Los hermanos Coen

 



Rammstein es una banda de heavy metal alemana con toda la potencia musical primitiva y directa, a la cual, sin embargo, la hermenéutica de catedráticos ha enriquecido con capas de profundidad lírica. Raros ejemplos de ambigüedad semántica en alemán, como el DU HAST MICH que significa a un tiempo ME TENÉS y ME ODIÁS o GOTTLOS, a la vez, SIN DIOS y VAMOS, DIOS dotan de un espesor narratológico anfibiológico a cosas que el gran público percibe físicamente antes de la necesidad de entender del todo.

El pariente más cercano al animal descripto es en el cine el caso insólito de este monstruo de dos cabezas, una colaboración armoniosa que nos recuerda el Chesterbelloc. Joe y Ethan Coen han producido fraternalmente guiones perfectos a la manera de los de Billy Wilder y Brackett o de los de Billy Wilder y Diamond:parecidos también en que todo el film está enteramente previsto y no se aceptan improvisaciones ni desvíos espontáneos inspirados en el momento de la filmación.

De hecho, los guiones de los Hermanos Coen van mucho más allá de lo que era capaz de hacer Billy Wilder al terminar de escribir el guión durante el rodaje, encaprichándose con determinado actor agreta y dejándolo sin líneas. Cinco años antes del rodaje, no solo el guión está pulido: cada encuadre, la storyboard hecha por el dibujante, le llega al actor y nada se altera desde entonces. 

Esa bíblica sacralidad de la palabra escrita nos haría pensar en una pretenciosa idea romática de una musa superior a la que respetar en su inspiración sin dejarse influir por geniales actores y la lógica de la situación, pero los hermanos Coen lo son todo menos pretenciosos.Es un caso único en la historia de la producción en el cine, pero también en la historia del reconocimiento académico a la vez que el éxito de taquilla. Sus pastiches no buscan cortejar la crítica erudita pescando alusiones, sino que son antes bien, una entretenida burla antiintelectual a los referentes homenajeados, ya sean Homero en DÓNDE ESTÁS HERMANO o EL LIBRO DE JOB o COSECHA NEGRA o los clásicos de Preston Sturges. Como el cine de Pedro Almodóvar, el repertorio de recursos no es de raigambre elevada, es meramente la combinación de herramientas burdas, vulgares, populares y efectistas, la que tiñe de singularidad una obra que tiene al mismo tiempo inmenso perfeccionismo y los espléndidos destellos de vulgaridad de los que habla Oscar Wilde al referirse a Kipling.

Los localistas de Minesotta que celebran que de allí salieran los hermanos Coen y Bob Dylan deberían recordar antes bien que se trata de hijos de inmigrantes judíos, idiosincracia mucho más marcada.

El absurdo de la existencia no se plantea a la manera de Camus: es sórdido, es informal, es chabacano, hay más vómitos que en LA NÁUSEA, el entretenimiento atrapante se abre camino prescindiendo muchas veces del sentido gracias a la potencia del guión: la cruda solidez de los diálogos y los bruscos anticlimax humorísticos en los cuales unas pocas veces saluda la cámara rompiendo la cuarta pared- recordemos el encuadre que, cortando la ilación, se ve obligada a dar un rodeo para dejar pasar a un borracho.

Steven Spielberg viene a cuento: sus recursos efectistas y pochocleros tardaron en ser admitidos por la crítica como parte de una visión artística genial. Salvo que Spielberg es el genio del cine puro, de la gramática en imágenes y es perfectamente libre de improvisar la única escena que rompe el blanco y negro porque su niña actriz siempre lleva un tapado rojo.

No sabemos si EL GRAN LEBOWSKI  o BARTON FINK o FARGO son el gran inicio de una maestría superior.Sabemos que nada de ínfulas de cine de autor los movía y que el fracaso millonario de EL GRAN SALTO no los esclavizó, como otros directores atados a los estudios, a dejar de escribir y producir lo que se les cantara.

Resulta contrastante su defensa a rajatabla de la libertad artística con una tendencia bastante digerible y popular de su visión artística elevada. Es como si Roberto Arlt dijera:-Voy a escribir una parodia del tarado de Joyce pero no voy a aceptar ni una ayuda de Leopoldo Lugones.

Cada vez que admiramos como grouppies a un artista nos devoramos fanáticamente toda su obra y a veces, si se trata, como es el caso, de producciones desparejas, nos consuela pensar que al artista mismo sí lo convenció tal producción. No nos ha hecho reír, sentimos, pero lo amamos, es parte de la familia simbólica que elegimos nos acompañe, quiero contagiarme de su autodisfrute, imagino cómo se rió al imaginar esto, cuánto desafió su propia imaginación. Si es un músico, nos pasamos una y otra vez su disco, hasta que ya no puede no gustarnos pòrque ya el oído espera cada nota recordada. 

La mayoría de las películas de los hermanos Coen fueron fracasos de taquilla que diez años después se convirtieron en films de culto. Solo esto nos permite decir que han creado a sus espectadores así como Kafka y Proust crearon a sus lectores.

De las tantas burocráticas, impositivas, jurídicas, comerciales,laborales y amorosas identidades que en un día nos toca habitar el arte nos habilita la de poder ser también habitadores del universo del primer desconocido Kant, el cosmólogo moralista y el último desconocido Buster Keaton, el payaso parlante.

Ojalá seas vos también, entre todo lo que sos, ciudadano del país de los hermanos Coen...  

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