Acerca de la tartamudez del gallo Claudio y del emperador romano
La mejor serie histórica de la historia, "Yo, Claudio" no arrancó con el pie derecho. La actriz de Livia no lograba humanizar y hacer simpático a su personaje. Resolvieron que sea malvada sin asco.
Ian MacKellen rechazó el papel de Calígula, porque no iba a ser actor secundario de su compañero universitario Derek Jacobi: lograron seducir a John Hurt que había rechazado en principio el papel, antes de conocer al insigne elenco.
Irónicamente, el adefesio porno -soft de Tinto Brass "Calígula" tuvo un protagonista más encumbrado que "Yo, Claudio": Malcom MacDowell-por no hablar de Peter O'Toole siendo Tiberio.
En una de las rarísimas excepciones a la regla, el autor de la novela, Robert Graves no dijo que traicionaban su inspiración pura, sino que adoró el rodaje y quiso quedarse a verlo lo más que pudo. Señalando siempre detalles de rigor histórico y ponderando la altura de determinado actor para hacer de determinada figura que era de esa envergadura. O explicando el uso del "estrígil" para remover el aceite del cuerpo.
Increíblemente, el papel de Claudio le fue originariamente ofrecido a Peter Sellers.
Solo podemos imaginar, con la mejor voluntad desde "Desde el jardín" una de aquellas interpretaciones dramáticas por parte de un cómico que sorprendentemente sorprenden por su timing, ya sea Chaplin actuando de Landrú, o millones de ejemplos que siempre confirman que hacer reír requiere mucho más habilidad actoral que hacer llorar.
Para actuar de cojo, Jacobi se puso piedras en el pie durante el rodaje, un homenaje a las piedras del orador Demóstenes. Su actuada tartamudez fue tan lograda que recibía felicitaciones en obras ulteriores, por ejemplo el "Hamlet" de Kenneth Branagh por haber superado su defecto de nacimiento.
Ningún historiador, ni siquiera la más genial escritora francesa con "Memorias de Adriano" nos meten de lleno en las intrigas romanas con un credo que convoca nuestra fe: Robert Graves trascendió su tarea de trasladador de costumbres antiguas olvidadas: creía en muchas de ellas. En "La Diosa Blanca" trató de resumir muchas de sus místicas creencias. El fascinante Imperio Romano es ahora relevado por grandes genios, pero la chispa de ver que era fascinante no quedaba tan clara antes de esta serie. El Imperio Británico se quiso pensar heredero del romano pero se parece a mi juicio más al griego: superado por el romano, que siempre reconoce la superioridad cultural griega.
Superado por el norteamericano, que siempre reconoce la superioridad cultural británica.

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