"UNA", Miriam Odorico en el Metropolitan revive a Pirandello
Como se sabe, la última novela de Luigi Pirandello fue definida por él mismo como la suma de todas sus inquietudes y búsquedas artísticas: «la síntesis completa de todo lo que he hecho y la fuente de todo lo que haré. Será como mi testamento literario, después de su publicación, debería callar para siempre».
Finalizada de gestar en 1927, la novela adolece de pretensión fáustica, casi parece cumplir con la desmesurada ambición de una ópera prima a la que el autor le pone todo y nos recuerda-así como el alto ejemplo de "El Capital" de Marx -a una obra maestra recargadamente malograda tal y como la define el famoso cuento de Balzac "La obra maestra desconocida".
Quiero decir con esto que es una novela no tan frecuentada como la celebéerrima pieza teatral"Seis personajes en busca de un autor", a pesar de hallarse en ella el inimitable sabor existencial de la reflexión en torno a las identidades que nos construyen los ojos ajenos y todas aquellas perspectivas que hicieron que el Don Miguel de Unamuno de "Niebla" llamara a Pirandello su alter ego o su hermano con menos aprensión de lo que Freud llamó a Nietzsche en virtud de íntimas afinidades en las intuiciones su doble, "Doppelgänger".
El trabajo detallado, sutil, apasionado y apasionante de la actriz Miriam Odorico resulta por este mismo motivo, por adaptar una larga y por momentos confusa obra que ni siquiera surge como dramatúrgica, absolutamente prodigioso, genuinamente colosal, harto admirable por sí mismo y aplaudible hasta para quien, si es que lo hubiera, deteste a Pirandello. El mérito de la adaptación corresponde a su innovador esposo, Giampaolo Samá, que había pensado al principio transliterar la novela a un unipersonal actuado por él, pero al hacer del personaje masculino uno femenino, la pieza gana en actualidad, se ve iluminada por una mostración de los mandatos y cuestionamientos a que está sometida la mujer.
Como no existía premio a la mejor adaptación de una novela a una pieza teatral, ganó el premio de la crítica a mejor "traducción".
Miriam hace todas las voces, todos los papeles, hace de narradora, de soliloquio hamletiano, de vozarrón de interlocutor, de interjección para con el perrito, simula tener que repetirnos algo para aclarar manteniendonos en vilo, cautivados y en un notorio silencio religioso.
-Se la ve más chiquita en este auditorio tan amplio-me comentó equivocadamente alguien en uno de los pocos comentarios que hubo antes de que su presencia inmensa dominara la escena. Yo observaba a mi alrededor al público: no se atrevía a sonarse la nariz ni a desenvolver ruidosamente un caramelo. Hipnóticamente tantalizados, mesmerizados, convocados a escuchar atentamente cada inflexión de voz y cada gesto de una ceja de una elocuencia gigante, ya no hubo comentarios entre espectadores. Todo era para responderle con una risa, esperando el momento dramático de alivio cómico para responderle con una risa, a esta protagonista mujer orquesta que parecía dirigirse a cada uno de nosotros.
La tarea descomunal desplegada por estos histrionismos de tantos registros merece ser destacada porque hace fácil lo muy difícil y como el sortilegio del que nos hace presa nos impide imaginar otra posible actuación, como todos los grandes artistas nos imponen como definitiva, como única su rúbrica, no pensamos en que público adolescente con déficit de atención e impaciencia cultivada por historias múltiples oía a esta rapsoda griega desgranar las perlas de sus historias y reflexiones sin dejarse distraer, ni siquiera por la obvia pregunta millenial respecto de cómo es que no para un minuto para tomar agua como hacen los standaperos, que sí necesitan hidratarse.
Aún sin haber leído a Sartre ni tener inquietudes filosóficas, causa interés a todo público la noción de que en una habitación en la que está la esposa y el marido hay cuatro personas, a saber, la esposa y la esposa tal como la ve el marido y respectivamente el marido y el marido tal como lo ve la esposa. Aún sin conocer las teorías de la comunicación, reflexionar acerca del derrotero autónomo que pueden tomar nuestras palabras interesa hasta al más ingenuo espectador de teatro de revista.
"Una", desde su despojada escenografía tan austera, nos toma firmemente de la mano y nos conduce por un recorrido variado, complejo, emocionante, reflexivo y de sostenido interés.
Este 29 de octubre a las 19 45 se la puede disfrutar. No tengo el don de esta formidable actriz, hice mi máximo esfuerzo personal dada mi dotación de persuasión y carisma, para transmitir cuánto la recomiendo...
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