La rotación bidimensional en la puesta de EL CÓNSUL de Rubén Szuchmacher
No solamente Julio Iglesias tiene un perfil privilegiado: por motivos de perspectiva, el final de LA NOVICIA REBELDE, sin que el público lo sospeche, nos muestra a la familia huyendo de los nazis dirigiéndose hacia Alemania.
Más allá del fácil chiste de que Marx se tiende a leer de izquierda a derecha, el sentido levógiro o dextrógiro en las escenas resulta tan decisivo como el observador del comportamiento de las partículas en el Principio de Indeterminación de Heisenberg.
En TLÖN, UCQBAR ORBIS TERTIUS, Borges menciona el teseracto o hipercubo de Charles Howard Hinton, obsesionado con la cuarta dimensión, primeramente pensada por Henry Moore.
En mil setecientos sesenta y ocho, el entonces desconocido Kant en LAS DIRECCIONES EN EL ESPACIO, se interesa por estos asuntos, en particular la quiralidad, el hecho de que haya en el espacio una, por así decirlo, mano izquierda y una mano derecha, en objetos como zapatos, no botellas, cuya simetría cambia especularmente, como el seis y el nueve. H.G Wells escribe en mil ochocientos noventa y seis un relato intitulado THE PLATTNER STORY en el que un hombre viaja a la cuarta dimensión y regresa con el corazón a la derecha, acaso saludando al falso médico de Moliere, quien al pretender auscultar a la derecha y ser increpado explica que el corazón quedaba a la izquierda antes.
Para poder dejar al público viendo todo en DOUBLE INDEMNITY, el gran discípulo de Ernst Lubitsch, el director que hace trabajar al público dejándolo con la puerta en las narices, Billy Wilder hizo que la puerta se abra al revés, permitiéndonos ver al protgonista escondido. Así como los únicos cuatro dedos de Mickey Mouse que funcionan armoniosamente sin que veamos falta alguna y permiten mantener las proporciones paidomorfas armoniosas, así como el hecho de que nunca advertimos que por motivos de encuadre por momentos en LA VENTANA INDISCRETA, James Stewart tiene la pierna izquierda y por momentos la derecha enyesada, en las representaciones la espacialidad puede alterarse para beneficiar la potencia de las emociones. La única discusión que tuvieron en su vida los hermanos Ethan y Joel Coen fue al filmar FARGO, referida a sí el personaje debe mirar la vastedad del horizonte a la izquierda nevada o a la derecha: salomónicamente lo resolvieron incluyendo ambas.
A diferencia de las otras puestas de la ópera de Menotti, EL CÓNSUL, Jorge Ferrari dispuso para la inolvidable puesta de Rubén Szuchmacher en el Colón, la casa como vista desde afuera, como si la tercera pared, que da a la calle, fuera la eliminada. Esto permitió una presencia de la acción teatral mucho más potente, porque en lugar de que el espectador escuche que se llevan al niño, vemos concretamente al niño.
Szuchmacher -en cuyo nombre hay una alusión al quiral zapato-logró así armar una de sus más recordadas puestas, tras inicialmente ser renuente por motivos ideológicos. Recordaba, por el momento en que fue compuesta la ópera, en plena guerra fría, que se deslizaba ideológicamente una crítica a los países del bloque soviético detrás de la cortina de hierro. Al leer y escuchar el material concluyó que la obra no estaba atada al momento antedicho y pudo enderezar lo que temía siniestro y darle el recto sentido. Por una escénica casualidad, cabe recordar para despedirnos, una pur contingencia relacionada con la posición respecto del presidente de la Asamblea Nacional de mil setecientos ochenta y nueve en plena Revolución Francesa a la que se situaron los conservadores y los revolucionarios, es que hablamos hoy en política de izquierda y de derecha...
Comentarios
Publicar un comentario