El futuro de la Inteligencia Artificial: nos cede el terreno de la iniciativa
¿Cuáles dicotomías definen tu modo de evaluar a otros humanos?
A mí me gusta al pensar la ciencia dividir entre platónicos y aristotélicos y considerar a Aristóteles, el imbécil dogmático que retrasa dos mil años la ciencia al definir el conocimiento como emanado de la razón y no de los experimentos cruciales como -en el marco contextual de esa diferenciación específica-empirista.
Era racionalista el Estagirita, pero al lado de Platón era Galileo. Era trascendentalista el Maestro de Alejandro, pero al lado de Platón era inmanentista, fisicalista, materialista. Es muy difícil serlo. Hay que tener un colosal antiejemplo de desmesurado misticismo para advertir el error y Platón lo fue.
Si estudiamos el avance de las ciencias, no cabe duda de que el progreso va de la mano de un destete cada vez mayor de las grandes ilusiones del Absoluto, de un Motor Primero, del Primer Relojero, de, en suma, un Sentido unívoco, desconocido pero adorable.
Darwin es majestuosamente cauto al introducir una mayor herida narcisística que Freud y Newton, porque incluye materia organica surgida de materia inorgánica POR AZAR y ciegas pruebas de ensayo y error. Se refugia en pruebas, anticipar a Mendel y atar al gradualismo a su sistema de selección natural.
Cuando tememos que la Inteligencia Artificial colonice nuestras vidas, olvidamos que todo lo que puede hacer Chat GTP nos enceguece respecto de todo lo que todavía no puede hacer y, aún, de lo que jamás podrá haber pase lo que pasare.
Como seres animados que nos hemos diferenciado de los animales inferiores, incluso compartiendo la carga genética del chimpancé en una medida mayoritaria, tenemos voluntad o fé animal o ánimo vital, hay un elemento de querer vivir del todo ausente en estas máquinas que nos vemos reducidos a reducir a inteligencia imitativa de la conducta estereotipada animal.
Un papagayo puede cantar la marcha peronista tal como nuestra empleada doméstica. La similaridad no debería llamarnos a engaño: el loro no sabe lo que está haciendo. Si logra imitar una representación humana, no lo logra cargándola de libido, en términos freudianos. El loro habla del pico para afuera sin saber lo que está diciendo. Miles de simios equipados de máquinas de escribir podrían estadísticamente producir un libro de Mariana Enriquez pero no podrían saber que lo hicieron. Si escriben "Hamlet" no advierten que haya una diferencia sustantiva con "Ramlet" o cualquier accidental combinación de palabras.
El inconcebible darwinismo es enterrar el hacha de la voluntad teleológica. El increíblemente sofisticado órgano del ojo surgió por azar, no porque alguien quería ver. Surgió del polvo de las estrellas, de la inercia mecánica que avanzó ciegamente hasta llegar al ojo, contando con millones de años y que el noventa por ciento de las especies que jamás llegaron a pisar o nadar nuestro planeta se extinguieron.
Solo supervivió quien tuvo la cualidad de ser "apto", palabra que Darwin tomó de Spencer pero en su obra significa "capaz de reproducirse". Scarlet Johansonn no tiene una hija, por ende Liza Minelli es la prueba de la superioridad darwiniana de Judy Garland. Los sonetos de Shakespaere sospechaban que se puede ser Shakespeare, el individuo tan individualmente genial que se duda que haya podido ser él, sin que esto importe más que tener hijitos. Lamenta que la belleza de su amado no perdure, no sea acidodesoxirribonucleaicamente replicada, inmortalizada.
Puede que nos mueva a error que la empleada doméstica hable: el solo hecho de compartir el lenguaje articulado nos lleva al sesgo de atribuirle nuestra inteligencia.
Le hablamos a nuestros gatos y a nuestros perros y pensamos que son autoconcientes. Nunca vi un film con animales parlantes que no fueran sometidos a un antropocentrismo patético, obliterando el hecho de que el animal, no menos que la máquina, es una máquina.
Inicié este texto proponiéndome señalar las categorías de juicio dicotómicas con las que juzgamos nuestro paso por esta Viña del Señor, pero el loco vino implicado en esta alegoría me generó un desvío: desvío imposible para un animal o una computadora.
La cantidad de información capaz de almacenar por una serie de algoritmos es la misma fuerza bruta de millones de años para equivocarse al pedo pelotudísimamente y extinguir al noventa por ciento de las especies que tuvo esa estocástica deriva que llamamos con prejuicio teleológico "evolución".
Un relámpago entre dos noches es nuestra íntima idea de sentido, la voluntad de creer en el sentido de la voluntad.
Llegamos a ser autoconcientes por accidente. Resultó que la accidental autoconciencia, producto de un error de traducción de ADN, una mutación venturosa, nos ayudó a tener más hijitos. Ahora hemos ido aislando de la tempestad de nuestos prejuicios e ilusiones cabezaduras tan emocionalmente sostenidos que resulta al final que no había centralidad planetaria ni había generación metafísica de bacterias, sino solo mugre. Y hemos con desinterés científico descubierto patrones ahistóricos y transnacionales con los que creamos la Inteligencia Artificial: otro animal que hace pero no sabe que hace lo que hace, ni por qué, ni si le pegó.
La diferencia entre el darwinismo y la Inteligencia Artificial es la velocidad. La Inteligencia Artificial tiene que responder ya mismo a un humano bobalicón que le regala miles de asunciones a un par de palabras probabilísticamente ensambladas y las resemantiza. Como la jugada desesperada y boba de Deep Blue que Kasparov resemantizó como genial.
La Inteligencia Artificial compite con el tiempo humano. El tiempo humano ha suspendido, por así decirlo, el lento curso de la evolución. No hemos querido seguir evolucionando, más bien adaptamos al ambiente: nos operamos para tener dos tetas perfectas, no queremos tener tres o anular semejantes grilletes Sarli que solo son útiles en el amamantamiento y en el acto sexual o la seducción-nos seduce permanentemente seducir permanentemente.
Un saco escrotal frágil y vulnerable, el único mecanismo que encontró a tientas la evolución para mantener refrigerado el esperma, no nos parece digno de ser rediseñado: después de todo ese torpe saco escrotal lo tiene mi ídolo, el campeón de box o Brad Pitt o papá, que de niño me educó a su imagen y semejanza. No queremos nuevas anatomías sin muelas de juicio y sin apéndice y sin vello púbico anal: a todo lo que hemos llegado es a querer cambiar de lugar. Nací varón pero quiero ser mujer porque siempre sentí que manejo para el culo.
"Si la humanidad ha progresado es porque nunca supo adónde iba" escribió un escritor irlandés que empezó condenando a la Madre Naturaleza por aburrida y a Jesús por palurdo y terminó preso reivindicando las flores y al "carpintero circunciso de Galilea que carga sobre sus hombros todo el dolor del mundo".
Pensaba hablar de cómo divido a la gente en cómo vive y se atreve a entregarse al amor fou, pero terminar hablando de Oscar Wilde y del azar que por accidente y efecto secundario nos hizo hegelianos me parece más ilustrativo. Diría que divido a la gente entre la que hace con perseverancia y esfuerzo el camino dificil predeterminado y la que se desvía arriesgadamente a algo que puede ser locura o inspiración porque esta útlima sin duda es la que, en definitiva, va a salvar a la humanidad...

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