierta a esta hora. Doy mi documento confirman que no tengo prontuario, que soy piola que deriva de piolin, el vesre de limpio, y me recomiendan seguir la mudanza al día siguiente temprano. En este momento llegan los gritos de auxilio del peón que cargo tres canastos y se quedó encerrado. La delicada orfebrería que el consorcio planifica contra mí, en teoría contra la ART de la mudadora, podría verse sacudida si el excelente arreglador de ascensores que conozco soluciona el detalle de la puerta rápido así que llaman a los bomberos en la seguridad de que lo van a hacer concha. En efecto el hombre es extraído del ascensor ahora inhabilitado y cada una de las vecinas que de no habernos conocido en semejantes circunstancias indignantes podría probar el colchón asesino, me sermonea y saliva. Así que si queres ayudar a mi ascenso social o a que pueda tener vida social después de romper un ascensor, toma clases a la gorra conmigo en mi nueva casa embrujada, cuya alacena se desmoronó de sus dos pequeños tarugos rompiendo vasos, vino y para vender cara su derrota, aplastar la nueva griferia. Ahora tengo el rostro de mudado, demudado. Con lo embalado que estaba: la necesitaba como al agua
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