Harold Bloom y George Steiner


 
En "La agresión, el pretendido mal", el fundador del estudio del comportamiento animal, Konrad Lorenz, no solo recupera la agresividad como un bien, sino que señala lo que sería inexplicable sin esta noción: los enemigos lo son por un mismo territorio. 


Si un solemne trata de salir de su vida sin humor y descubre a los humoristas se siente desconcertado por el hecho de que entre sus amados humoristas se tiren dardos envenenados. No están luchando contra su solemnidad: están compitiendo por un mismo territorio. 

Góngora escribió poemas contra Quevedo, Quevedo contra Góngora, Lope contra ambos, todos ellos contra Cervantes en lugar de decir "somos una armoniosa militancia contra la ignorancia".

De acuerdo a lo enseñado por el darwiniano Lorenz, odiamos más a nuestro colega y competidor que al dictador que rige nuestra patria. Odiamos más al hermano que compite por el amor paterno que a un vecino o un compañero de escuela. 

Bajo este prisma es comprensible la inexplicable rivalidad de dos genios judíos, uno europeo y otro norteamericano, los mejores críticos literarios del siglo.

¿En qué diferían tan grandemente los dos colosos de la erudición? 

George Steiner tendía más a una elegantísima forma de obsecuencia y halago y Harold Bloom a cultivar con extraordinario cinismo su culto a la tradición.

Sobre el nazismo Steiner escribió una olvidada novela extraordinaria en la que Hitler es apresado por el Mossad que recibe la orden de amordazarlo. Pero lo dejan hablar y hace una extraordinaria apología devastadora en la que los judíos Jesús, Marx y Freud piden cosas a la humanidad que son mucho peores que un ocasional Holocausto. 

Harold Bloom es más sucinto y cáustico: -No creo en la religión de seis millones de Jesucristos.

Sobre Shakespeare, ambos han hecho, tras el Dr. Johnson y la larga tradición británica de apologistas, incluyendo al brillante W. H. Auden las mayores contribuciones. 

Bloom coloca a Shakespeare en el centro del cánon. Steiner considera absurdo hacer un cánon, pero de haberlo hecho habría puesto, como Robert Lane Fox, en el centro a Homero. Hay una caballerosa solidaridad entre los enemigos en Homero que no está en Shakespeare. 

El argumento de Bloom es que Freud emana de Shakespeare al cambiar un personaje de opinión y tener un insight en pleno monólogo. El bardo anticipa así también a Pirandello y a Unamuno y al problema de la identidad.

George Steiner es un cosmopolita políglota que se vio tentado por especializarse en ciencias duras o en filosofía de una curiosidad intelectual de una amplitud insaciable. 

Harold Bloom es un norteamericano centrado en la cultura americana, que rechaza incluso a la Premio Nobel Toni Morrison de la que dice que ganó el Nobel por ser afroamericana.

Harry Potter como gran fenómeno que hace a los niños atesorar el libro le parece a Bloom una estupidez pauperizadora y a George Steiner, en cambio, una transliteración de las antiguas mitologías.

El cinismo de un Charly García ajeno a todo misticismo está en Bloom, la promesa de una respuesta trascendental acaso incomprensible, como en Spinetta, está en Steiner. 

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