Los sueños por fin descifrados
Cuando el laboratorio Alberta hizo un recorte de personal, John Cucledown comprobó que entre el tiempo en que cobraría la indemnización y su actualidad, las intensas horas laborales que ahora quedaban vacantes le resultaban difíciles de llenar con algo mejor que ensoñaciones. Habiendo desarrollado la máquina Quicktown para la detección de la actividad cerebral en sueños, experimentó consigo mismo quebrando el código de interconexiones neuronales para interpretar imágenes generadas por el cerebro. Fue el primer cientifico de nuestra era en filmar sueños naturales. Le quedaban meses por tener algo que hacer en la vida y tener plata para poder hacerlo. Se fue consagrando más y más a soñar: solo se despertaba para hacer una única comida diaria y las necesidades fisiológicas. Con el tiempo se fue perfeccionando en el arte de dirigir sus sueños. Hacía muchos años atrás su hijo trató de trepar un árbol al que no quería trepar explicándole desde su hermenéutica infantil literal que le dijeron que hay que seguir los propios sueños. Ahora entre el contraste de las dos acepciones no existiría. Cada noche era una fiesta. Se miraba un film de Peter Bogdanovich y soñaba con tres de sus ex entrando y saliendo tipo comedia de enredos de su casa. Iba a ver stand-up solo y una road-movie para soñar que el artista compartía con él aventuras de persecuciones mientras descubría el talento humorístico del médico. La revisión grabada del sueño permitía recuperar los chistes. El artista de stand-up le arreglaba la etiqueta de la chomba, el médico le preguntaba si le estaba buscando el precio y surgía el remate: -todo precio es político.
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