Ayúdenme, hijo de remil
El más podersoso éxito del rock and roll no parece necesitarnos. Su electrizante canción "Help" es otra de las maravillosas ritmerías que bailar como pelotudos.
Y sin embargo está diciendo a gritos "socorro". Con sus guitarras tan mesmerizantes y sus poses tan dignas.
El éxito de "The Beatles" resulta para el arte una gran paradoja. No son lo que se suele considerar la consagración perfecta de la estética: su musica nos da muchísima alegría. Si John Lennon cantara entre ese ritmo "estoy a punto de pegarme un tiro porque la vida me parece vacía" , reímos. Su ritmo guitarrístico es revitalizador.
En muchas canciones da lo mismo la letra. La voz y la síncopa nos llegan de modo aturdidor. Si la letra dice "el matrimoinio burgués es un engaño que condena al sufrimiento porque la vida sexual se ve castrada por el matrimonio" no dejamos de bailar.
Los Beatles han conseguido con su ritmo vitalecernos más allá de lo que digan.
Lacan se vería en un problema al oírlos. Porque lo que se dice es irriosorio comparado con cómo se dice. "Help" es un tema que si alguien lo oyera, sería angustial. Pero la música con la que se lo dice es alegre. Hay pocos casos en la historia en los que triunfa por el puro ímpetu entusiasta una banda. Lo artísticamente correcto es que haya alguna mínima correlacción entre música y letra, entre el tipo de sentimiento al que anima la melodía y la índole de emoción que anima la letra.
En "Zamba del carnaval" el Cuchi Leguizamón hace concordarla desesperanza del enamorado con su esperanza de que "un empujón del diablo" lo ayude a enamorarla. "Help" no entristece a nadie, no desespera. Aullar el dolor requiere ciertos criterios que no están. "Help" dice la palabra de desesperación con tonalidades tónicas.
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